
Tengo una idea y siento que la puedo convertir en un negocio, en una actividad de la que pueda vivir. Quiero ser mi propio jefe, incluso es posible que pronto necesite la ayuda de otras personas. Cada día sueño con mi idea, la voy dando forma y perfeccionando. Estoy decidido a ponerla en práctica. Voy a emprender. Soy un emprendedor.
Las generaciones que han vivido en épocas de esplendor económico en donde los valores se identifican con el triunfo profesional más que con el triunfo personal y en las que las organizaciones demandan empleo, talento, inversión y mayores producciones, tienden a ralentizar su capacidad emprendedora o a sustituirla por la comodidad de los trabajos por cuenta ajena, bien remunerados, exentos de responsabilidad y riesgos. No significa que cunda el síndrome de Peter Pan, significa que la evolución de las carreras profesionales, el empleo, la promoción o el progreso laboral es más fácil. Son lo que hasta ahora hemos llamado buenos tiempos.
Sin embargo, las generaciones que deben desenvolverse en la presunta economía de la escasez, en la regresión, en la crisis y por ello en la dificultad, necesitan cambiar el chip y convertirse en proactivas, capaces de reinventarse y actuar, capaces de apoyar el nacimiento de un nuevo paradigma. En los momentos actuales, la sociedad globalizada tiene que buscar nuevos valores (o recuperar algunos perdidos en el baúl). Valores creíbles que permitan asumir la creatividad, la innovación, el impulso, el esfuerzo personal, la fe en uno mismo y en lo que hace, como fundamentos útiles.
Estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo orden: emprender no para sobrevivir sino para vivir, con mayúsculas. Es además un acto de voluntad, de mi voluntad como emprendedor y de mi intelecto. Históricamente ninguna generación ha estado tan preparada como la actual para enfrentarse a las exigencias técnicas, a las habilidades sociales empresariales que requiere el emprendimiento, a los conocimientos científicos, prácticos y tecnológicos necesarios para triunfar en los negocios. El campo está abonado para emprender y para convertir la idea, el impulso o a veces la obsesión en realidad, y por ende, para ser protagonista de mi propio desarrollo profesional. Pero para emprender y triunfar, tres consejos:
- Cuidado con el voluntarismo. Las cosas ni son, ni deben ser como yo quiero sino como realmente deben de ser. No existe el país de las Maravillas que Alicia idealizó, sino un escenario duro, a veces agresivo, que exige profesionalidad, constancia, rigor y buen criterio, recubierto todo ello por la constante presencia de la responsabilidad.
- Cuidado con la imaginación, sin ella poco podemos hacer, pero con un exceso de imaginación estaremos al filo del precipicio. La creatividad unida al entusiasmo es premisa necesaria pero no suficiente. Hay que salpimentarla con el conocimiento, la ética profesional y un cúmulo de elementos que desde la financiación hasta la experiencia del cliente recorre todos los escenarios.
- Cuidado con la excesiva autoconfianza o excesiva autoestima. A veces todo lo podemos, pero no siempre somos Superman. Mirada larga y paso corto. Por ello nuestra seguridad, la perseverancia, la profesionalidad, la experiencia y el criterio son la mejor garantía de éxito.
No hay que tener miedo a que las cosas no nos salgan como inicialmente hubiésemos pensado. Sopesando los riesgos, minimizando los efectos de una posible caída y siendo conscientes del ecosistema que los rodea, también aprendemos mucho, incluso más de nuestros fracasos. Es el momento de emprender y, sobre todo, es el momento de prepararse para emprender. Sin prisas pero con decisión. Es urgente, es necesario aprender a emprender. Aprovechar las oportunidades. A veces crear esas oportunidades y pensar siempre en positivo. Lo tengo claro: voy a emprender
Desde marzo se benefician más de 2000 alumnos de 47 universidades del programa de emprendimiento, Iniciativa Emprendedora, que imparte la Escuela de Organización Industrial y muestra a los alumnos universitarios cómo la creación de una empresa es una alternativa atractiva frente al empleo por cuenta ajena, donde puedan apostar por sus sueños y desarrollar su potencial creativo e innovador. Este programa cuenta con la cofinanciación de 2,5 millones por parte de la Dirección General de Industria y de la Pyme, de la Escuela de Organización Industrial y del Fondo Social Europeo.
Fernando Bayón, Director general de la Escuela de Organización Industrial, EOI.