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William Oman y Megan Greene: La deuda de Irlanda aún es una amenaza

El 31 de marzo Irlanda tenía que devolver el primero de los casi veinte pagos anuales de 3.100 millones de euros a Irish Banking Reconstruction Corporation (IBRC), el banco surgido tras la fusión en 2011 de Anglo Irish Bank, ya en bancarrota, e Irish Nationwide Building Society (INBS).

Los pagarés formaban parte de un programa de amortizaciones por valor de 47.000 millones de euros del Gobierno irlandés, según el cual IBRC podría utilizarlos como garantía ante el Banco Central de Irlanda (CBI) a cambio de liquidez barata a través del programa de asistencia urgente de liquidez (ELA).

La decisión de desembolsar 3.100 millones de euros a un conglomerado bancario formado por entidades en quiebra fue sumamente impopular entre los irlandeses y el Gobierno quiso reestructurar las amortizaciones de los pagarés, aplazándolas.

Se trataba de reducir los pagos del Ejecutivo a corto plazo y ganar tiempo para mejorar su situación fiscal y económica antes de añadir la carga de las devoluciones de los pagarés a la hoja de balance estatal. La principal propuesta del Gobierno fue sustituir las devoluciones de los pagarés por un bono estatal a largo plazo. Aplazar los 47.000 millones de euros en pagos de pagarés habría reducido la carga de la deuda/PIB irlandesa en 20 puntos porcentuales, situándose cerca del 80%, con importantes consecuencias inmediatas para la sostenibilidad de su deuda.

En lugar de reestructurar la totalidad de las devoluciones de los pagarés, el Gobierno irlandés sólo ha conseguido retrasar el pago de finales de marzo de 2012 (de 3.100 millones de euros) un año más. El estado realizará un pago en efectivo al IBRC, financiado con la venta de un bono del Estado irlandés al Banco de Irlanda (BoI), que a su vez financiará la compra del bono mediante un acuerdo de recompra con el BCE al 1%. El consejo del BoI ha autorizado la operación, aunque sigue sujeta a la aprobación de los accionistas del banco.

Si éstos se oponen, el Ejecutivo obtendrá financiación puente de la Asociación Nacional de Gestión de Activos (NAMA), que actualmente posee 4.900 millones de euros en activos. Por sí sola, la operación va a afectar muy poco a la carga de la deuda irlandesa. Al final, el Estado tendrá que devolver al BoI 3.100 millones de euros más los intereses el 31 de marzo de 2013, además de desembolsar el próximo pagaré anual de 3.100 millones de euros. El Gobierno irlandés se ha visto presionado a aceptar esta medida moderada por el BCE, uno de los protagonistas de las negociaciones debido a la implicación del ELA (se supone que IBRC empleará el efectivo de los pagarés del Gobierno para desarrollar su programa ELA con el CBI). Éste último está restringido en sus decisiones sobre el ELA por la cláusula 14.4 del estatuto del BCE, que exige una mayoría de dos tercios del comité ejecutivo del BCE para aprobar medidas de asistencia urgente de liquidez. El BCE se ha opuesto a modificar la estructura de pagos ELA de IBRC por varias razones, En primer lugar, al BCE le preocupa que la reestructuración de los pagarés y el desarrollo aplazado del programa ELA anime a otros países a retrasar el pago de sus préstamos, con posibles efectos inflacionistas. En segundo lugar, el BCE sostiene que Irlanda infringiría las prohibiciones de financiación monetaria de los estatutos del BCE si reestructurase los pagarés. Por último y tal vez lo más importante, el BCE y la UE defienden que Irlanda está cumpliendo satisfactoriamente con sus objetivos del programa de rescate y debe devolver los pagarés y desarrollar su programa ELA según el calendario original.

¿Se puede ir hacia un segundo rescate? La única forma en que el retraso del pago del 31 de marzo podría aliviar considerablemente la carga de la deuda irlandesa en un futuro es que el BCE cambie de opinión el próximo año sobre las devoluciones futuras de los pagarés. Es posible, sobre todo si tenemos en cuenta que la troika (la Comisión Europea, el BCE y el FMI) ha puesto a Irlanda sobre un pedestal como estandarte de la austeridad, y por eso les interesa que consiga recuperar la competitividad. Dicho eso, durante las negociaciones el BCE ha dejado muy clara su postura sobre una reestructuración más amplia de los pagarés, con un mensaje constante de que la opción no está sobre la mesa.

Los contribuyentes irlandeses tal vez expresen frustración ante la terquedad del BCE y voten en contra del Pacto Presupuestario en el próximo referendo del 31 de mayo. El Gobierno irlandés ha tratado intencionadamente de separar la reestructuración de los pagarés del debate sobre el Pacto Presupuestario pero ambos pueden vincularse fácilmente si los votantes consideran que el trato con el BCE no les favorece.

Incluso si Irlanda consigue un acuerdo con el BCE sobre una reestructuración más amplia de los pagarés, puede que no sea suficiente para evitar un segundo programa de rescate. Irlanda depende íntegramente de la demanda extranjera para el crecimiento y sus principales mercados de exportación seguirán siendo muy débiles durante los próximos años. Por otro lado, la demanda interna seguramente sufra por los recortes del Gobierno para cumplir con los objetivos del rescate, con una tasa de paro empecinadamente alta e impagos hipotecarios en aumento.

En consecuencia, prevemos que la economía irlandesa se contraiga en 2012 (al contrario que la previsión de un crecimiento del 0,5% del FMI), imposibilitando que el Gobierno continúe cumpliendo con sus objetivos fiscales. El aumento de los impagos hipotecarios podría perjudicar aún más al sector bancario y exigir una recapitalización bancaria adicional que se impondrá en la hoja de balance del Gobierno.

Con este telón de fondo económico y fiscal, es posible que Irlanda no logre volver a los mercados cuando el programa de rescate se quede sin financiación, a principios de 2014, con o sin acuerdo más amplio de reestructuración de los pagarés. El aplazamiento de los pagarés ayudaría, claro está, a la dinámica fiscal del país, al reducir considerablemente la carga de la deuda estatal pero no conseguiría mejorar los pronósticos de crecimiento del país.

William Oman y Megan Greene. Roubini Global Economics.

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