El término influencia es originario del latín (influens). El Diccionario de la Lengua Española dice que la influencia es la 'gracia e inspiración que Dios envía interiormente a las almas'. La Real Academia reconoce que esta acepción está en desuso. Hoy en día se entiende por influencia la acción y efecto de influir.
El poder, valimiento, autoridad de alguien para con otros o para intervenir en un negocio. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, es una persona con poder o autoridad con cuya intervención se puede obtener una ventaja, favor o beneficio. Siguiendo la estela de Alan Greenspan, con su lenguaje intenta influir en los mercados. Sin embargo, sólo los hechos demostrarán si esta institución, como el resto, estarán a la altura de las circunstancias.
La palabra posible, también proviene del latín (possibilis). Como adjetivo, significa que puede ser o suceder. También que se puede ejecutar. Se trata de la posibilidad, facultad o medios disponibles para hacer algo. Posibilidad es la aptitud, potencia u ocasión para ser o existir. El influyente Mario Draghi, afirmó: "durante mi mandato, el BCE está preparado para hacer lo que sea posible (¿necesario?) para preservar el euro. Y, créanme, será suficiente". Éstas y posteriores declaraciones serían suficientes para que la prima de riesgo y nuestro Ibex 35 decidieran subirse al Dragon Khan de Portaventura, en Salou, y lograr así su dosis diaria de adrenalina.
Asignar una probabilidad a una posibilidad es concretar su verosimilitud o fundada apariencia de verdad. La estadística nos explica que entramos en el proceloso mundo de lo aleatorio, que discierne entre el número de casos favorables frente al número de casos posibles. Los credit-default swaps (CDS) son instrumentos que aseguran a su comprador frente al riesgo de impago de un activo. Cuando más probable es, más caros son. Los CDS, como las primas de riesgo, reflejan la opinión del mercado sobre la probabilidad de que un agente quiebre. Entre los activos que cubre se encuentra la deuda soberana de un país. Quien compra un CDS se protege de un escenario en el que un Estado que no atiende sus compromisos de pago. La probabilidad de que quiebre Grecia es del 96,7 por ciento. La de España, del 37,2 por ciento.
Una equiparación incorrecta
Los posibles son los bienes, rentas o medios que se poseen o gozan. Si alguien afirmara "mis posibles no alcanzan a eso" está limitando su capacidad de actuación. Si la dificultad de ejecutar algo o de conceder lo que se pide es demasiado grande, simplemente diríamos: "No es posible".
Cuando Draghi afirma que va a hacer "todo lo posible", no omite circunstancia ni diligencia alguna para el logro de lo que intenta o le ha sido encargado. Con tipos de interés en el 0,75 por ciento, mínimo histórico y a pesar de reconocer que la prima de riesgo no es aceptable, no se entiende que el BCE no concrete el programa de ayudas a la deuda pública española e italiana, ni en cuantía, ni tiempo ni forma.
En ocasiones se utiliza como sinónimo de posible el término necesario. No es del todo correcta su equiparación. Necesario (del latín, necessarius) significa que forzosa o inevitablemente ha de ser o suceder. Que se hace y ejecuta obligado por otra cosa, como opuesto a voluntario y espontáneo.
¿Está haciendo Draghi todo lo que es menester indispensablemente -todo lo hace falta- para reducir las tensiones en los mercados financieros? ¿A qué se referirá Draghi cuando afirma que el BCE podría tomar nuevas medidas no convencionales en las próximas semanas? Draghi, por lo menos, reconoció que el BCE está preocupado por el alto coste que tiene España para financiarse. Pero deja la pelota en el tejado de Mariano Rajoy, al que insta a solicitar de manera formal el rescate. Aconsejar simplemente que los gobiernos en apuros recurran directamente tanto al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (Feef) como al Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede), con las consecuencias que lleva implícitas, no parece de recibo.
Máxime cuando la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, reconoce que pocos esfuerzos más se le pueden pedir a una España exhausta. No obstante, a este humilde economista se le ocurren algunos: las bochornosas dietas y prebendas de muchos políticos, las indemnizaciones multimillonarias de consejeros y directivos de cajas (y otras empresas públicas) quebradas (y sin quebrar) o del desproporcionado aparato autonómico, provincial o comarcal que, cuales reinos de Taifas, asfixian a nuestra economía.
Embajadas regionales diseminadas por el mundo incluidas en un claro ejemplo de solapamiento entre las funciones del Estado y las de las autonomías. Caprichos de nuevos ricos que éstos se resisten a abandonar. ¿Para qué recortar aquí si podemos cobrar tres euros por usar el comedor a los escolares que decidan traer su tartera de casa?
Juan Royo. Economista.