Firmas

José Luis de Haro: Bank of America no levanta cabeza

Bank of America es la comidilla del sector financiero. La semana pasada, la acción de la entidad perdía momentáneamente la cota de los cinco dólares, un nivel psicológico clave que hace que este valor de amplia capitalización se considere ya una acción centavo o penny stock. Para muchos, incluidos los reguladores estadounidenses, esta situación no es más que un síntoma de los retos a los que aún debe enfrentarse la entidad capitaneada por Brian Moynihan. Para otros, una oportunidad de oro para comprar títulos del mayor prestamista de EEUU a precio de saldo.

El coste de la acción de Bank of America se ha dejado ya un 60% de su valor desde que comenzó el año, mientras que otras entidades, como Wells Fargo, han recortado sólo un 13% de su precio. En un momento en que la economía mundial sufre el azote de la crisis europea, la incertidumbre estadounidense y la posible ralentización de la locomotora china, a muchos les faltan dedos para enumerar los problemas que podrían dilapidar una de las mayores entidades bancarias de EEUU.

Para quienes ven la botella medio llena, entre ellos el analista de Rochdale Securities, Richard Bove, estos miedos son infundados. Si echamos un vistazo a la documentación del banco presentada ante la Comisión de Mercados y Valores de EEUU (SEC) correspondiente a su último trimestre fiscal, la exposición de Bank of America a la deuda soberana italiana y otros periféricos se sitúa alrededor de los 5.000 millones de dólares netos, una cantidad muy inferior a la de otras entidades como Morgan Stanley o JP Morgan.

Aun así, hay quien coloca a Bank of America la coletilla del "peor banco de EEUU" tras absorber a la hipotecaria Countrywide a cambio de 4.000 millones de dólares. A día de hoy, esta compra podría calificarse como el talón de Aquiles de la compañía, ya que destartaló completamente sus cuentas. Sus escollos legales, entre impagos de préstamos y rencillas jurídicas, han costado ya al banco alrededor de 30.000 millones de dólares.

Por supuesto, otro problema llega de mano del propio Gobierno de Obama y sus reguladores bancarios. Bank of America está considerado como un banco demasiado grande para caer, sin embargo, tras recibir ayudas por parte de los contribuyentes en plena vorágine subprime, la entidad debe mantener su viabilidad, ya que sus trabas financieros podrían hacer daño al sistema financiero y, cómo no, a la economía.

Durante los últimos meses, las autoridades han presionado al banco para que aumente sus niveles de capital, venda activos y garantice su supervivencia sin necesidad de una intervención. En este sentido, hay quien asegura que la situación no es tan mala como se rumorea en la trastienda. Al fin y al cabo, en su último 10-Q (documento trimestral obligatorio que presentan las cotizadas a la SEC), los activos de nivel 3 del banco -es decir, los más tóxicos o menos deseables- sumaban un total de 64.000 millones de dólares, de los que 16.000 millones eran derivados y sólo el 33,6 por ciento corresponden a activos hipotecarios. Además, la compañía ha puesto en marcha un plan de recortes que eliminará alrededor de 30.000 puestos de trabajo para ahorrar 5.000 millones en costes anuales a finales de 2013.

Bank of America ha negado por activa y por pasiva cualquier posibilidad de colapso, pero el mayor prestamista de EEUU ha estado operando bajo un memorando de entendimiento, informal con los reguladores del país en los últimos dos años. Esto demuestra que las autoridades no están de acuerdo con las medidas tomadas hasta ahora. De hecho, consideran que el banco no ha solucionado los problemas de liquidez, y advierten de que si no se corrigen pronto, la entidad podría ser castigada con medidas coercitivas formales que le obligarían legalmente a implementar las sugerencias de los reguladores.

José Luis de Haro, delegado en EEUU.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky