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Lorenzo Bernaldo de Quirós: El primer ajuste presupuestario

El Gobierno del PP ha elaborado un primer paquete de medidas fiscales y presupuestarias con el objetivo de cerrar el déficit para el conjunto de las AAPP en el 4,4% del PIB en 2012. Según las previsiones del Gabinete, ese desequilibrio se ha situado en 2011 en el 8% del PIB, dos puntos más de lo previsto. Por tanto, deberá acometerse un ajuste de 36.000 millones en un sólo ejercicio.

Desde esta óptica, hay que entender las iniciativas aprobadas en el Consejo de Ministros del 30 de diciembre, que constituyen una singular y sorprendente combinación de recortes de gasto, 8.914 millones, y de aumento de impuestos, 6.275 millones, para alcanzar la meta de déficit establecida en el Plan de Estabilidad y Crecimiento. Quedan pues otros 20.811 millones que el Ejecutivo tendrá que ahorrar y/o recaudar para llegar a El Dorado del 4,4% del PIB a finales de este año.

Primeras críticas

Desde un punto de vista técnico, las críticas al plan de ajuste fiscal del Ejecutivo proceden a partes iguales de la izquierda socialdemócrata y de la derecha liberal. A los primeros les gusta la subida de la fiscalidad sobre la renta de las personas físicas y sobre el capital, pero creen que el recorte del gasto tendrá efectos contractivos; a los segundos les parece incongruente que un Gabinete de centro-derecha eleve los impuestos directos en lugar de centrar su estrategia de recorte del déficit en la disminución del gasto público. Para este segmento de la opinión, el alza de la fiscalidad en un entorno recesivo como el español agudizará la caída de la actividad y retrasará la salida de la crisis. Esta tesis tiene un poderoso soporte empírico y es difícil no estar de acuerdo con ella.

De entrada, la necesidad de recortar el binomio déficit-deuda es indiscutible. Esos desequilibrios se han colocado en una senda insostenible y es esencial corregirlos para evitar la bancarrota del Estado. Al mismo tiempo, los ajustes fiscales han sido seguidos en numerosas ocasiones por una expansión de la economía, a diferencia de lo sostenido por la Vulgata keynesiana. Un cambio de régimen económico-fiscal que elimina la necesidad de mayores impuestos futuros genera un efecto riqueza positivo que estimula el consumo y la inversión presentes. También una política fiscal rigurosa y sostenida rebaja la prima de riesgo, y los componentes de la demanda más sensibles a los tipos de interés se reactivan si el descenso de la prima de riesgo reduce los intereses cargados a las familias y a las empresas. Por último, un descenso del coste del dinero incrementa la riqueza financiera por su impacto alcista sobre el valor de las acciones y de los bonos.

Dicho esto, la composición y la dimensión del ajuste fiscal-presupuestario es vital para evaluar su impacto. En este sentido, las estrategias de disminución del déficit que han tenido éxito han sido aquellas que han descansado sobre la restricción del gasto público. En términos generales, los países de la OCDE en los que el ajuste ha descansado cuanto menos en un 70% en la rebaja de los desembolsos del sector público han obtenido un efecto positivo sobre la economía, mientras que en aquellos en los que los impuestos han supuesto el 60% o más del esfuerzo de recorte del déficit, la economía ha entrado en recesión y no se ha conseguido lograr el objetivo planteado en el plan de ajuste (Ver Alesina A., Fiscal Adjustments: Lessons from Recent History, Mimeo, Abril 2010). Desde esta perspectiva, la primera parte del ajuste fiscal realizado por el PP estaría en la banda baja de los programas de consolidación fiscal que han funcionado. El 60% del ajuste ha recaído sobre el gasto y el 40% sobre los ingresos.

¿Cuáles serán las consecuencias del alza del IRPF?

En ese marco teórico, la primera fase del plan de estabilización del Gabinete Rajoy tendría éxito. Sin embargo, surgen dos poderosos interrogantes a la hora de evaluar su efectividad cuyo origen es la situación en la que se encuentra la economía española. Con independencia de la coherencia ideológica de que un partido de centro-derecha realice la mayor subida de la fiscalidad sobre las personas y sobre el capital de la democracia, existe el serio riesgo de que el alza del IRPF genere consecuencias distintas a las esperadas. Con un alto endeudamiento de las familias, la persistencia o, peor, la posible agudización de la restricción crediticia, la erosión de la renta disponible provocada por el aumento de los tipos del IRPF acentuará la contracción del consumo privado y, con ella, la recesión. Al mismo tiempo, las rentas altas buscarán medios para disminuir su carga tributaria, por ejemplo, convirtiéndose en personas jurídicas. En este supuesto, la recaudación fiscal caería a pesar del alza del impuesto.

Por otra parte, la elevación de la fiscalidad sobre las rentas del capital penaliza el ahorro y la inversión, y tampoco tiene por qué generar ingresos adicionales para el Fisco. Las personas que posean acciones u otros activos cuya venta les produzca plusvalías no las enajenarán hasta que la subida del impuesto deje de tener vigor, en 2014, lo que reducirá la recaudación procedente de ese tributo. En la práctica, esta medida sólo afectará a activos del tipo de los depósitos a plazo o a las cuentas corrientes. Conviene recordar que la bajada del impuesto sobre las rentas del capital realizada por el PP a mitad de la década de los 90 se tradujo en un aumento de los ingresos derivados de ese impuesto. Para qué hablar de la reintroducción de la deducción por vivienda, una forma de primar la inversión en ladrillos frente a otras alternativas, o el aumento del IBI, contradictorio con la idea de incentivar el mercado inmobiliario.

Un plan de ajuste similar al de Zapatero

En conclusión, la primera entrega del plan de ajuste presupuestario y fiscal del PP no es muy diferente del planteado por el anterior Gabinete, el socialista, en el plano de los impuestos, y si es más contundente en materia de gasto, no afecta de momento a los programas estructurales que condicionan de manera decisiva tanto el tamaño del propio gasto público como su tendencia alcista en el futuro. Es de esperar que la segunda parte del programa, después de las elecciones andaluzas, sea mejor. Rajoy tenía razón y su intuición era correcta cuando afirmó en su debate de investidura que quería recortar el déficit sin subir los impuestos.

Lorenzo Bernaldo de Quirós, miembro del Consejo Editorial de elEconomista.

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