Estimados lectores y sufridores de mi verbo, una vez más llamo su atención sobre la reunión que, en amor y compaña, han mantenido los dos sumos hacedores europeos para intentar impulsar (ellos que se creen que tienen la misión divina de hacerlo, pues, como ha declarado Sarkozy, "no habrá futuro para Europa si Alemania y Francia no se ponen de acuerdo") el crecimiento en los países de la zona euro vapuleados hasta en los cimientos por la crisis de deuda, fomentar el empleo y pergeñar un acuerdo que refuerce la coordinación fiscal dentro de la unión monetaria. Hablando en plata, para dilucidar el sexo de los ángeles como hasta ahora ha venido siendo...
Pero la tertulia vis-à-vis tuvo un plus ultra, pues el mandatario galo puso sobre la mesa una patata caliente: aplicar el "impuesto a las transacciones financieras" (ITF) en Europa, ofreciendo a su país como conejillo de indias para el experimento (en estos momentos en los que verdaderamente la unión hace la fuerza, el presidente galo pretende ir por libre y quedarse "solo como los de Tudela"; algo trama...) Pues bien, no se crean que esta escabrosa idea ha salido de la preclara cabeza de Sarkozy, sino de la del economista estadounidense James Tobin, allá por los albores de la década de los 70 y, desde entonces, llevamos esperando a ver si alguien le pone el cascabel al gato. La virtualmente mágica Tasa Tobin, como se ha pasado a conocer (aunque incluso su progenitor reniegue de ella diciendo que su idea original ha sido tergiversada), no es otra cosa que el pago de un impuesto (presumiblemente bajo, en torno al 0,1%) cada vez que se produzca una operación de cambio entre divisas, para penalizar sólo las operaciones intermonetarias puramente especulativas; si bien, con mucha probabilidad, las inversiones se verían también repercutidas y, por tanto, traería como secuela directa, cuando menos, una deslocalización de las actividades financieras.
En la esfera de la economía, muchos consideran que gravar con un canon (aunque fuese mínimo) cualquier transacción en los mercados financieros reduciría la especulación y, por consiguiente, la inestabilidad en los mercados europeos. Sin embargo, otros (dando razón a las quejas del premier británico, David Cameron) creemos que la otra cara de esta moneda no es tan satisfactoria, pues nos costaría empleos, ingresos fiscales, la fuga de inversiones y de diversos organismos financieros? y, créanme, no estamos para ir regalando ni para perder por ahí.
La verdad es que la Tasa Tobin no resultará más que una salida de pata de banco, una maniobra del Gobierno galo (con el sambenito de unas elecciones en mayo) para intentar acallar las crecientes protestas que está generando su mercado laboral en progresiva decadencia. Por su parte, la canciller alemana parece estar de acuerdo en la instauración de este tributo en toda la Unión Europea (aunque no en la forma ni en el plazo marcado por Francia); no así el premier británico, quien -consciente de los contras que ello acarrearía a la economía de su país y a Londres, hoy por hoy, la principal plaza financiera europea- se opone de plano, a no ser que se imponga a nivel mundial (bien seguro puede estar de que eso es prácticamente imposible).
Como quiera que las aguas parece que bajan aún más turbias tras el farol de Sarkozy (secundado en parte por Merkel) y la baza del veto jugada por Cameron, los 27 líderes europeos (entre ellos, nuestro estrenado presidente) han decidido congregarse (sí, otra vez más), si no hay nada en contra, el 29 de enero. Hay que advertir de que en realidad la fecha elegida había sido el día 30, pero por "motivos técnicos" (sí, sí, se han argüido razones "técnicas") se está considerando su trasladado. ¿Han oído alguna excusa más pueril para lidiar frente a la opinión pública el hecho de que hay prevista una huelga general en Bélgica para esa fecha? Creemos que en estos momentos lo importante es llegar a una solución común y consensuada a la crisis (que, según nuestro criterio, no vendrá de la mano del "pacto fiscal", que daría a Bruselas el derecho de llevar a los tribunales a los Estados que violen las normas más estrictas, ni de la aplicación del ITF) y la diplomacia está de más para tratar de ocultar que existe un clima de creciente crispación en toda la Unión.
Así y todo, mientras en Bruselas estén tratando de arreglar la casa común, el resto de los mortales tendremos que componer la nuestra; por eso, esperemos que el señor Rajoy tome buena nota de lo bueno que en la cumbre se diga para que España pueda llegar a pagar la montaña de deuda que vence este 2012. De dónde saldrá el dinero no lo sabemos, pero nos lo imaginamos?
Fabián Estapé, economista.