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Una buena política fiscal para la hostelería

  • El vino y la cerveza generan en España más de 280.000 puestos de trabajo

Se ha hablado estos días de un pacto de Estado para afrontar la crisis y las medidas que haya que adoptar para recuperar la competitividad y el empleo en España. Con independencia de la posibilidad de cerrar o no acuerdos amplios en materia económica, lo cierto es que el Gobierno está intentando reducir el déficit de las finanzas públicas y sentar las bases de la recuperación de la economía. Desde esta perspectiva, los cambios introducidos en la fiscalidad indirecta tienen como objetivo aumentar la recaudación minimizando su potencial impacto negativo sobre la actividad productiva, lo que conduce de manera inevitable a un diseño selectivo de las alzas impositivas.

En este contexto el mantenimiento del tipo reducido del IVA para la hostelería fue una decisión estratégica de importantísimo calado. De igual manera el anuncio de no subir los impuestos especiales que gravan especialmente la hostelería, tal y como anunció el ministro Montoro recientemente, tiene una lógica económica aplastante por una razón evidente: el vino y la cerveza constituyen una de las principales fuentes de ingresos del sector hostelero español, (cuya participación en el PIB supera el 7%), han sido un factor estabilizador durante la recesión y constituye uno de los motores activos para salir de la crisis. Esta especial sensibilidad del Gobierno a la ligazón cerveza-vino-hostelería constituye un acierto en tanto los dos primeros productos se consumen y distribuyen a través del canal hostelero y, en muchos casos, como el de las pymes en sentido amplio son una variable básica de su facturación.

En el plano concreto es importante destacar un hecho que a menudo se olvida. El vino y la cerveza generan en España más de 280.000 puestos de trabajo, entre directos e indirectos, y buena parte de ellos se concentran en la hostelería. Solo la cerveza promueve más de 185.000 empleos en estos locales. No en vano estas bebidas motivan el 30% de las visitas a estos establecimientos, algo más que el café, frente, por ejemplo las destiladas, que de acuerdo con los datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente suponen sólo un 2% de las ocasiones de consumo. En consecuencia, el alza impositiva sobre estas bebidas tendría un mayor impacto negativo sobre el empleo y la actividad hostelera que hacerlo sobre aquellas otras cuyo peso sobre ésta resulta marginal.

La existencia de una diferenciación en el trato fiscal dispensado el vino y a la cerveza frente a los destilados goza de un amplio consenso nacional. El propio PSOE en su programa electoral excluía al vino y a la cerveza del incremento impositivo del 10% que proponían, lo que muestra la relevancia económica y social de esos dos productos. Asimismo, en otros países europeos, como el Reino Unido y Dinamarca se acaba de aprobar una reducción del impuesto que grava el consumo de cerveza para contribuir a mejorar las cifras de empleo, el crecimiento y la inversión en la hostelería danesa y británica.

A la hora de evaluar la aportación a la economía nacional y a la recaudación de determinadas bebidas es imprescindible incluir en el análisis factores de naturaleza metaconómica pero con incidencia en la economía como son los hábitos y la cultura de cada sociedad. El vino y la cerveza o la sidra se acompañan con algo de comer, lo que les proporciona de un claro efecto multiplicador frente a otras bebidas cuyos patrones de consumo directo e indirecto son radicalmente diferentes. Un reciente estudio de Eretema que relaciona el consumo de la cerveza con la tapa pone una cifra a esta costumbre: el 30% de la caja de muchos de los 220.000 bares es gracias a la unión de cerveza y tapa y, si a ello le sumamos el valor del binomio vino y tapa, la cifra resultante es aún más relevante.

Cuando se analiza la incidencia de los impuestos debe tenerse en cuenta no solo el gravamen directo sobre las bebidas. El volumen total de recaudación, como consecuencia de la producción de cerveza y vino, incluyendo lo generado en hostelería, ya sea vía IRPF, cotizaciones e IVA, fue de 4.800 millones en 2011, a lo que habría que añadir 2.800 millones de los destilados. Dado que buena parte de las bebidas se consumen en hostelería, podemos concluir que existe una dependencia de la recaudación que obtiene el Estado de nuestras bebidas con ese sector. Todo ello, sin tener en cuenta que la cerveza y el vino que se consume se elaboran casi de manera exclusiva en nuestro país. Se trata de una industria nacional.

La crisis ha castigado con dureza al sector hostelero, especialmente desde su inicio en el cuarto trimestre de 2008. Su facturación ha bajado en torno al 20% en términos agregados y, por supuesto, la cerveza no es ajena a esta situación, si se tiene en cuenta que el vino y la cerveza llegan a generar la mitad de las cajas de los establecimientos. A pesar de todo, existe un dato alentador. Los últimos datos de afiliación a la Seguridad Social en hostelería en abril. Si la trayectoria se mantiene podremos seguir contribuyendo a la dinamización de ambos sectores, el de las bebidas fermentadas y la hostelería, y que las nuevas medidas apoyen esta senda.

Jacobo Olalla Marañón, director general de Cerveceros de España.

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