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Apueste por el BCE, sólo con dinero sobrante

Límite de rendimientos; compra masiva de bonos por el BCE; una avalancha de liquidez en la maltrecha economía de la Eurozona. Al final, parece que la solución para la crisis de la deuda europea existe. Los títulos europeos subirán como la espuma, si es así. Aunque hay un problema: el Bundesbank. Los monetaristas duros del banco central alemán han lanzado una acción feroz de retaguardia contra el plan. Y la historia demuestra que, en la elección entre relajar un poco la inflación y sumir a toda Europa en una catástrofe, el Bundesbank suele optar por lo segundo. El dilema que se les plantea a los inversores es complicado. Si se soluciona la crisis, se producirá una recuperación fuerte a final de año, pero si los alemanes torpedean el plan los mercados se estrellarán una vez más. ¿La única decisión sensata? Apostar a que el Bundesbank respalde o pierda la votación? aunque sólo con dinero prescindible.

Es posible que conozcamos los datos del plan de rescate este mes. En julio, el presidente del BCE, Mario Draghi, prometió en Londres hacer "lo que haga falta" para salvar el euro. Los mercados le dieron vía libre durante agosto pero este mes van a exigirle algo más que retórica. Al fin y al cabo, si bastara con palabras y promesas para acabar con la crisis del euro, habría terminado hace tres años. Entre bastidores, Draghi ha armado frenéticamente un paquete de rescate que tiene más sentido que todos los que hemos visto antes. El banco pondrá un límite al rendimiento de los bonos de Italia y España, con la amenaza de intervención ilimitada en los mercados por parte del banco central si los tipos despuntan por encima de un nivel concreto. Aún no se conocen los detalles, y está por ver si el banco piensa retirar dinero del sistema para neutralizar el impacto de todo ese efectivo. O si los países implicados tendrán que solicitar formalmente un rescate y someterse a la aprobación de sus políticas económicas y presupuestarias por el resto de los países del sistema antes de que el BCE empiece a comprar en su nombre. Sería mucho más efectivo que el plan se estableciera sin condiciones. De hacerse así, los inversores podrían sentir una seguridad auténtica a la hora de volver a comprar bonos italianos y españoles, e incluso podrían lanzarse a por los portugueses e irlandeses, aunque probablemente no los griegos.

De cualquier forma y al contrario que los planes de rescate anteriores, éste podría funcionar, al menos a corto plazo. ¿Por qué? Porque está respaldado con dinero de papel. El BCE parece por fin dispuesto a dar rienda suelta a una versión europea de la facilitación cuantitativa para frenar la crisis de la deuda de una vez por todas. Los fondos previos de rescate tropezaron porque nunca había dinero suficiente y los votantes de Alemania, Austria y Holanda no estaban por la labor de pagar más impuestos para financiarlos correctamente. 500.000 millones primero y un billón de euros después fueron y vinieron sin demasiado efecto. Como sabemos por Japón y EEUU, no hay un límite para el dinero que pueden imprimir los bancos centrales sino que pueden seguir bombeando dinero fresco prácticamente de forma indefinida. A veces incluso con beneficio. Tal vez haya problemas más adelante pero podríamos estar hablando de varios años.

El problema de verdad es que el banco central alemán se opone fanáticamente al plan. Su presidente, Jens Weidmann, ha amenazado con dimitir, según la prensa nacional. En una entrevista en Der Spiegel la semana pasada, Weidmann dijo que la compra de bonos hacía pensar que el BCE financiaba Gobiernos directamente y no debería seguir adelante. ¿Un gesto en vano? Ni lo sueñen. Su antecesor, Axel Weber, dimitió en protesta contra un plan similar poco antes de asumir su cargo en el BCE.

Un repaso por la historia nunca de está más. En 1992, el mecanismo de tipos de cambio anterior al euro entró en crisis porque los tipos de interés alemanes eran demasiado altos para el resto de países vinculados al viejo marco. La reunificación de Alemania hizo que la inflación amenazara a la economía y el banco reforzó los tipos para ahogarla. El problema fue que los bancos centrales de toda Europa tuvieron que subir los tipos de interés también para seguir el ritmo de Alemania, y eso hundió a sus economías en una recesión profunda. Lo único que tenía que hacer el Bundesbank para solucionar la crisis era recortar los tipos de interés temporalmente para estabilizar el sistema pero se negó a hacerlo.

Ante la decisión de imprimir dinero, asumir pequeños riesgos con la inflación y una catástrofe, el Bundesbank optó por esto último. Es muy posible que vuelva a escoger lo mismo y hacer lo imposible para torpedear el plan de Draghi.

Es cierto que su decisión se puede invalidar. El banco central alemán sólo es una voz de las 17 del consejo de gobierno del BCE. No es invencible pero si su presidente dimite, será difícil que el plan sobreviva o incluso pueda seguir adelante contra la oposición de la mayor economía de la zona.

Surge un dilema espinoso en los mercados. Si Draghi tiene éxito y el BCE lanza la facilitación cuantitativa y un límite en los rendimientos de bonos italianos y españoles, el mercado subirá con fuerza. Tal vez no se solucionen los problemas permanentemente pero se ganará mucho tiempo y los mercados se verán inundados de liquidez. Pero si el Bundesbank consigue bloquear el plan o lo agua tanto que no funcione, los mercados se estrellarán. ¿La estrategia correcta? Lo más probable es que gane Draghi y se produzca una recuperación fuerte a final de año como resultado, pero el poder destructivo del Bundesbank obliga a apostar sólo con dinero que se pueda perder porque la oposición alemana podría volver a estrellar los mercados en cualquier momento.

Matthew Lynn, director ejecutivo de Strategy Economics.

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