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Mercedes Pizarro Santos: Realismo, voluntad... y acción

Caricatura de Mariano Rajoy. Autor: Luis Grañena.

"No me veo ejerciendo la prepotencia ni perdiendo las formas, algo que no es exclusivo de las mayorías". "Me gusta más el medio y largo plazo que la jugada a 24 horas". "Sabemos que se nos juzgará por lo que consigamos y no por lo que intentemos". "Llamaré al pan, pan y al vino, vino"... Y todos los españoles agradeceremos al presidente electo, Sr. Rajoy, que estas frases las mantenga a lo largo de toda la legislatura y, a ser posible, que la última de ellas la haga bilingüe o trilingüe para que la entendamos en todo el territorio español por igual y en el seno de la Unión Europea.

La situación lo requiere, pero no por ello es de desmerecer que en este debate de investidura el talante y la predisposición por aunar esfuerzos hayan sido notas dominantes entre los diferentes grupos parlamentarios. El discurso inicial del Sr. Rajoy tuvo dosis de realismo y acertó en el diagnóstico de una situación acuciante. La crudeza de los datos actuales de paro, procesos concursales, morosidad, falta de crédito y elevado endeudamiento es evidencia de que no hay plazo que no llegue ni deuda que no se tenga que pagar. Se hubieran requerido fármacos y cirugía cuando sólo se optó por aplicar analgésicos, pero ya no es tiempo de lamentarlo. No hace falta inventar, tan sólo revisar la botica de la abuela y aplicarla con voluntad y precisión en cuantía y medida. Y el tiempo, más que nunca, es un bien escasísimo.

La confianza no es eterna

El Sr. Rajoy no es un gurú, pero le bastará recopilar cuanto han dicho sobre la situación de España las principales instituciones económicas internacionales y nacionales. Y está bien que el presidente electo tenga claro que la confianza no suele ser eterna ni ciega, sino cauta y sujeta a reconsideración una y otra vez, que es un valor difícil de conseguir, fácil de perder y que si falla se requiere intensa y prolongada dedicación para recuperarlo.

Es evidente que la prioridad es generar empleo y que la urgencia se centra en acometer reformas en tres ámbitos: estabilidad presupuestaria, culminar de forma efectiva el proceso de saneamiento del sector financiero y las más que conocidas, y no por ello anheladas, reformas estructurales, básicamente la relativa al mercado laboral.

Y como bien dice el refrán "a camino largo, paso corto", y en su versión más castiza "los toros a uno". Recuperar confianza y credibilidad pasa ineludiblemente por la consolidación fiscal para que el nivel de endeudamiento se sitúe en umbrales sostenibles y prudentes, liberándose recursos para que queden a disposición del sector privado. El recorte del déficit previsto por el Sr. Rajoy para 2012 es de 16.500 millones de euros. Tan importante como conocer esa cuantía lo es aclarar cuál es la hoja de ruta que va a llevar a la consecución de ese objetivo. Si no se van a subir impuestos, se van a actualizar pensiones y la carga financiera de la deuda pública va a seguir siendo el segundo capítulo de gasto por volumen más importante en meses... la cuadratura del círculo obliga a algo más que austeridad y buena gestión de las cuentas públicas.

Bienvenidas las nuevas medidas

Bienvenido será todo cuanto suponga redimensionar el sector público, evitar duplicidades, reordenar competencias y reducir reguladores, siempre que se haga dentro de las reglas del consenso democrático. Los dos últimos viernes de 2011 van a marcar la pauta cuando después de los Consejos de Ministros se desgranen las medidas concretas.

En cuanto al proceso de reestructuración del sistema financiero, lo vivido hasta ahora no ha eliminado todavía las restricciones al crédito. Se requiere con urgencia sanear el sistema porque sin esta premisa no llega financiación a las empresas, se paralizan inversiones, se frena la actividad y se estanca el consumo. El coste y los medios para sanear han de estar evaluados de antemano y las consecuencias más que delimitadas. Aquí no hay margen para experimentos o cábalas.

Y por último, y no por ello menos importante, toca acometer las reformas estructurales. Es preciso incentivar las ventajas competitivas de nuestras empresas, incrementar la base exportadora, impulsar iniciativas, captar inversiones, crear empleo y mejorar su calidad, ganar flexibilidad, mejorar el marco fiscal para que su incidencia se equipare a la de la media europea, disponer de infraestructuras óptimas, reducir trámites administrativos y regular sin excesos, de forma clara y con vocación de estabilidad. No es más que hacer de la competitividad una señal de identidad.

Como decía el poeta griego, "si añades un poco a lo poco y lo haces así con frecuencia, pronto llegará a ser mucho". Que al Sr. Rajoy le acompañe a lo largo de la legislatura la voluntad, el talante, la constancia, las buenas formas, el diálogo y... la decisión para actuar, propios de un buen gobernante.

Mercedes Pizarro Santos es la directora del Departamento de Economía de Fomento del Trabajo.

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