Firmas

Viejo proceso, viejos números, nueva política

La negociación del Marco Financiero Multianual (MFF) 2014-2020 es una oportunidad perdida. Como en el pasado, la UE ha sido rehén de unas agonizantes negociaciones en dos consejos europeos independientes por sólo un puñado de dinero. El proceso indica claramente que el presupuesto comunitario sigue percibiéndose como un presupuesto de legitimación, del que cada Gobierno nacional intenta extraer el mayor rendimiento posible. Al igual que el proceso, los resultados siguen siendo conservadores.

En contraste con el acuerdo conseguido para el marco anterior correspondiente a 2007-2013, la única diferencia digna de mención tiene que ver con el tamaño de los fondos rurales. Allá por 2005, los Gobiernos nacionales acordaron dedicar el 0,45% de sus ingresos nacionales brutos al gasto agrícola. Ahora el porcentaje ha caído al 0,39% del ingreso nacional bruto comunitario para un presupuesto total que, de explotarse por completo, alcanzaría a duras penas el 1% del ingreso nacional bruto de la UE. Lo demás permanece prácticamente intacto, incluida la competitividad y el crecimiento, que en conjunto son responsables del 0,47% del ingreso nacional bruto de la UE frente al 0,46% de 2007-2013.

Cierto, si lo comparamos con 2007-2013, los recursos han pasado del capítulo de cohesión al de competitividad, pero en parte no es más que estético. La mayoría de los fondos contenidos en ambas partidas tiene objetivos similares. Así, no resulta deseable tratarlos de manera independiente, como si los proyectos de un capítulo mejoraran más el crecimiento que los contenidos en el otro. En segundo lugar, no todo el gasto del capítulo de competitividad llega verdaderamente a materializarse. Mientras la política es la misma de siempre, hay dos factores nuevos e importantes que tener en cuenta, referentes a la política del presupuesto comunitario. Uno es que durante toda la crisis, el presupuesto de la UE se utilizaba como garantía para prestar ayuda financiera a países que tenían dificultades, tanto si se trataba de países de la zona euro (a través del Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera, el EFSM) como si no (a través de la Ayuda Financiera a Medio Plazo, la MTFA). Para evitar exponer el presupuesto a riesgos, el reglamento de la UE que establecía el EFSM imponía que el valor de la garantía no podía superar el margen de los recursos propios . Como ahora los recursos propios se han establecido en el 1,23% de los ingresos nacionales brutos de la UE, el margen para 2014-2020 es del 0,28% de los ingresos brutos de la UE. El uso del presupuesto comunitario como garantía es, en principio, una nueva forma de concebir las funciones del presupuesto que pueden explorarse mucho más .

El segundo factor tiene que ver con el papel del Parlamento Europeo en virtud del nuevo Tratado de Lisboa. El Parlamento tendrá que prestar su consentimiento para el acuerdo sobre el Marco Financiero Multianual 2014-2020. Y lo que es más importante, el Parlamento participa como legislador en 70 leyes sobre un total de 80, que pretenden especificar algunos de los detalles técnicos que acompañan al acuerdo marco. Aunque el Parlamento sólo puede aceptar o rechazar el marco, puede proponer modificaciones a esta legislación más técnica de acompañamiento. Es un área en la que, sin que se le acuse de amenazar el funcionamiento de todo el Marco 2014-2020, el Parlamento puede intentar marcar la diferencia. El proceso que desembocó en el Marco 2014-2020 no ha cambiado del pasado. Habría sido una ingenuidad pensar que el paquete definitivo sería diferente al de 2007-2013. Algunos cambios del margen resultan visibles, pero algo radical exigiría volver a pensar por completo la gobernanza del presupuesto comunitario, empezando por los recursos propios.

Benedicta Marzinotto es investigadora en Bruegel.

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