Firmas

Así habría arreglado Margaret Thatcher la crisis actual

  • Su gran cualidad fue la capacidad de cambiar el panorama político
En la imagen, Margaret Thatcher.

Hoy los ojos de todos se fijarán en la Catedral de San Pablo. No se había congregado tanta gente de todo el mundo en un acontecimiento en la catedral desde que el príncipe Carlos contrajo matrimonio con Diana Spencer en el mismo glorioso entorno allá por 1981. El funeral de Margaret Thatcher, primera ministra británica desde 1979 a 1991, será un acontecimiento mediático mundial de idéntica escala aunque, evidentemente, no tan feliz.

Su muerte ha iniciado un debate sobre su legado, un debate que ha confirmado su lugar como uno de los más destacados líderes políticos del último medio siglo. Thatcherismo es tanto una palabra como una idea que sigue teniendo resonancia 22 años después de que perdiera su poder. No puede decirse lo mismo de Blairismo ni de Clintonismo o Merkelismo, por importantes que sean. La gente sigue fascinada por Lady Thatcher, porque defendía algo y tenía la voluntad y la valentía de luchar por ello, característica que no puede decirse que abunde entre los líderes políticos actuales.

Cuando deja este mundo, vale la pena preguntarse cómo nos habría guiado para salir de la crisis financiera que sepulta el mundo desde 2008. La respuesta: ignorando la creencia popular, decidiendo lo que había que hacer y después, averiguando cómo conseguirlo con independencia de los obstáculos que pudieran aparecer por el camino.

Lo que hacía a Lady Thatcher única entre los políticos de las últimas tres décadas era su certidumbre ideológica. Uno puede o no estar de acuerdo con sus políticas. Sin duda, en Reino Unido hay tantos que la odiaban como que la adoraban y su muerte es celebrada por unos y llorada por otros. Pero sabía lo que creía y se negaba a aceptar que fuera imposible conseguirlo.

Ese era el tema común de todas las grandes batallas de su carrera. A finales de la década de 1970, mucha gente daba por hecho que Reino Unido estaba condenado al declive permanente postimperialista. Ella le dio la vuelta. Gran Bretaña tiene sus momentos buenos y malos, como la mayoría de las economías desarrolladas, pero no puede discutirse seriamente que la dejó en mucho mejor estado de cómo la encontró.

Cuando la gente decía que no había forma de controlar los sindicatos, ella los desautorizó. Manteniéndose firme llamó al orden a las organizaciones que habían cobrado un poder extremo. Cuando los argentinos invadieron las Islas Malvinas, se negó a aceptar que era imposible montar una contrainvasión por mar a miles de kilómetros de distancia. La invasión fue errónea, y los isleños querían seguir siendo británicos, así que ignoró los riesgos y devolvió el golpe. Y cuando los expertos en política exterior dijeron que Occidente no tenía más opción que apaciguar a la Unión Soviética, también se negó a aceptarlo, y en su lugar se alzó por la libertad de los europeos del este y los rusos. Para ella, el equilibrio de poder de la Guerra Fría era inaceptable, el comunismo era malo y podía derrotarse. Tampoco tenía tiempo para la moneda única europea y, si lo vemos desde la perspectiva de 2013, le habría ahorrado al continente y al resto del mundo muchísimos problemas si también hubiera ganado esa batalla.

¿Qué hubiera hecho ella hoy?

Entonces, ¿cómo habría abordado la crisis financiera Lady Thatcher? Hay cuatro lugares por los que habría empezado. En primer lugar, le habría dado la vuelta a la creencia popular sobre el euro. Seguro que está claro para todos que la moneda única ha sido una catástrofe para todas las naciones que se unieron a ella. Al desestabilizar constantemente los mercados financieros, ha lesionado el crecimiento y la inversión por todas partes. La mayoría de los líderes mundiales han intentando desesperadamente apuntalarlo, por el temor a las consecuencias de la ruptura de la divisa.

El FMI no hace más que meter dinero para rescatar la moneda. Pero como dijo Lady Thatcher de la Unión Soviética, no tiene ningún sentido intentar apuntalar un sistema que no funciona. Aunque no se pueda estar seguro de lo que pasará, sería mejor empezar a desmontarla y sustituirla por algo que funcione mejor. Ella abogaría por la ruptura amistosa del euro, y habría ofrecido ayuda a países como Grecia y Portugal que la necesitan ayuda para salir. Sin duda ayudaría a las personas de los países ahogados por terribles recesiones, de la misma forma que su apoyo ayudó a los polacos y otros a mediados de la década de 1980.

A continuación, habría atacado a la deuda, y se habría aferrado al razonamiento económico más innovador. Según la creencia popular, hay que arreglar la crisis financiera creando frenéticamente más deuda. Es incorrecto, como la creencia popular de la década de 1970 de que se podía controlar la inflación controlando salarios y precios. Unos pocos economistas empiezan a identificar la propia deuda como el verdadero problema. Lady Thatcher habría liderado su trabajo, y lo habría llevado a la práctica. Sin duda habría creado un cierto dolor por el camino, pero ella habría alegado que valía la pena si el resultado final era una economía más saludable.

En tercer lugar, habría dividido los bancos. Las instituciones financieras demasiado grandes para fracasar son el equivalente de los monopolios nacionalizados de la década de 1970, una sangría para la economía y una afrenta para la decencia común. Hay que deshacerlos antes de que hagan más daño.

Por último, habría contenido el poder de los responsables de los bancos centrales que no han sido elegidos. Lady Thatcher siempre se mostró suspicaz ante los burócratas que pensaban que sabían más que nadie, y eso es en lo que se han convertido los responsables de los bancos centrales. Los bancos centrales están dedicados a un ingente experimento de imprimir dinero, pero no tienen ninguna legitimidad real para hacerlo. Lady Thatcher lo habría reconocido y habría empezado a llevar a los bancos centrales de vuelta al redil del control político. Es cierto, jamás sabremos exactamente cómo habría respondido ante los desafíos de 2010 frente a los de 1980. Pero la gran capacidad de Lady Thatcher era cambiar el panorama político. Y no es una cualidad que se vea mucho estos días, aunque se necesite más que nunca.

Matthew Lynn, director ejecutivo de la consultora londinense Strategy Economics.

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