
Durante toda su historia, la humanidad se ha refugiado en instituciones que han satisfecho su inherente necesidad de conocer el futuro. Los oráculos en la antigüedad y, algunos dirían, los economistas en el presente representan algunos casos. En mi opinión, uno de los aspectos más interesantes de las historias que incluyen oráculos es la lucha que se observa por parte de los protagonistas por huir del destino que se les ha asignado. Un ejemplo es la obra Edipo Rey. A Edipo, el oráculo le pronostica algo terrible: se casará con su madre y matará a su padre. Esto desencadena una serie de sucesos que no hacen más que llevar inexorablemente hacia el cumplimiento de la profecía. Por ejemplo, para evitar la fatalidad, Edipo huye de su familia (sin saber que es adoptado). En su huida, llega a una encrucijada y mata al que es su padre biológico. La obra hace referencia en varios puntos del relato a estos cruces de camino, momentos en los que de haber tomado decisiones diferentes la tragedia no se hubiera producido. La economía española se halla en uno de esas encrucijadas.
La confirmación de un entorno de mayor incertidumbre supone el empeoramiento de diversos fundamentales relevantes para la evolución de la economía española y, por lo tanto, de un deterioro en las perspectivas de crecimiento para 2012, donde, de consolidarse las tendencias actuales, el PIB registraría una caída del 1,3%. Por ejemplo, aunque el crecimiento mundial continuará siendo relativamente robusto (entre un 3,5 y un 4% tanto en 2012 como en 2013), se estima que el acceso a la financiación continuará siendo caro como consecuencia de la crisis de deuda en Europa. Lo anterior, junto con la implementación de planes fiscales más ambiciosos que los contemplados hace un año y la desaceleración que se ha observado en el comercio internacional, supone una revisión importante de las perspectivas de crecimiento en Europa, que registrará una caída del 0,5% en el PIB durante 2012. Esto se traducirá en una demanda más débil para las exportaciones españolas.
En lo que respecta a los factores domésticos, el principal cambio proviene de la desviación del objetivo de déficit público en 2011, que obligará a un ajuste para 2012 mayor del previsto hace apenas tres meses. Pese a ello, existen también algunos factores que actuarán como contrapeso. Por ejemplo, la política monetaria (y de liquidez) por parte del BCE es hoy más proclive a apoyar la demanda y la estabilidad financiera, lo que unido al incremento en los diferenciales de crecimiento entre Europa y el resto del mundo conllevarán un euro más débil, que podría acelerar las ganancias de competitividad de las empresas exportadoras. En suma, se prevé que el PIB presente una caída en 2012 y que, bajo las circunstancias actuales, la recuperación sea lenta.
Una lucha contra el determinismo
En toda la historia de Edipo Rey parece haber un determinismo y cierta percepción de una falta de libre voluntad del ser humano que puede llevar al pesimismo. Afortunadamente, en la historia económica hay ejemplos en los que la implementación rápida y ambiciosa de reformas estructurales ha redundado en recuperaciones fuertes y sostenidas, donde se han logrado cambios de tendencia significativos. Así, la recuperación en España depende tanto de que Europa resuelva las crisis de deuda y financiera, como de los ajustes y reformas que se lleven a cabo internamente.
Por ejemplo, el Gobierno debe asegurarse de que se cumplirán los compromisos adquiridos con los socios europeos en materia fiscal, aunque enfatizando que si la nueva metodología que se ha acordado (la de definición de objetivos de déficit estructural) hubiera estado vigente hace un año, el Ejecutivo tendría que haber implementado medidas de consolidación equivalentes a alrededor de un 4,5% del PIB entre 2011 y 2012. Debido al deterioro de la economía y a su impacto sobre el déficit público, dichas medidas sólo serían suficientes ahora para reducir el déficit hasta el 6% del PIB en 2012, más de un punto y medio del PIB por encima del objetivo nominal que se prevé en el Programa de Estabilidad. El espíritu del cambio reside precisamente en exigir medidas de reducción permanentes, pero en permitir también la acción de los estabilizadores automáticos cuando la economía entra en recesión.
Asimismo, las rigideces a las que se enfrentan empresas y trabajadores para modificar sus condiciones de trabajo provocaron que, entre 2007 y 2009, el ajuste en el mercado laboral español se concentrase en el empleo, en lugar de hacerlo en el número de horas trabajadas. La nueva reforma laboral debe impulsar decididamente la flexibilidad interna como alternativa a la destrucción de empleo.
Asimismo, es deseable eliminar las cláusulas de salvaguarda, modernizar la estructura actual de la negociación colectiva y flexibilizar el sistema de descuelgue salarial. Por lo tanto, el Gobierno debe hacer propuestas valientes que eviten que el deterioro esperado de la economía en 2012 vuelva a saldarse con una caída pronunciada del empleo. El destino de la economía española depende de ello.
Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research.