
Como asegura el dicho, "¡qué poco dura la alegría en la casa del pobre!". En los últimos meses, los mercados han gozado de relativa tranquilidad, fruto de la mejoría económica de EEUU y Asia, y de un escenario menos sombrío en Europa.
Pero llegó Italia, Berlusconi y las elecciones, y las cosas comenzaron a torcerse. El hecho de que se pudiera interrumpir la línea de reformas acometida por el Gobierno de Monti asustó a los mercados, y con toda la razón. Desde entonces, la prima de riesgo italiana ha estado de capa caída, y más tras la rebaja de rating de Fitch al país, argumentado su profunda recesión y las incertidumbres que se abren por las dificultades para formar gobierno. El país lo pagó caro (y nunca mejor dicho) en su primera emisión de deuda tras la rebaja, ya que el coste del bono a tres años se situó en sus máximos desde diciembre de 2012.
Con el futuro de Italia aún sin resolver, nos topamos con Chipre. Después de varios meses de discusión sobre el rescate, las primeras noticias parecían positivas, reduciéndose el montante de 17.000 millones de euros a 10.000 millones. Los líderes europeos debatían la semana pasada las condiciones y el resultado ha llegado por sorpresa, cuando ya creíamos perdida la capacidad para sorprendernos.
Mal se han tomado las bolsas el anuncio de quita de los depósitos privados, a pesar de que el presidente chipriota ha dicho que era la única opción para evitar la quiebra del país. Entre las condiciones del rescate se incluye una tasa del 6,75% sobre los depósitos de hasta 100.000 euros y del 9,9% por encima de esta cantidad, esperándose recaudar con ello unos 5.800 millones de euros.
Hay quien se preguntará (como ocurrió con Grecia) por qué un pequeño país como Chipre ha robado la alegría a los mercados, sembrando números rojos a diestro y siniestro. Habría que señalar dos motivos bien diferentes. El primero atañe a la economía real, fundamentalmente a un país en concreto: Rusia.
Se estima que una quinta parte de los depósitos chipriotas pertenecen a Rusia, y empiezan a darse cifras sobre el impacto de la decisión adoptada por el Gobierno y Bruselas, aunque el baile de números (como es habitual en estos casos) no es menor: 2.000 millones, 4.000 millones de euros en pérdidas? La cifra es importante, pero más aún es entender que una retención de los fondos rusos podría poner a éstos en un serio aprieto a la hora de afrontar sus propios compromisos de pago. Y, si se estima que un quinto de los depósitos están en manos rusas, el volumen total en manos de extranjeros podría rondar el 40%, amplificándose así los efectos colaterales.
Pero después está el otro motivo, el intangible: el riesgo de contagio, que parecíamos haber olvidado en los últimos tiempos. Es cierto que el importe de 10.000 millones de euros es significativamente inferior al de otros países rescatados como Irlanda, Portugal, Grecia, pero en el caso de Chipre se ha traspasado una frontera muy delicada. Hasta ahora los ahorros se habían respetado y constituían un límite infranqueable. Si en los momentos de máxima tensión no ha habido en algunos países una fuga de capitales es porque los ahorradores confían en eso que llamamos Fondo de Garantía de Depósitos, que todos sabemos que protege nuestro capital hasta un determinado importe. Esta medida ha abierto la caja de los miedos y muchos se preguntan si esta medida se pondrá de moda.
Vayamos por partes. Para empezar, aún falta la aprobación de la medida por el Parlamento, algo que aún está por ver. El Disy (el partido del presidente Anastasiadis) necesitará el apoyo de otra formación para que la propuesta prospere, y nada más anunciarse ya se han pedido cambios en las condiciones (tasa del 3% para los depositarios con ahorros inferiores a 100.000 euros, en vez del 6,75%, y subida del 9,9% al 12,5% para los superiores a 100.000 euros).
Una medida excepcional
En segundo lugar, no pensamos que la medida sea de aplicación en otros países, y ayer se repitió hasta la saciedad que se trata de una medida excepcional y acotada para Chipre.
Pero no nos engañemos. Es un duro golpe para la confianza de los mercados, una confianza que estaba costando mucho recuperar. Esto puede suponer un paso atrás en algunos avances con mucho esfuerzo conseguidos. Los inversores que empezaban a mirar la renta variable con más optimismo pueden desistir de sus planes, y no sería en absoluto descartable pensar en una vuelta de algunos inversores a los activos refugio (oro, deuda alemana?), así como la entrada de capitales en países saneados (Suiza, Noruega, Suecia...).
Por último, pensamos que los inversores parecían estar buscando en los últimos días una razón para recoger beneficios. Los altos niveles de cotización alcanzados por algunos índices, los máximos históricos, las advertencias de sobrevaloración de algunas bolsas habían llevado a que se vieran señales de agotamiento en los mercados. La excusa llegó ayer. ¿Qué podría pasar a partir de ahora? A la espera de ver el desenlace del rescate de Chipre, lo más probable es que en los próximos días las aguas vuelvan a su cauce, una vez que se hayan delimitado perfectamente los riesgos derivados del problema chipriota.
Y es que si muchos aseguran que 2013 será el año del inicio de la recuperación, lo que parece claro es que no será el de la tranquilidad. No ganamos para sustos.
Victoria Torre, responsable de Análisis y Producto en Self Bank.