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Fabián Estapé Rodríguez: ¿Renovarse o morir?

Estimados lectores, parece ser que a la Santísima Binidad; es decir, al todopoderoso tándem Merkozy se le ha metido entre ceja y ceja que hay que renovar el Tratado de la Unión Europea y lo han conseguido. La suerte del Tratado en vigor ya lleva bastante tiempo echada, porque si los mandamases de esta zozobrante nave que es la UE habían decidido finiquitarlo, pues no hay más que hablar y de nada nos valió a los otros 25 países y menos a los 15 eurosufridores exponer ni aludir razones. Y la pregunta lógica que nos viene a la cabeza al resto de los mortales es: ¿por qué ha dejado de ser válido el Tratado?

La respuesta es bien sencilla: porque parece ser que el texto de la Carta Magna no recogía un régimen punitivo para quienes incumpliesen el principio de mantener a raya los déficits presupuestarios. En este sentido, las voces de Sarkozy y Angela Merkel se han pronunciado en más de una ocasión y en distintos foros a favor de imponer sanciones a los países que violen la regla del déficit inferior al 3% del PIB... aunque la experiencia nos lleve a afirmar que, sin duda, dependiendo de quién sea el infractor, la regla, como toda regla que se precie de serlo, tendrá excepciones; porque, entre otras cosas, no es factible anular los Presupuestos nacionales.

Discrepancias respecto al BCE

De todos modos, como en cualquier pareja, los Merkozy tienen sus dimes y diretes, pues a pesar de que estén de acuerdo en reclamar disciplina presupuestaria y fiscal, sin embargo, no van a la par en cuanto al papel que debe desempeñar el BCE en este momento crítico, así como en algunos flecos que aún tiene su plan maestro: el pacto fiscal. Así, mientras desde París se pretende que el Banco Central pueda comprar deuda de los países más empeñados o que se puedan emitir eurobonos, la dama teutona mantiene una postura férrea en contra. Tampoco le parece bien al Ejecutivo francés (porque, créanme, ven las barbas de su vecino pelar...) que los países de la zona euro entreguen el control presupuestario a una autoridad supranacional con derecho de veto (¡menuda barbaridad!).

Tras la cumbre europea que se celebró la semana pasada, ya se han visto los primeros resultados de las a priori portentosas medidas que los líderes de la UE aprobaron... No, señores, el milagro no se ha obrado y la incertidumbre sigue presidiendo los mercados. Los inversores no creen en esta nueva y decisiva purga de Benito que nos han querido administrar, pues a pesar de que los líderes de la UE acordaron proveer hasta 200.000 millones de euros al FMI y adelantar en un año el lanzamiento del fondo permanente de rescate (MEDE); sin embargo, es público y notorio que sólo Italia tiene 150.000 millones de euros en deuda que vencerá en el primer cuatrimestre de 2012.

Eurosufridores, amenazados

Tal como se ve desde nuestra tranquila solaz leonesa, las propuestas que han dimanado de la cumbre europea no han servido para cambiar nuestra visión sobre el futuro del euro y de la cohesión monetaria europea. Coincidentemente con lo que opina la agencia de calificación financiera Moody's, ningún país de la zona euro, ni siquiera los considerados más sólidos (Holanda, Austria, Finlandia, Francia y Alemania), está a salvo de una degradación de su nota de solvencia. Todos los eurosufridores siguen amenazados por nuevos tropiezos que hacen peligrar la tan defendida cohesión.

No podemos engañarnos y pensar que la cumbre ha sido un éxito y que ha logrado un acuerdo unánime en un plan de choque a corto plazo que revitalice la economía europea como condición indispensable para salir de la crisis. Las iniciativas no tienen capacidad para estabilizar las condiciones en los mercados de crédito de manera efectiva a corto plazo. El punto de partida trascendental para enfrentar la caótica situación económica por la que se atraviesa hubiera sido reconocer la necesidad de incrementar el apoyo a los países fiscalmente más débiles.

Quizá se deba empezar a plantear que un cambio en el Tratado, una renovación de sus principios, no es ni necesario ni suficiente para ponerse como disyuntiva a la agonía y muerte de un sueño que se ha convertido en pesadilla: la Unión Monetaria Europea...

Fabián Estapé Rodríguez es economista.

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