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Víctor Alvargonzález: Cuestión de carácter

La falta de liderazgo y el desconocimiento de los mercados son dos de los motivos por los que los políticos europeos no acaban de cerrar la crisis. La forma en que se ha planteado la intervención del BCE en los mercados es un ejemplo. Los mercados entienden de medidas contundentes. Cuando piden un café no piden un café soluble y descafeinado. Piden un café solo y brasileño. Y, cuando piden decisiones, piden decisiones de líderes, no de burócratas.

La intervención es buena, por supuesto. Es más, es imprescindible para que España no caiga por el precipicio. Pero, si se hubiera actuado con liderazgo y contundencia habría sido mucho más: habría sido el principio del fin de la crisis. Liderazgo y contundencia significa actuar de forma ilimitada, como dijo nuestro ministro de economía y como llevamos diciendo algunos analistas desde hace más de un año. Y esto no es una intervención ilimitada.

Fíjense ustedes qué cosa más surrealista: si se trata de bajar la prima de riesgo, y la prima de riesgo es el diferencial de rentabilidad entre el bono español a diez años y el alemán al mismo plazo, ¿por qué limitan la intervención a la deuda con vencimiento de uno a tres años? El efecto económico es real, puesto que esta actuación influirá positivamente -de forma indirecta- en la financiación del Tesoro español en los plazos medios y cortos, pero el efecto psicológico, el importante, el que puede generar un cambio de tendencia estable en la prima de riesgo, va a ser mucho más reducido. Obviamente hay una reacción inicial, pero aquí lo que se necesita es que baje a la mitad. Y que se quede ahí. Es más, el BCE no ha hablado de actuación ilimitada, sino que se ha limitado a no decir hasta dónde estaría dispuesto a llegar.

Y ése es el segundo problema: no sólo no hay liderazgo para tomar medidas contundentes, sino que tampoco entienden el componente psicológico de los mercados. Estoy seguro de que el señor Draghi sí. Su historial le avala. Si por él fuera, habría hecho todo lo posible por actuar de forma contundente y lanzar la radioterapia al centro del tumor, que no es otro que el diferencial con el bono a diez años, es decir, la prima de riesgo. Pero no nos engañemos: sus jefes son los políticos de le eurozona. Y ése es el problema.

Tampoco podemos culpar de todo a la señora Merkel. En este espectáculo tragicómico, el problema es que el timón lo llevan muchos políticos a la vez. Estoy convencido de que, si se llegara a un acuerdo estricto de supervisión presupuestaria -control de gasto y endeudamiento a la alemana y no a la griega- para todos y cada uno de los países del euro, la señora Merkel daría su visto bueno a una acción menos light.

Pero hete aquí que aparece la France de la grandeur. Y vete a decirle a su président que va a haber un organismo europeo que le va a decir dónde, cómo y cuándo puede gastar o endeudarse. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Y Hollande cuenta con el apoyo de Monti (el de Rajoy no creo, al menos a las claras, porque Rajoy no está en condiciones de exigir mucho). Si Hollande fuera un líder ya habría aceptado esa condición, porque la suma de supervisión bancaria y presupuestaria común abriría la puerta a una intervención realmente ilimitada y contundente del BCE, ya que Alemania tendría la garantía de que los descontroles presupuestarios del pasado no se repetirían.

¿Llega tarde?

No quiero transmitir la sensación de que esta intervención no sirve para nada. Es un paso más. De hecho, gracias a la presión de los mercados, los políticos se van enterando de qué va la película. Y esa misma presión les obligará a tomarse un par de tardes para entender cómo funcionan los mercados. Por su parte, las encuestas les obligarán -ojalá- a que actúen como líderes sin serlo. Jamás habríamos vivido la creación de un organismo supervisor bancario paneuropeo serio -uno que impida engendros como las cajas de ahorros españolas- si no hubiera sido por la presión de los mercados. Y por los mismos motivos llegaremos al control presupuestario. El problema es el de siempre: ¿es que no podían haberlo hecho antes? Pues claro que sí.

Todas las medidas que se han tomado a lo largo del último año, incluidos los límites constitucionales al endeudamiento o las reformas, se podrían haber tomado hace dos o tres años y ya estaríamos saliendo del agujero. Pero no, tienen que reunirse mil veces, actuar mezquinamente y solucionarlo todo a base de subir impuestos, remedio ineficaz y que no exige ser un genio para que a uno se le ocurra. Es un problema de liderazgo, de brillantez, de valía. Es una cuestión de carácter.

Víctor Alvargonzález. Consejero delegado de PROFIM Asesores Patrimoniales, EAFI.

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