
Almunia habla de película. Ha hablado y, tras sus palabras, los tenedores de preferentes de los bancos nacionalizados ya han perdido entre un 40 y un 50%, que bien mirado no es tanto como el 100% de pérdida que les corresponde, dado que poseen títulos de entidades quebradas. La Comisión es consciente de que se vendieron a muchos minoristas desinformados que confiaban plenamente en quien no debían, y por eso se aviene a limitar sus pérdidas.
Pero, quizás por las fechas en las que nos adentramos, Almunia, como si se tratara del calvo de la lotería, ha repartido más premios. A los trabajadores de esas entidades quebradas no les será de aplicación la reforma laboral que, sin embargo, de forma implacable se le aplica a todo hijo de vecino.
Impunidad para los de arriba
CCOO expresaba su satisfacción porque dados sus parcialmente católicos orígenes recuerda el "muchos son los llamados y pocos los elegidos". Seguro que al resto de los españoles les cae bastante peor que el mantenido colectivo bancario nacionalizado, que tantas tropelías ha hecho, siga recibiendo prebendas. Pero, si sus altos directivos a buen seguro salen indemnes, ¿sería justo que pagaran los platos rotos los de abajo? Siempre es mejor que paguen los demás y que sean otros los que por el mal hacer de esas entidades se vean en la calle, sin trabajo o sin su dinero. Además, hay una comisión de investigación parlamentaria, claro síntoma de que todo por arriba podría quedar impune. Si Dostoievski levantara la cabeza le cambiaría el nombre a Crimen y castigo por Crimen e indemnización.
Pero donde Almunia ha estado enorme es al definir el horizonte de Novagalicia Banco y Catalunya Caixa, que pasan de ser zombis a replicantes en plan Blade Runner. Ha sido el momento Harrison Ford estelar del comisario, definiendo cinco años de vida independiente para estos entes, tras los cuales o se venden o se liquidan, eso sí, ordenadamente. Ahora mismo me voy a una sucursal de esas entidades a iniciar una estable relación bancaria con ellas porque como puede que las liquiden ordenadamente no hay de lo que preocuparse, ya que el orden es el orden. Bonita forma de quitar incertidumbre sobre su futuro.
Y como Almunia también ha visto El hundimiento, se ha puesto en plan Führer a definir las fronteras de Europa, confinando a las entidades nacionalizadas en sus territorios históricos como hubiera dicho Ibarretxe. "Su expansión más allá de las fronteras del territorio conocido ha conllevado altos riesgos", como si se hubieran ido a descubrir las Indias Occidentales. Resulta un argumento peregrino tras el cual no está sino el interés de quienes desean convertir a esas entidades en replicantes sin futuro.
No caer en la tentación inmobiliaria
El momento Moisés con la zarza ardiendo en Los diez mandamientos lo ha interpretado a la perfección cuando impone a las entidades apartarse de la tentación inmobiliaria, en justo castigo a sus excesos. Es un mandamiento que les será fácil cumplir, porque hay poco que promover, que no se preocupe, pues ha quedado todo promovido, al menos por los cinco años de vida que a dos de esas entidades les quedan, y así además facilita al resto de bancos que tienen suelo que lo puedan promover para ir dándole valor y deshacer provisiones, se vendan las viviendas o no de inmediato, y a la propia Sareb que haga lo propio.
Seguramente la oreja del comisario se haya puesto roja de escuchar por teléfono la necesidad de darle a Bankia el mismo matarile diferido que a las otras dos, pero ha pesado más el Gobierno a la hora de mantener activa esta entidad sine die. Activa, pero reducida, disminuida, confinada en sus territorios históricos y mermada en su capacidad operativa. No ha podido interpretar a Rex Harrison en el papel de César recogiendo la cabeza de Pompeyo al llegar a Egipto en la película de Mankiewicz, porque ya era mucho Harrison, pero ha dejado un banco serie B como actor muy secundario.
Donde lo ha bordado es en Cariño, he encogido a los niños, al fijar que las entidades perderán un 60% de sus activos. Esto les viene de cine al resto de los bancos, y nunca mejor dicho, puesto que entre las limitaciones operativas, el confinamiento en sus territorios, la obligación de cierre de sucursales y de venta de otros negocios el panorama bancario español queda tan claro como que quedan Siete novias para siete hermanos.
Sí, el burócrata de Almunia, al que ningún ciudadano ha elegido para mandar tanto como manda, ha sabido conjugar de película todos los intereses creados. Al fin y al cabo vendrán 36.965 millones de euros, es decir, el 3,6% del PIB, en unas excelentes condiciones financieras para repartir entre las cuatro entidades nacionalizadas, de las que al final sólo quedará una. Los otros pueden respirar tranquilos.
Juan Fernando Robles, profesor de Banca y Finanzas.