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Innovación institucional y diversidad

Una de las cuestiones más relevantes de la actualidad política y social tiene que ver con la manera de tratar la diversidad dentro de la sociedad española y la forma en que la cooperación territorial se puede activar para conseguir un sistema social que progrese al servicio del bienestar de los ciudadanos. Pues bien, ésta es una cuestión básica cada vez que nos acercamos a un ecosistema de innovación. De hecho, estaríamos hablando de innovación social centrada en la necesidad de abordar un proceso de innovación institucional.

Uno de los aspectos fundamentales para que una sociedad, una organización o una empresa progresen es el que tiene que ver con el reconocimiento de la diversidad y su puesta en valor a partir de las diferentes perspectivas con las que se puede abordar una misma realidad. De manera muy clara, la diversidad aparece como un indicador del potencial de innovación de cualquier colectivo.

El discurso de la diversidad se lleva bien en la teoría y se soporta mal en la práctica. Tiene mucho que ver con el respeto al otro, con el riesgo de perder la razón y con la pérdida de nuestro espacio de comodidad. Y esto es difícil de practicar. Incluso podemos aceptar la importancia de la diversidad, pero desde lejos, siempre que no haya cuerpo a cuerpo. O sea, que en teoría bien, pero, en la práctica, que lo practiquen otros. Ahora bien, asumir el potencial de la diversidad no es suficiente. Se trata de reconocer la diversidad para ponerla en valor. Y esto es más difícil, porque supone compartir e implica cooperar. De ahí que la diversidad sólo la podamos entender en un sentido útil y práctico si se activa la cooperación.

La cooperación constituye uno de los misterios del comportamiento de los seres humanos. No sabemos por qué se coopera o por qué no se coopera. Desde Darwin, filósofos, matemáticos, psicólogos, sociólogos? se preguntan por la cooperación. Los intentos de desentrañar este misterio han formulado diversas teorías, desde la genética a los juegos y las matemáticas. Y seguimos sin resolver el enigma, la fórmula mágica que nos llevaría a cooperar.

Cualquier sistema social o particular se juega su competitividad -esto es, su capacidad de progresar, de dominar la incertidumbre- en hacer cooperar lo diverso. La diversidad de disciplinas o aproximaciones a un tema, la diversidad de enfoques desde una misma disciplina, la diversidad intergeneracional, de los jóvenes y los viejos, los discípulos y los maestros? siempre se manifiestan en la diversidad de personas. Y ¿cómo hacer para poner en valor la diversidad?

Seguramente uno de los requisitos fundamentales para que la diversidad reconocida se ponga a trabajar en común es que se compartan valores. Si no se comparten valores, las posibilidades de alinear la diversidad en busca de un objetivo común son nulas, al menos si buscamos un proceso sostenible en el tiempo. Y luego viene la cooperación, que tiene que ver con valores y con liderazgo, que es la clave para hacer que lo diverso confluya.

Diversidad y cooperación van de la mano y se proyectan en el espacio físico. Existe un perímetro de actuación para que la diversidad se transforme en algo útil a través de la cooperación. Y, en ese perímetro, la cuestión de la utilidad va a tener que ver con la densidad de la diversidad. Excesiva diversidad en el perímetro puede hacer inviable la capacidad de la cooperación para ponerla en valor. El ruido de las diferentes voces puede ser ensordecedor e imposibilitar su transformación en un coro melodioso. Hay un tamaño óptimo para el coro, para la orquesta, para el abanico de diversidad asumible.

Me parece que en el horizonte político que se adivina, con la necesidad de articular la cooperación entre lo diverso a nivel de su configuración institucional, va a ser necesaria una buena reflexión sobre la adecuada densidad de diversidad a la vista del objetivo perseguido y de las posibilidades de que la cooperación pueda actuar como un catalizador eficiente. La eficiencia de la cooperación no es independiente de la densidad de diversidad. Así que la cuestión se complica. ¿Diversidad? Fundamental. ¿Cuánta? Depende. ¿Dónde? Depende, también. Algo que no parece resolverse con el "café para todos".

José Luis Larrea, presidente de Ibermatica.

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