
Desde hace ya tiempo vivimos bajo la presión de la crisis económica: caída de rentas, desempleo, deflación de activos, falta de crédito. Antes o después la crisis pasará, si bien probablemente las cosas ya no serán iguales. Costará tiempo, pero pasará. Sin embargo, en el horizonte se ciernen peligros que van más allá de la crisis actual. Estos días se han hecho públicos los primero datos de la encuesta del INE sobre el Censo de Población y Viviendas 2011. Esta labor se realiza una vez cada 10 años. En los próximos meses tendremos más datos; no obstante, los primeros ya los tenemos a mano. El informe, que ha pasado bastante desapercibido, muestra una situación preocupante, algo que en estos momentos de obligada reforma debería estar presente y sobre la que habría que dar ya los primeros pasos.
En primer lugar, cabe destacar el considerable aumento de la población. Los niveles de crecimiento en esta década han sido los de mayor cuantía registrados nunca. La población española se ha elevado un 14,6%, concretamente en casi seis millones de personas. Sin embargo, al ver los datos podemos señalar que este importante avance se ha debido principalmente a la aportación de la población extranjera, que constituye casi el 60% del incremento.
Otro punto relevante de dicho informe lo representa el aumento de la esperanza de vida de los nacionales. La llegada de inmigrantes a nuestro país debe ser leída como una importante contribución al desarrollo de este país: ellos aportan actividad económica y, en el caso que los que vienen a trabajar, contribuciones a la problemática situación de las pensiones públicas -no debemos olvidar que la Seguridad Social es un sistema de reparto, no de aportación definida-. Además, los que ingresan en nuestro país tienen una edad media inferior a la de los españoles, lo que hace que permita cierto efecto de freno al envejecimiento de la población residente en nuestro país. Asimismo, me gustaría añadir que la diversidad, la mezcla de culturas y pueblos es siempre enriquecedora en todos los aspectos.
Un verdadero problema de futuro
Dicho todo lo anterior, el problema radica en el envejecimiento, y eso que la tasa de natalidad en la última década ha remontado algo. Al ver la pirámide de población vemos un drástico recorte en el número de personas entre los 10-30 años, un considerable aumento en el grupo de población que va desde los 30 hasta los 60 y, a su vez, un incremento de los integrantes de la tercera edad. En el informe no aparece, pero es un dato conocido y que debemos tener presente que en este momento por cada pensionista hay dos personas activas que aportan los recursos para pagar la pensiones, además de que el acceso al mercado laboral es cada vez más tardío.
Como en los cócteles, mézclese todo y qué tenemos: un verdadero problema a futuro. En primer lugar, el ya tan comentado asunto de las pensiones, donde las reformas se deben implementar inmediatamente, máxime cuando por la crisis actual estamos tirando de la gran hucha de las pensiones, que estaba pensada para suavizar los efectos de nuestra pirámide.
Pero hay más cosas que creo importante resaltar, pues quizá el problema de las pensiones eclipse otras cuestiones. El alargamiento de la esperanza de vida debe o debería haberse puesto encima de la mesa por parte de las comunidades que están privatizando su sanidad. De la privatización de la sanidad ya comenté en este mismo diario que se estaba llevando a cabo sin un informe sólido, sin datos y sin números. ¿Qué va a ocurrir cuando el coste sanitario aumente, dado que los enfermos crónicos y las personas de más edad son los que mayor peso tienen en la factura de la sanidad? ¿Vamos a seguir teniendo la calidad que hasta el momento se tiene?
No es esta una observación baladí. En Suecia, cuyo sistema sanitario ha sido privatizado en los últimos quince años, se está estudiando un aumento de la imposición. Por añadidura, un amplio porcentaje de la población sueca está en contra ideológicamente de que se haya perdido ese carácter público. No están descontentos con la calidad, pero sí con que sea público y con las ganancias obtenidas por los grupos privados cuando el sistema fue montado por el Estado.
Habrá que invertir en dependencia
De forma colateral surge otro problema: la dependencia. También estos días de recortes estamos asistiendo al despido y fuertes contracciones de la plantilla de trabajadores asignada a actividades de dependencia. A nadie descubro que un envejecimiento de la población depara la necesidad de incrementar los recursos para una correcta atención a este apartado. Deben incrementarse mediante medidas fiscales y con la difusión pública esta cuestión, precisamente en un momento donde el sector asegurador está llevando a cabo importantes ofertas y lanzamientos de productos que cubran este riesgo. Ha de tenerse presente que el envejecimiento de la población, unido al aumento de los hogares de solteros o unipersonales, generará un alza de la cobertura de estas prestaciones, algo a lo que una sociedad avanzada no puede renunciar en ningún momento.
Estos son, quizá, los principales problemas que nuestra sociedad encarará en el futuro, pero no los únicos. Un ejemplo: el coste y cobertura de los fármacos, que está indisolublemente ligado a la edad. La crisis económica pasará, pero, como al principio señalaba, antes o después este problema de envejecimiento traerá exigirá soluciones sin demora. Es necesario abordar los problemas de los que tenemos la certeza de que surgirán. Si reformamos, hagámoslo teniendo presente el futuro.
Miguel Ángel Bernal Alonso, profesor y coordinador del Programa de Renta Fija del IEB.