
Los mercados siguen concediendo el beneficio de la duda a los políticos europeos, y por ello tanto el euro como los bonos de España e Italia están disfrutando de un aligeramiento de la presión a la que se han visto sometidos en los meses pasados. Pero para que se mantenga esta situación es necesario que las promesas realizadas sobre determinadas actuaciones se lleven a la práctica -y antes mejor que después-.
Los mercados quieren ver como funcionan las compras de bonos por parte del BCE, después de que hayan sido activadas por la petición de ayuda al MEDE. También, los inversores se encuentran expectantes sobre los avances en el desarrollo de la unión bancaria.
De momento, lejos de producirse estas confirmaciones, lo que presenciamos son desacuerdos, divisiones e incluso retrocesos. Nada indica que se den pasos decididos en esta dirección. El primer ministro británico amenaza con vetar el Presupuesto de la Unión Europea que se tiene previsto sacar adelante en la próxima reunión de líderes europeos. Cameron pretende reducirlo y rechaza un ligero incremento de éste. Angela Merkel se apresura a desmentir los rumores de que esta reunión se cancelará para evitar el rechazo británico. Y Cameron no tiene reparos en declarar que su prioridad no es ganar amigos en esas reuniones, sino proteger a los contribuyentes británicos. "Lo que importa es si se consigue un buen acuerdo para Gran Bretaña, no lo que los demás dicen sobre ti". Esta actitud beligerante del Reino Unido es el resultado de su desacuerdo en asuntos básicos y necesarios para la profundización de la Unión Europea y monetaria como es la unión bancaria. El Reino Unido no ve con buenos ojos la idea de un supervisor único y que la City londinense tenga que rendir cuentas a un banco central ubicado en Fráncfort. Pero el desacuerdo no viene sólo de Inglaterra. Alemania también tiene una visión diferente de la unión bancaria de la que propuso la Comisión Europea. El supervisor, según los alemanes, no deberá ser para todos los bancos europeos sino sólo para los sistémicos, es decir, los más grandes. Los pequeños, como las cajas de ahorros, que precisamente son los que tienen mayores problemas por la mala calidad de sus activos deberían quedar bajo la supervisión nacional. Además, Alemania cree que un fondo común de garantía de depósitos, elemento necesario para evitar la fuga de éstos, necesita de mayor tiempo e integración antes de conseguirse.
Por si fuera poco, ha descartado cualquier posibilidad de que los bancos españoles e irlandeses puedan ser recapitalizados de manera directa y con carácter retroactivo por el Mecanismo de Estabilidad Europeo -y de esa manera quitarle el peso de esa deuda a los Estados correspondientes-. Según Merkel, una vez que se establezca el supervisor único, los fondos se utilizarán para apuntalar a los bancos que lo requieran a partir de entonces.
Los mercados financieros pecan a menudo de crédulos. En su afán de anticipación, pueden dar por hecho lo que se niega en el día a día. Es cierto que, cuando reaccionan en contra, lo hacen sin ningún reparo y se deshace todo en muy poco tiempo. Es por esta razón por la que a medida que pasa el tiempo y no se avance ni progrese en cualquiera de las materias tan largamente esperadas, como son la unión bancaria o la petición de ayuda de España, el riesgo de desplome de la renta fija y de las bolsas son cada vez mayores. Por supuesto, el euro también sufrirá las consecuencias, aunque éste no depende sólo de la inactividad europea, sino que se ve afectado por el activismo norteamericano en favor de un dólar débil que beneficie a su economía y abarate su enorme deuda.
Miguel Ángel Rodríguez, analista de XTB.