
Ha terminado la cumbre europea y sus conclusiones giran en torno a cuatro puntos fundamentales. A saber: se establecen una serie de reglas fiscales que permitan mantener la deuda pública bajo control, normas que deben incorporarse a la legislación nacional de cada Estado miembro.
En segundo lugar también se señalan las sanciones, automáticas, en caso de incumplimiento de los anteriores principios. En tercer lugar, se crea un fondo de rescate permanente, cuya gestión corresponderá al Banco Central Europeo (BCE). Por último, se realizará un préstamo al Fondo Monetario Internacional (FMI).
¿Éxito o fracaso?
¿Ha sido un éxito o un fracaso esta cumbre europea? La verdad es que sólo el tiempo será capaz de responder a esta cuestión. Sin embargo, si bien no cabe duda de que se han dado pasos positivos en el sentido de conseguir un modelo estable de la eurozona, no se han establecido mecanismos que acaben con las tensiones en las primas de riesgo de la deuda periférica.
La obligación de incorporar el límite de déficit del 3% en las legislaciones nacionales ayudará a conseguir la ortodoxia fiscal, una disciplina presupuestaria impuesta que justificó muy bien el ministro francés de Finanzas: en las condiciones actuales, "reducir nuestro endeudamiento supone recuperar plenamente nuestra soberanía". Igualmente se ha añadido un tope de déficit estructural, definido como aquél que es independiente del ciclo económico, del 0,5%, junto a un mecanismo de sanciones que se pondrá en funcionamiento de forma automática cuando algún Estado miembro no cumpla sus compromisos y cuya deuda se eleve por encima del 60% del Producto Interior Bruto.
En este punto, los interrogantes se producen en torno a la posibilidad de que alguno de los países no sea capaz de incorporar a su legislación estos límites, o que el proceso para hacerlo se eternice (en caso de que se tenga que someter a referéndum). Del mismo modo y tal y como hemos señalado en otras ocasiones a través de estas páginas, el énfasis en el ajuste podría dificultar la aplicación de las reformas estructurales imprescindibles para aportar lo realmente necesario en este momento: crecimiento económico.
Integración política de la UE
También hay que resaltar la lentitud en ofrecer resultados que tendrían estas medidas. Sin lugar a dudas, otra de las cuestiones que se debe aún concretar es la verdadera integración política de la Unión Europea. Una toma de decisiones única, más rápida, con unas instituciones comunitarias más ágiles, autónomas y realmente integradas. Y esta parsimonia va en contra de lo perentorio, que no es otra cosa que la tormenta actual en los mercados financieros sobre los títulos de deuda soberana y sus repercusiones sobre el resto de valores europeos (los de las entidades financieras principalmente).
¿Qué se puede hacer en este aspecto? Las decisiones adoptadas en cuanto al establecimiento de un fondo de rescate permanente o la aportación al FMI representan pasos positivos (aunque un rescate por parte de este organismo puede que no sea la mejor alternativa), pero no parecen ser suficientes. Hacen falta más medidas para frenar la volatilidad de las primas de riesgo. Descartada, al menos por ahora, la emisión de bonos europeos, queda poco por hacer, salvo utilizar realmente al BCE como prestamista en última instancia o permitir que compre títulos de deuda en el mercado con el objetivo de estabilizar sus rentabilidades.
La creación de los euros necesarios para que los países hagan frente a sus deudas tendría un efecto inflacionario, lo que va en contra de sus objetivos de política monetaria. La compra masiva en el secundario fue en principio sugerida, aunque luego desmentida, por el propio Draghi. Está claro que el BCE espera que la ortodoxia fiscal acabe por tranquilizar a los mercados, de forma que no sean necesarias ninguna de estas medidas que acaban monetizando la deuda.
Por lo tanto, lamentablemente habrá que seguir esperando. Y lo peor es que el tiempo, lo llevamos diciendo también desde hace mucho, va en nuestra contra.
Ignacio López Domínguez, director del Centro de Investigación Financiera. Universidad Nebrija.