El mapa energético mundial está siendo objeto de importantes cambios, tal y como se concluye en el último informe de Perspectivas de la energía en el mundo, de la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Estos cambios están asociados a interesantes oportunidades de negocio, que muchas de nuestras empresas están aprovechando para comenzar o consolidar su proceso de internacionalización. Estos cambios se explican tanto desde la perspectiva de la oferta como de la demanda.
Por el lado de la oferta, destacan factores como el resurgimiento de la producción de petróleo y gas en Estados Unidos, y el nuevo rol del gas no convencional, el mayor peso relativo de las energías renovables y las decisiones de reducción de la energía nuclear en ciertos países.
En cuanto a la demanda, lo más relevante es el importante crecimiento esperado de la demanda energética mundial, principalmente en los países emergentes, las políticas de ahorro y eficiencia energética, y la lucha contra la pobreza energética.
Factores de oferta: nuevos actores y cambios en el 'mix' eléctrico
El gran desarrollo del fracking en Estados Unidos, que permite liberar petróleo ligero en formaciones compactas y gas de esquisto -shale oil y shale gas-, y su efecto sobre los precios del gas -en 2012 se comercializó en Estados Unidos a un quinto de los precios de importación en Europa y a un octavo de los de Japón-, ha supuesto la liberación de exportaciones de carbón a Europa y cierto desplazamiento del gas.
Además, a mayor plazo, las previsiones indican que Estados Unidos será el mayor productor mundial de petróleo hacia 2020 y que, una década más tarde, se convertirá en exportador neto de esta fuente, transformándose prácticamente en una economía autosuficiente en términos energéticos.
Otro de los actores que podría influir decisivamente en la oferta mundial de petróleo es Irak. De hecho, las estimaciones indican que este país podría convertirse en el mayor contribuyente al crecimiento de la oferta, siendo un proveedor esencial para los mercados asiáticos, así como el segundo exportador mundial a partir de 2030, erigiéndose en un factor equilibrador de los precios internacionales.
Por otra parte, los compromisos en materia de cambio climático, las mejoras en las curvas de aprendizaje de muchas tecnologías renovables y la revisión de las políticas nucleares de algunos países a raíz del accidente de Fukushima, traerán consigo un mayor peso de estas tecnologías en los próximos años.
De hecho, según las previsiones de la AIE, estas tecnologías se convertirán en la segunda fuente de generación eléctrica mundial en 2015 y la generación eléctrica procedente de fuentes renovables prácticamente se triplicará en 2035 -pasará de 4.206 TWh en 2010 a 11.342 TWh en 2035-, absorbiendo aproximadamente un tercio de la producción total eléctrica, frente al 20 por ciento actual.
El desarrollo de las tecnologías renovables será mucho más diversificado que en la actualidad. La hidroeléctrica pasaría de representar el 81,6 por ciento de la generación eléctrica, procedente de fuentes renovables, en 2010 al 50,1 por ciento en 2035. El resto de las tecnologías, en cambio, aumentarían su cuota en este periodo, con crecimientos superiores que el de la hidráulica. En concreto, la eólica pasaría de una cuota del 8,1 al 23,6 por ciento en 2035; la bioenergía del 7,9 al 13,1; la fotovoltaica del 0,8 al 7,5; la geotérmica del 1,6 al 2,8; la termosolar del 0,05 al 2,5; y la marina del 0,02 al 0,5 por ciento.
De este modo, las energías renovables, junto con el gas, absorberán casi dos tercios del incremento de la demanda de energía hasta 2035.
Como consecuencia, el carbón, que también crecerá, pero en menor medida -45 por ciento-, perderá cuota en la generación total -pasará de un 41 a un 33 por ciento-, aunque seguirá siendo la principal fuente de generación de electricidad a nivel mundial para el año 2035.
Factores de demanda: emergentes y eficiencia energética
Desde el punto de vista de la demanda energética, los países emergentes serán los actores principales. Según la AIE, la demanda mundial de energía crecerá más de un tercio hasta 2035, y China, India y Oriente Medio absorberán un 60 por ciento de dicho incremento.
Un hecho a destacar es el cambio en los flujos del petróleo, y es que casi el 90 por ciento de las exportaciones de petróleo de Oriente Medio irán destinadas a Asia -la aparición de Estados Unidos como exportador neto acelera este proceso-.
Se prevé que la demanda de crudo se sitúe en torno a los 100 millones de barriles diarios en 2035, partiendo de una demanda de 87,4 millones en 2011. La reducción de la demanda de petróleo en países OCDE será ampliamente compensada por el incremento del consumo en los países emergentes, destacando el destinado al transporte, debido a que el número de automóviles se duplicará alcanzando los 1.700 millones; por su parte, el transporte de mercancías por carretera supondrá el 40 por ciento del aumento de la demanda mundial de petróleo.
En cuanto al gas natural, la demanda se incrementará a nivel mundial y, de nuevo, regiones emergentes como India, Oriente Medio y China serán los protagonistas.
El consumo pasará de los 130.000 millones de metros cúbicos registrados en 2011 a 545.000 millones en 2035. En Estados Unidos, los precios y la oferta harán que el consumo de gas supere al del petróleo y se convierta en el principal combustible del mix de energía en 2030.
Otro de los retos a los que se enfrenta la comunidad internacional es la eficiencia energética. Regiones como China, Estados Unidos, Japón o la Unión Europea han anunciado nuevas políticas en este ámbito. La correcta implantación de estas políticas será esencial para reducir el crecimiento de la demanda mundial de energía primaria hasta 2035.
Conclusión
Estos retos del sector energético mundial requerirán significativas inversiones: 38 billones de dólares americanos en los próximos años, según diversas estimaciones. Para su ejecución, será necesario contar con políticas energéticas previsibles y con un importante esfuerzo de todos los agentes involucrados: el sector privado empresarial y financiero, el sector público y los bancos multilaterales.
En definitiva, nos encontramos ante un nuevo escenario energético mundial, en el que el significativo crecimiento esperado de la demanda energética mundial, la cooperación internacional en materia de cambio climático y lucha contra la pobreza energética, así como los cambios estructurales en la oferta mundial de energía, llevan asociadas interesantes oportunidades de negocio, no sólo en el ámbito de los países emergentes, sino también en economías desarrolladas, que muchas de nuestras empresas están ya aprovechando en su proceso de expansión internacional.
Antonio Hernández García
Socio responsable de Sectores Regulados, Inversiones Extranjeras e Internacionalización de KPMG en España
Tribuna incluida en la edición de mayo de la revista Energía de elEconomista. Descárguesela gratis