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El éxito de una reconciliación

Hace hoy 50 años -el 22 de enero de 1963- el presidente Charles de Gaulle y el canciller federal Konrad Adenauer firmaron en el palacio del Elíseo de París el Tratado de Amistad Franco-Alemán. Se cerró una larga época de hostilidad y enemistad permanentes causa de sangrientos conflictos. El Tratado del Elíseo fue también un punto de partida para la integración política de nuestro continente. En la declaración que lo acompañaba se decía que "el fortalecimiento de la cooperación entre ambos países representa un paso indispensable por la senda hacia una Europa unida, que es la meta de nuestros pueblos". Quizá la imagen que mejor resume el mensaje del compromiso común es la del presidente François Mitterrand junto al canciller Helmut Kohl, tomados de la mano el 22 de septiembre de 1984 en Douaumont, cerca de Verdún, 70 años después del inicio de la Primera Guerra Mundial.

El centro de las conmemoraciones hoy será un acto en el Parlamento en Berlín. En él estarán los 577 miembros de la Asamblea Nacional francesa y los 620 diputados del Bundestag alemán. Previamente, Angela Merkel y François Hollande presidirán un Consejo de Ministros conjunto, con los miembros de ambos Gobiernos. Durante todo este año, Francia y Alemania celebrarán su amistad común dando a conocer la amplitud y diversidad de su cooperación. Mediante el Año Franco-Alemán se prepararán las próximas etapas de una relación intensa, equilibrada e indispensable para la buena marcha de Europa.

El Año Franco-Alemán ha sido concebido para celebrar la amistad entre dos pueblos. Más aun, para que los ciudadanos, a ambos lados del Rin, puedan recordar las razones que hacen de la cooperación un éxito desde hace 50 años. Su objetivo es movilizar a la juventud y a la sociedad civil en torno a proyectos concretos de futuro. Francia y Alemania están hoy unidas por una densa red de relaciones a todos los niveles. 2.200 ciudades y regiones están hermanadas. Más de 6.000 estudiantes franceses estudian en Alemania y más de 8.000 alemanes lo hacen en Francia. Uno de cada cinco alumnos alemanes aprende francés y más del 15% de alumnos franceses aprende alemán. Existen universidades e institutos de investigación comunes, un intenso intercambio de jóvenes e innumerables encuentros y contactos personales. Alemania es el primer socio comercial de Francia y viceversa. Las empresas francesas en Alemania generan 250.000 empleos y 350.000, las alemanas en Francia.

Hoy en día, la amistad franco-alemana nos puede parecer algo obvio. Ni políticos ni ciudadanos tienen ya la sensación de la naturaleza excepcional de estas relaciones. Sin embargo, esta conmemoración brinda a los europeos y especialmente a las generaciones jóvenes la oportunidad de recordar que la reconciliación no es una palabra vacía, sino una opción que hay que cultivar y fomentar.

La amistad es ahora más importante que nunca para superar la crisis y dar forma al futuro de Europa. La UE ha proporcionado a sus pueblos paz y prosperidad, aunque con la crisis vuelven a evidenciarse comportamientos irresponsables que ponen a prueba la solidaridad entre los países europeos. Solidaridad y responsabilidad; respeto a la dignidad humana y el bien común han de guiar la integración europea. Francia y Alemania deben recurrir a la historia de su reconciliación y su amistad para enfrentarse a los problemas. Pueden inspirarse en ella para ayudar a la UE a establecer sólidas estructuras políticas y económicas a largo plazo y una genuina justicia social.

Las relaciones entre Alemania y Francia han estado marcadas por grandes estadistas. Los lazos personales entre sus dirigentes fueron muy productivos: Helmut Schmidt y Valéry Giscard d'Estaing lanzaron la Europa monetaria. Helmut Kohl y François Mitterrand fueron, junto con Jacques Delors como presidente de la Comisión en Bruselas, los principales creadores de la moneda única... La relación entre Merkel y Hollande es complicada. La búsqueda del consenso no es fácil. Capítulos relevantes para la UE, como los presupuestos para el periodo 2014-2020, quedaron aplazados. No obstante, las sociedades francesa y alemana han pasado a tener un trato abierto. Su amistad trasciende el estado de las relaciones entre sus Gobiernos. Sus relaciones se han normalizado. Hay diferencias de opinión sobre las medidas a adoptar en la crisis de la Eurozona. Es una tensión política, si bien eso no implica una tensión social entre ambos países.

Es imposible avanzar hacia una profundización de la integración en la UE sin una posición común de Alemania y Francia. Mas en una Europa de 27 países esa bilateralidad no es suficiente. En el actual contexto de desorientación y falta de propuestas, Francia y Alemania pueden impulsar -como ya hicieran en su reconciliación- una concepción de Europa desde abajo. Una Europa para todos.

Marcos Suárez Sipmann, analista de relaciones internacionales. @mssipmann

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