Firmas

Juan Fernando Robles: 'Marca', puros y segundo rescate

Aunque Rajoy se empeñe en que no corre prisa solicitar el rescate y en que hay que pensarlo bien, muchos nos preguntamos a qué espera para reconocer que la financiación del Estado no tiene remedio sin obtener las facilidades que pone a nuestra disposición el Eurogrupo.

Si piensa que retrasando la decisión podrá llegar al próximo Consejo Europeo con nuestros socios más nerviosos sobre el futuro del euro y además ganar las elecciones gallegas del 21 de octubre, puede equivocarse por completo, como se equivocó en las elecciones andaluzas, perdiendo un tiempo precioso.

Este Gobierno no ha hecho sino retrasar decisiones sobre situaciones que están muy claras. Ahora quiere apostar por que sea un rescate de reformas y no de recortes. La frase queda estupenda, pero no hay quien se la crea, sobre todo porque nadie apuesta por que en la actual situación sea posible cumplir los objetivos de déficit fijados para este año y para el próximo.

La política económica de este Ejecutivo tardón es la contraria a la que figuraba en su programa electoral y está agudizando una recesión de la que pretenden salvar al Estado, se hunda quien se hunda. La tesis de que el déficit es la prioridad del Gobierno es la mejor forma de hundir un país, pues parece que para conseguir ese objetivo sólo es posible sacarles dinero a los contribuyentes aunque haya que ponerlos cabeza abajo y agitarlos, que prácticamente es lo único que les queda por hacer.

En lugar de eso, podrían haber tenido diseñada desde la oposición una rápida reforma de la Administración Pública y estaría ya implementada y dando sus frutos; pero eso es demasiado pedirle a un Gobierno de políticos profesionales que llevan viviendo de lo público desde que echaron los dientes. No comprenden que o el Estado reduce drásticamente su tamaño e ineficiencia o este país no tendrá la menor solución, porque aunque lleguen a poner los impuestos en el infinito, la recaudación tenderá a cero.

La errónea política económica, que sin embargo nuestros acreedores aplauden por la apariencia de austeridad que comporta, no es sino una improvisación para quien de verdad no tenía un plan que aplicar cuando criticaba al Gobierno anterior.

El PP de Rajoy es una tremenda decepción para sus votantes y para España entera. Su idea de lo que hay que hacer no difiere mucho de la que podría haber aplicado un Zapatero grogui, y así el PSOE no ha tenido más remedio que meterse en el cuarto de estudio para ver qué oposición hace; tienen complicado tirar para cualquier lado, ya que podrían estar haciéndose la oposición a sí mismos, en tanto en cuanto seguramente no hubieran tenido ocurrencias muy diferentes: subir impuestos, subir impuestos y subir impuestos? y hacer tres reformas financieras -las dos primeras ineficaces y la última con todo aquello que ya se les dijo que regularan-, pero que sólo han acometido cuando se lo han impuesto desde fuera gracias al crédito a la banca.

Rajoy está haciendo la estatua desde que asumió el poder. Sus grandes convicciones en lo político le llevan a decir que no es partidario de hacer una determinada cosa, pero que si la tiene que hacer la hará. Es por eso por lo que no tiene mucho valor lo que pueda decir, porque mañana bien podría decir todo lo contrario. Aplica el programa veleta de quien nunca tendrá los vientos favorables porque jamás sabrá a dónde va.

Es por ese motivo por el que cuando dice que su prioridad es no tocar las pensiones, más les vale a los pensionistas abrirse una cuenta de ahorro que seguir gastando: sus palabras no garantizan absolutamente nada. Son promesas huecas y palabras sin valor.

Nuevo motivo: elecciones

Ahora don Tancredo ve un nuevo motivo para subirse al pedestal y esperar la embestida del toro: elecciones a la vista. Pero no por eso hemos de confiar en que va a lograr convencer a sus socios europeos de que lo que importa es su voluntad de cumplir sus compromisos, no que sean finalmente cumplidos, y que está haciendo los deberes. Don Tancredo no está haciendo los deberes, sino arrasando el sistema productivo con una política fiscal y de rentas que es un verdadero desastre. Veremos estas Navidades cómo bajará el consumo.

El segundo rescate será inevitable, pero llegará tarde, como de costumbre, aunque con el puro fumado y el Marca leído, eso seguro. Y para entonces la Administración estará intacta y el déficit desbocado, razón por la que tendrá que bajar el seguro de desempleo y las pensiones, así como implementar el copago sanitario, como imposición exterior y única alternativa. Pero no importará, porque, haya dicho lo que haya dicho, eso será lo que tendrá que hacer en ese momento. Quedará feliz por el deber cumplido y, seguramente, se fumará un nuevo puro mientras lee otro ejemplar del Marca.

Juan Fernando Robles. Profesor de Finanzas.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky