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Kazajistán, un paÍs de oportunidades

Entre los retos con los que se enfrenta la economía española está intensificar los procesos de internacionalización de sus empresas.

En el contexto de creciente globalización de las economías, la internacionalización no puede verse sólo como una reacción coyuntural ante la crisis. Las empresas deben buscar a través de estos procesos la manera de mejorar su competitividad, mediante la obtención de ahorros y ventajas comparativas frente a sus competidores a lo largo de toda la cadena de valor de sus productos o servicios. En este sentido los ya mal llamados mercados emergentes ofrecen numerosas oportunidades y deben ser considerados prioritarios para muchas de nuestras compañías, tanto por sus ritmos de crecimiento como por los ahorros de costes y ventajas de todo tipo que pueden aportar.

Hasta ahora, los mercados emergentes o mercados en crecimiento se han asociado a grandes economías, como los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) o los MINT (México, Indonesia, Nigeria y Turquía), pero su extensión está siendo muy rápida y amplia a lo largo de todo el mundo. Una buena muestra de ello es lo que está ocurriendo en los Estados surgidos de la descomposición de la antigua Unión Soviética, los denominados CIS (Commonwealth of Independent States).

Fijémonos en el que es, probablemente, el más emblemático de todos ellos: Kazajistán, país de tránsito entre Oriente y Occidente donde se está construyendo, en palabras del reconocido experto en geopolítica mundial Parag Khanna, la "nueva 'Ruta de la seda' del petróleo". Según un reciente estudio de Ernst & Young, el 85% de los inversores que operan en este país consideran que es el más atractivo para hacer negocios de todos los que integran la CIS, y el 92% manifiestan no arrepentirse de haber tomado la decisión de invertir en él.

Seguro que no son ajenos a estos datos ni la enorme riqueza que la república centroasiática alberga en su subsuelo (con sus abundantes reservas de petróleo, gas, zinc, plata, uranio, plomo, e incluso de oro), ni su privilegiada posición geoestratégica, a caballo entre Europa, China, la India y los países de Oriente Medio, ni las necesidades de desarrollo de sus infraestructuras e industrias.

Pero hay algo más: Kazajistán en poco más de 20 años de país independiente ha sabido manejar con habilidad y decisión su estratégica posición para abrirse al mundo, desarrollando, en palabras de Acemoglu y Robinson, una política inclusiva que les ha permitido en poco tiempo pasar de ser una economía dirigida a ser una economía de mercado en la que el sector privado representa la mayor parte.

El Gobierno de Kazajistán está desarrollando una ambiciosa política dirigida a diversificar su economía, para evitar la excesiva dependencia de las materias primas, eliminado barreras administrativas y aduaneras, apostando por la innovación y el desarrollo industrial y favoreciendo la inversión extranjera, lo que le ha llevado a pasar del puesto 58 en 2011 al 47 en 2012 en el ranking de "Facilidad para hacer negocios" del Banco Mundial. Además, de acuerdo con el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, Kazajistán ocupa en la actualidad el puesto 51, pero ha alcanzado este año el 16 en términos de estabilidad macroeconómica y el 55 en términos de preparación tecnológica. Algo que es especialmente destacable si se tiene en cuenta que Rusia, su vecino y primer socio comercial, ocupa el puesto 67 en esta categoría.

Otros indicadores internacionales ayudan a entender la situación de este país y de sus posibilidades. Según Naciones Unidas, en Kazajistán el Índice de Desarrollo Humano (un índice compuesto de datos referidos a riqueza, educación y salud, que va del 0 al 1) se situaba en 2011 en el 0,74 frente al 0,69 en el año 2000, con una de las tasas de crecimiento más alta del mundo en los últimos años; en el Índice de Libertad Económica su posición es el 65 de 179 países, con una evolución positiva en los últimos ejercicios y en el Índice DHL de Conexión Global 2012 (que ofrece una idea del grado de apertura y de implicación en el comercio mundial) Kazajistán está en el puesto 54 de 140 países, mejorando 5 lugares respecto al año pasado.

Todos estos factores explican que la economía de Kazajistán creciese un 7,5 por ciento en 2011 y que las estimaciones para el periodo 2013-2017 se sitúen entre el 6 y el 7,6 por ciento.

Las perspectivas de crecimiento, un nivel de renta per capita creciendo a fuerte ritmo y que se acerca a los 15.000 dólares y el interés de los kazajos por atraer inversiones extranjeras ofrece numerosas oportunidades en sectores como la industria extractiva, las telecomunicaciones, la agroindustria, los bienes de consumo, las infraestructuras y el transporte, en los que nuestras compañías tienen mucho que decir y que aportar.

Por todas estas razones, los inversores españoles deben valorar y estudiar las oportunidades que existen para nuestras empresas más allá de nuestros mercados tradicionales. Kazajistán y el resto de los CIS representan un nuevo horizonte, al que debemos mirar con interés y sin perder ni un minuto.

Gonzalo Solana, director de la Cátedra Nebrija Santander en Dirección Internacional de empresas.

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