Firmas

Artículo póstumo: ¡Abra cadabra!

El economista Fabián Estapé.

Antes de brindar a los lectores de este diario el último cuadro de la actualidad económica pintado con el verbo grácil, fresco y rompedor del magistral Fabián Estapé Rodríguez, permítanme colarme en este espacio para agradecer tanto a quienes seguían asiduamente las crónicas de este economista de rompe y rasga como a todo el equipo de elEconomista que hayan dejado que, durante más de siete meses, los lúcidos pensamientos hechos palabras de Fabián Estapé hayan calado y sido fructíferos hasta el último momento de su vida. A nadie ha dejado indiferente su voz... a todos nos ha dejado un gran vacío que nunca se podrá llenar. Gracias, muchas gracias, en mi nombre, Ana Fe Astorga González, que he tenido el privilegio de ser su "alevín de economista" y trabajar a su lado desde hace casi seis años y en el de su familia y amigos. Desgraciadamente, esto es un adiós...

Artículo póstumo de Fabián Estapé para elEconomista:

Créanme si les digo que lo primero que se nos ha venido a la boca tras ver con la soltura y potestad que departía nuestro flamante presidente del Gobierno con el resto de mandatarios durante el último Consejo Europeo (de tú a tú, como si las distancias entre PIGS y Triples A se hubieran allanado o no existieran), ha sido, ¡ya está, ha encontrado el conejo dentro de la chistera! Pero, tras conocer las noticias de los mentideros donde se dice que el propio Mariano Rajoy comentó compungido (todo lo compungido que puede parecer un hombre de entumecidos ademanes y soporífera entonación) a su homónimo finlandés que la reforma laboral que exponía ante el egregio cónclave como piedra filosofal sobre la que cimentará la recuperación de la economía nacional le iba a costar una huelga sine die (por lo menos es agudo y se queja a los que tienen pelas? Será a ver si sueltan la panoja? Si es que el que a buen árbol se arrima,? ¡Vale por dos, oigan!).

En conclusión, si no nos falla el método deductivo, si unimos la frasecita dicha sotto voce al finés con los parabienes que la señora Merkel le prodigó a nuestro presidente durante su reciente visita a Berlín para su programa de reformas, podemos vaticinar que la que se avecina puede ser aún peor de lo que ya nos temíamos. Y es que ya hay muchos colectivos (sindicatos, empresarios,?) y más de un economista que andamos con la mosca detrás de la oreja, sospechando (no sin fundamento) que nos viene Paco con la rebaja? Me explico:

Es posible que la reforma estructural (necesaria, imprescindible, ineludible, inmediata? y todo lo que ustedes quieran) del sistema laboral que nos ha prometido el Gobierno vaya en la línea marcada por el cabeza de serie; es decir, Alemania. Si a ellos les va bien, ¿por qué no nos va a resultar a nosotros fructífero que sólo haya empleos remunerados con bajos salarios, puestos de trabajo con pocos derechos?? Si además, gracias al Contrato Único (que unificará la anárquica panoplia de más de 40 tipologías existentes en la actualidad) todos los trabajadores, en teoría, tendrían similares derechos y obligaciones... Dicho así, ¿de qué preocuparse?

¡Juzguen ustedes mismos!

Sin embargo, parece que el Gobierno achaca al sistema de negociación colectiva por sectores, como ha hecho público el señor De Guindos, ser "la principal razón de pérdida de competitividad que hemos sufrido en la última década" (tranquilidad, ya apareció el chivo expiatorio). Así las cosas, cobra sentido que el eficiente y actual ministro de Economía y Competitividad (no será por falta de rimbombancia en el nombre) proclame que el actual sistema de negociación salarial debe ser "profundamente revisado", para basarse en ganancias de productividad, no resultar inflacionista y dar cabida a todo tipo de empresas dentro del entorno "cambiante e impredecible" en el que se ven insertas.

Lo que más nos extraña es que desde la esfera sindical no se hayan puesto en pie de guerra (y como viejo sindicalista me duele) ante la posibilidad, más que posible, de que con el contrato único todos los trabajadores pasen a ser temporales, con la posibilidad de despido con una indemnización irrisoria (aunque mínimamente creciente, según el tiempo de permanencia en la empresa). ¡Abra Cadabra, et voilà! la solución magistral para terminar de un plumazo con los problemas del morrocotudo desempleo va a ser una mixtura entre bajar al máximo los salarios y reducir los costes del despido. Con lo cual, además, en la próxima cumbre de mandamases europeos se podrá presumir ante más de un país con una ejemplar rotación laboral (desgraciadamente, esto supondrá que a más de algún trabajador le tocará vivir como Sísifo un eterno recomenzar? No obstante, todo es según se vea la botella: medio llena o medio vacía ¿verdad?).

Francamente, nos duele que el único modelo a seguir sea Alemania, por muy bien que les vayan sus finanzas, porque las cifras cantan y no consideramos que sea precisamente un paradigma recomendable un sistema en el que más de 7,5 millones de trabajadores, sobre todo jóvenes, estén trabajando por unos salarios que oscilan entre los 250 y los 400 euros al mes? ¡Juzguen ustedes mismos!

Fabián Estapé Rodríguez, economista.

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