
No cabe duda de que este año, como decían algunas voces a finales del pasado, hará bueno el 2011. Las necesidades de endeudamiento del Estado, que nos llevarán a un nivel de deuda cercana al 80% del PIB a final de 2012, hacen indispensable el recorte del déficit hasta el difícil 5,3%.
La presentación tardía de los Presupuestos hasta pasadas las elecciones andaluzas ha resultado ser un error de bulto. No solo por la inutilidad del intento sino porque ahora queda menos tiempo para implementar las medidas, y la consecución del límite de déficit es más complicada.
De hecho el desglose del 5,3% de déficit es un 3,5 que corresponde a la Administración central, un 1,5 a las comunidades autónomas, un 0,3 a las entidades locales y un equilibrio presupuestario en la Seguridad Social. Todos ellos se antojan de difícil obtención, especialmente en un entorno de caída del producto interior bruto que parece que oscilará entre el -1,7 y el -2%, según cuáles sean los impactos de las medidas de ajuste.
Las comunidades autónomas tienen traspasadas competencias como enseñanza y sanidad, que se llevan más del 60% del gasto y que se consideran pilares del Estado de bienestar, y que parece habrá que recortar en unos 10.000 millones. Los ayuntamientos tienen unas deudas pendientes que nos asustarán cuando las conozcamos. Solo así se entiende que la mayoría no hayan presentado los planes de viabilidad que se les exige para concederles los préstamos necesarios para atender a sus proveedores.
Respecto a la Seguridad Social, ya ha entrado en déficit en 2011, por lo que parece improbable que consiga el equilibrio en 2012, cuando ya hemos bajado de los 17 millones de cotizantes.
Aspectos claves de los PGE
Ya son conocidos los aspectos claves de los Presupuestos. Recorte cuantioso de gastos en todos los capítulos y subida de impuestos, y evidentemente paralización de inversiones. Las críticas más duras se han centrado en que estos recortes van a hundir más la economía. Ello es cierto, pero no debe olvidarse que para poder tener déficit alguien tiene que financiarlo.
España se enfrenta este año a renovaciones de deuda superiores a 100.000 millones a las que hay que sumar el déficit previsto de otros 50.000, y afortunadamente ha hecho numerosas colocaciones este primer trimestre. Por ello seguimos dependiendo de los inversores para poder cumplir nuestros compromisos. Ello nos lleva a la conclusión de que no podemos permitirnos un déficit superior, si es que somos capaces de financiar éste a unos costes razonables. En estos momentos la prima de riesgo ha superado de largo los 400 puntos básicos y el coste del bono a 10 años se acerca peligrosamente al 6%, lo que demuestra la gravedad de la situación.
Respecto a los Presupuestos, déjenme reflexionar sobre algunos de los puntos. Me parecen correctas las medidas que se han tomado para aumentar la recaudación del impuesto de sociedades que hay que reconocer que las grandes empresas, totalmente dentro de la legalidad, consiguen eludir hasta llegar a pagar un insignificante 9,9% en lugar del 30% general. En especial es acertada la limitación a la deducibilidad de los gastos financieros. Me parece asimismo una buena aproximación no subir el IVA ni bajar el salario de los funcionarios para evitar una mayor caída del consumo y con ello del PIB, aunque no es descartable que tengamos que revisar estas medidas según evolucione el año.
Sin embargo la amnistía fiscal, aunque se diga que no lo es ya que se tributa al 10%, me parece desacertada y el coste para el contribuyente debería ser mayor, obligándole además a comprar deuda pública española a bajo interés y periodo largo de permanencia como ya se hizo con los famosos pagarés del Estado. Veremos cuáles son las medidas adicionales que se toman contra el fraude porque, en caso contrario, no deja de ser una burla para los contribuyentes que pagan religiosamente sus impuestos. Y, por cierto, con todo esto, un saludo a los pilotos de Iberia. Cómo sufren los pobrecitos.
Jordi Fabregat, director del Máster en Finanzas de Esade.