En las elecciones legislativas anticipadas de ayer Holanda apostó claramente por Europa. No ha calado el mensaje de odio a Bruselas y a los derrochadores países del sur. La quinta economía de la eurozona ha respaldado la Unión.
El partido liberal (VVD), con 41 escaños, diez más que en 2010, se ha confirmado como la primera fuerza del Parlamento holandés, formado por 150 diputados. Los laboristas (PvdA), con 39, aumentaron nueve escaños respecto a los comicios anteriores.
El Gobierno minoritario del liberal Mark Rutte había dimitido en abril pasado, tras un desacuerdo sobre la reducción del déficit público con su aliado, el partido del ultraderechista y antieuropeo Geert Wilders.
El dirigente liberal ha conseguido los mejores resultados en la historia de su partido, lo que parece indicar que Holanda seguirá la línea alemana en materia de austeridad presupuestaria. Sin embargo, esta continuidad no se prevé completa. Rutte tendrá que compartir el poder con toda probabilidad con los laboristas para gobernar en mayoría.
Ambas fuerzas quieren un Gobierno estable y proeuropeo. No obstante, sus visiones socioeconómicas difieren. El conservador Rutte considera el resultado un "impulso para seguir con nuestra política en materia de seguridad, inmigración, y seguir el curso de los últimos dos años". El líder laborista, Diederik Samsom, formará un Ejecutivo estable "si los resultados electorales se traducen en un programa de gobierno". Aclara que "la política de derecha de los últimos años no seguirá".
En el frente interno del nuevo Ejecutivo figura la reforma de la sanidad, que puede seguir la senda de una mayor privatización; la edad de jubilación, que podría retrasarse con la consiguiente revisión de las pensiones, y la reducción de las generosas ventajas fiscales para las hipotecas.
Alineación con Finlandia y Alemania
Hay coincidencia en la necesaria solidaridad con Europa del sur. No así en la receta para combatir la crisis. Rutte quiere seguir alineado con Finlandia y Alemania a la hora de aplicar estrictos recortes para mantener el déficit debajo del 3 por ciento marcado por el Pacto de Estabilidad. Disciplina con los países que soliciten un rescate de sus economías. Por su parte, Samsom desea incluir reformas estructurales y la creación de empleo. Velar por que la austeridad no barra el Estado del bienestar. Los laboristas holandeses se encuentran muy cercanos a la posición francesa del presidente François Hollande, que propone la reactivación económica para enfrentar la crisis.
Por encima de los principios básicos de cada partido se impone el pacto. A pesar de su mayoría de 80 escaños, liberales y laboristas intentarán integrar a la coalición a un pequeño partido centrista para afianzar así su política. El lado negativo es que las negociaciones pueden alargarse. Pero no parece que vaya a repetirse lo sucedido en las pasadas elecciones de 2010 que duraron más de 125 días lo que significó una grave fuente de incertidumbre para la eurozona.
Holanda recobra la normalidad y retoma el camino proeuropeo. Mediante una coalición que conjugue el rigor presupuestario con estrategias de crecimiento puede muestrar el camino.
La segunda lección ha sido el rechazo al populismo. El xenófobo Wilders -contrario a la inmigración y partidario de abandonar el euro y la UE- perdió casi la mitad de sus escaños. Empata con los socialistas radicales del SP, junto a los que pasa a convertirse en tercera fuerza política.
Otra buena noticia
Otra buena noticia fue la decisión del Tribunal Constitucional alemán de autorizar la adopción por el Gobierno de los mecanismos concebidos para acudir al rescate de los países de la eurozona más golpeados por la crisis financiera, como España e Italia.
Se podrán firmar las leyes sobre el futuro Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y el pacto fiscal, aprobados por el Parlamento a fines de junio, pero bloqueados por una serie de recursos de constitucionalidad. Estos recursos generaban ansiedad en los mercados y creaban tensiones en el Gobierno conservador de Angela Merkel.
Los ocho magistrados consideraron que el MEDE es "en gran parte conforme a la exigencia constitucional de que la soberanía fiscal permanezca en manos del Bundestag (Parlamento federal alemán)".
Pese a algunas reservas, los jueces han renunciado a bloquear la política anticrisis europea. Con el pacto fiscal y el MEDE, que entrará en vigor el año que viene, esta crisis se combate, casi exclusivamente, con medidas para facilitar la recuperación del sector financiero mediante la devolución de las deudas. Los grandes sacrificios que esto implica para la ciudadanía europea en los países del sur deberían ser contrarrestados en lo posible con medidas de estímulo.
Conseguirlo es el gran reto de una Europa que, en medio de la crisis, ayer vivió una jornada esperanzadora.
Marcos Suárez Sipmann. Analista de relaciones internacionales. Twitter: @mssipmann.