
Se está planteando en estos días si la intervención pública en el sistema financiero español debe o no incluir la creación del llamado banco malo que recoja los activos inmobiliarios, o al menos parte de ellos, en poder de las entidades financieras (EEFF).
Este debate no es nuevo; otra cosa es que el Regulador y la anterior Administración no hayan querido ponerlo sobre la mesa. La Comisión Europea ya recomendaba un instrumento así en marzo de 2009: la Comunicación sobre el tratamiento de los activos cuyo valor ha sufrido un deterioro en el sector bancario comunitario afirmaba que "el rescate de activos resolvería directamente la cuestión de las incertidumbres sobre la calidad de los balances de los bancos y contribuiría por tanto a reavivar la confianza en el sector".
Un panorama preocupante
Lo cierto es que la situación actual de nuestras EEFF presentan un panorama preocupante: el volumen de activos inmobiliarios que muestran sus balances y el porcentaje que representan sobre el total de los activos alcanza cifras casi incompatibles con la vida de dichas instituciones, amenazando su solvencia, en forma de mayores exigencias de recursos propios y deteriorando sus cuentas de resultados de manera dramática.
Según el Informe de Estabilidad Financiera de noviembre de 2011, publicado por el Banco de España (BdE), "la exposición problemática [...] vinculada a la actividad de promoción inmobiliaria para bancos y cajas de ahorros asciende a 176.000 millones de euros", y añade que "los hipotéticos deterioros de activos que se producirían en 2011 y 2012 sumarían 168.811 millones de euros", lo que representa el 5,4% del total del activo del sistema (6,5% para las cajas). Si ponemos esto en relación con que el "capital exigido se ha establecido en un nivel mínimo del 5% de core tier 1, muy superior a los requerimientos de core capital en la Unión Europea", nos podemos hacer una idea de la situación actual.
El mismo informe señala que las pérdidas por deterioro de activos han pasado de detraer (del margen de explotación) un 56% en junio de 2010 a un 57,9% en junio de 2011.
El bucle pernicioso
Estamos, pues, ante un escenario que ha entrado en un bucle pernicioso. Los activos inmobiliarios deterioran la solvencia de las entidades y los reguladores exigen más capital de calidad, pero las EEFF no pueden generarlo con sus propios recursos. Entonces tienen que ir a buscarlo a los mercados, donde los inversores muestran constantes dudas sobre la calidad de los balances, por el gran peso de los activos inmobiliarios cuyo valor actual es casi imposible de determinar por no existir un mercado funcionando en condiciones de normalidad... Si la salud del sistema financiero es una condición necesaria para la recuperación económica y la generación de empleo, estaremos de acuerdo en que hay que romper ese bucle cuanto antes.
Para lograrlo, la mejor alternativa sería crear una verdadera Sociedad Estatal de Suelo (SES). Se podría hacer capitalizando una Sociedad Pública ya existente, como Sepes, con objeto de adquirir los activos inmobiliarios de las entidades financieras (o bien de sus filiales al cien por cien), mediante la creación de sociedades conjuntas con cada entidad (SPV).
A su vez, esas entidades financieras asumirían el deterioro de los activos, cuyo pago se realizaría en bonos de la SES con el aval del Estado. A cambio, las EEFF beneficiadas se comprometerían a incrementar los créditos concedidos a familias y pymes, de manera que se provocará una inyección adicional de liquidez a la economía doméstica.
El valor de la compraventa por parte de cada sociedad vehículo (SPV) sería el 80-90% del valor neto contable registrado en las EEFF, como aproximación a su valor de mercado. Las entidades asumirían en cada uno de los vehículos y durante el plazo que se determine (yo recomendaría 20 años) los deterioros del valor de dichos activos.
Los auditores certificarían el valor neto contable en el momento de la transacción y se deberían establecer unos parámetros de permanencia mínimos de suelo en el balance de las EEFF (mínimo dos ejercicios), para evitar cualquier posible fraude y garantizar que se han cumplido los calendarios de dotaciones.
Para evitar futuras burbujas
La SES gestionaría los activos o encargaría a los departamentos inmobiliarios de las EEFF que lo hicieran bajo su supervisión, y los colocaría en el mercado cuando las condiciones de éste lo aconsejaran. De esta manera, actuaría como un regulador, evitando futuras burbujas especulativas. Además, los procesos de venta que llevara a cabo la SES se realizarían mediante concurso público, con todos los elementos y garantías necesarias frente a la Unión Europea.
También habría que desarrollar los mecanismos de apoyo a la adquisición de suelo por parte de particulares mediante fórmulas de financiación, subvención u otras similares que permitan crear un autentico mercado en torno a las Subastas Públicas de Suelo y activen la compraventa y desarrollo de este tipo de activos.
Esta propuesta ofrece una salida temporal al Estado en su intervención en el sistema financiero, dota al mercado de total transparencia, garantiza que no será un sobrecoste para el contribuyente, inyecta liquidez al sistema mediante su cauce natural y sus efectos son a corto plazo. En definitiva, se basa en que es mucho más económico y racional nacionalizar el suelo que nacionalizar las EEFF. Adicionalmente, se procedería a un saneamiento previo de las entidades financieras intervenidas antes de proceder a su venta, aumentando el valor de éstas y con un régimen de protección de activos recíproco entre el Frob y los compradores.
Siendo tantas las ventajas, me pregunto, como hacía el antiguo vicepresidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Alan Blinder, reflexionando sobre este asunto: "Ya que todo indica que vamos a crear un banco malo tarde o temprano, ¿no sería mejor crearlo pronto?"
Rafael Martín Sanz, presidente de Alteba.