Firmas

Cortar la cadena

El reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la estabilidad del sistema financiero español es un documento de lectura obligada para cuantos trabajamos en o para el sector financiero español.

Al margen de su análisis sobre la situación de los bancos españoles, el informe contiene recomendaciones sobre la arquitectura institucional de la supervisión financiera en España en la que se reclaman modificaciones en el régimen jurídico del Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores en dicho ámbito. También se recomienda el refuerzo de las capacidades del Banco de España para la actuación temprana y la resolución de las crisis bancarias, en línea con las recientes propuestas de la Comisión Europea. Pero, sobre todo, el informe contiene un relato sobre la reciente evolución del sector financiero español, las medidas adoptadas y la situación en la que se encuentra.

Queda trabajo por hacer

La interpretación del FMI es la de que, aunque, en un comienzo, el sector financiero español resistió bien los efectos de la primera ronda de la crisis internacional, los efectos de una prolongada crisis económica nacional, unidos a los problemas de acceso a los mercados internacionales de financiación, han llevado a una parte del sistema a una situación difícil.

Si bien parte de los problemas se han resuelto ya a través de sucesivas integraciones y recapitalizaciones, como evidencia el paso de 45 cajas de ahorros a 11, el FMI considera que todavía queda un trabajo adicional en dicho ámbito y, a la hora de realizar su diagnóstico, divide el sector bancario español en cuatro grupos:

1. Los grandes bancos con presencia internacional (Santander y BBVA).

2. Las antiguas cajas de ahorros que no han recibido ayudas públicas.

3. Las antiguas cajas de ahorros que sí han recibido ayudas públicas.

4. El segmento de lo que el informe denomina "bancos medianos y pequeños privados" que no han recibido ayudas públicas.

Hasta aquí, una clasificación objetiva. Sin embargo, el informe va más allá para indicar que los mayores problemas de exposición al sector inmobiliario se concentran en el grupo 3 (antiguas cajas ya receptoras de ayudas públicas), mientras que los grupos 1 y 2 presentan el porcentaje menor y más bien basado en viviendas terminadas y no tanto en crédito promotor (suelo).

El informe esboza un intento de discriminación entre la situación de los distintos grupos de entidades y, en la página 22 del documento, se diferencia entre:

- Las tres mayores entidades, que podrían afrontar incluso niveles adicionales de deterioro de la economía española (Santander, BBVA y CaixaBank).

- La cuarta entidad (Bankia), que va a requerir un importante respaldo de capital público.

- Dos entidades que se encuentran bajo control del FROB debido al volumen de la recapitalización ya realizada con fondos públicos (Novagalicia Banco y Catalunya Banc).

- Cuatro bancos se han mantenido sólidos y no han necesitado ayudas públicas (Sabadell, Popular, Kutxabank y Bankinter). De ellos, el informe dice que "alguno/s de estos bancos podría/n verse sometido/s a presión para cumplir con los nuevos niveles de provisión exigidos, aunque, en todo caso, su situación es claramente mejor que la del grupo de antiguas cajas receptoras de ayudas públicas y sus necesidades de provisión/capital adicionales serían limitadas".

- Las cuatro restantes entidades (Liberbank, Banco Mare Nostrum y los bancos de Unicaja e Ibercaja), a las que, tal vez con criterio discutible en algún caso, el FMI considera receptoras de ayudas públicas.

Tras este informe, y el apoyo financiero aprobado en el Eurogrupo de hace algunos días, debe darse un paso más allá para despejar, de una vez por todas, la injusta sombra de duda que se ha venido proyectando sobre las entidades sanas.

El ejercicio encargado por el Banco de España a dos consultores internacionales y las cuatro grandes firmas internacionales de auditoría no puede tener otro propósito que evidenciar lo que afirma categóricamente el informe del FMI: que la mayor parte del sistema es sólido aunque hay vulnerabilidades (que afectan a entidades concretas) que deben ser resueltas. El apoyo financiero concedido lo hace ahora posible.

Hay que cortar la cadena invisible que ha impedido hasta ahora diferenciarse a las entidades sanas del sistema. Hace cuatro años que lo intentan, y no pueden esperar más.

Francisco Uría, socio responsable del Sector Financiero de KPMG en España.

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