
Inesperada semana de falta de convicción alcista que me obliga a empezar a reconsiderar mi punto de vista. El rebote sigue pareciendo probable, pero se complica el suelo en tendencia.
Si algo se reprocha a un analista por parte de los que más les detestan pero más les envidian -también en este mundillo existe una relación amor-odio entre los que hablan/escriben y los que escuchan/leen- es que se moje poco. Pero si lo hace, se le pide seriedad y que no cambie de opinión a la primera de turno. Y tiene sentido esto último -lo primero es de una gran torpeza-, pues en un mundo de grises como es el de la economía, donde estar seguro de algo es estar a las puertas de equivocarse en alguna cosa, no conviene pasar del blanco al negro tan precipitadamente como pueden hacerlo los gráficos. Más que nada porque éstos piden todo tipo de confirmaciones, y eso implica esperar. Por ello es tan importante el acordeón, manejarse subiendo y bajando el grado de exposición al mercado en función de si los acontecimientos responden a lo que cabría esperar o a todo lo contrario. Y yo debo reconocer que esto que ha pasado esta semana no es lo que esperaba, especialmente en nuestra plaza, y por tanto no me queda otra que ajustar mi nivel de riesgo si quiero cumplir con mi gran obligación: batir al mercado.
Cuando crece lo inesperado
Popper, el filósofo de la ciencia, considera que el estudioso debía renunciar a la idea de una tesis final, siendo el conocimiento un proceso dialéctico y continuado donde cada conjetura va ocupando el lugar de otra anterior, hipótesis tras hipótesis hasta el infinito. Y así sucede lógicamente con el mercado, que es información, conocimiento. En él una idea sucede a otra en una cadena sin fin que refuerza o cambia la dirección de los precios, que retroalimenta a las convicciones existentes en la tendencia o invierte el sentido de las mismas, estando por tanto siempre sometida cualquier visión a una realidad que es eternamente cambiante.
El discurso del precio consiste en la continua concatenación de tendencias, y en la interacción de procesos tendenciales de diferente grado. Las tendencias se integran unas dentro de otras en la misma dirección hasta que, finalmente, una tendencia de orden inferior, que a priori resultaba un alto en el camino, se muestra no contingente y acompaña a los precios a configurar un paso hacia una tendencia de grado superior. Así se produce el paso desde la microonda a la macroonda, sin el cual no es posible dar por hecha con firmeza la finalización de una tendencia.
Cuando un inversor quiere operar activamente, en lugar de aceptar una gestión pasiva, debe seleccionar, según su perfil de inversión, la clase de tendencia en que trabaja, y a ella deberá adaptarse continuamente, cambiando su posición de alcista a bajista y viceversa o tomando liquidez, a fin de estar en sintonía con el mercado la mayor parte posible del tiempo. Así veo yo el mercado, como un ser vivo que cambiará. Luego si bien resulta clave conseguir definir el tipo y clase de tendencia al que pensamos que nos estamos enfrentando, no será menos importante determinar qué elementos refutan dicha hipótesis, definir elementos de control.
Popper dijo que si alguien propone una teoría debería hacerlo tal y como lo hacía Einstein, preguntándose a priori bajo qué condiciones debería admitir que mi teoría es insostenible. Dicho de otro modo ¿Qué hechos concebibles aceptaría como confutación de mi teoría? Se trata de establecer la absoluta necesidad de un criterio de falsificabilidad como primera norma a la hora de establecer hipótesis de trabajo. Los técnicos vinculamos nuestras stops a esos criterios. Así, buena parte de la tarea deberá consistir en la búsqueda de los elementos que le mostrarán fallido; lo que nos aboca a una definición negativa de la realidad.
La mayoría de los analistas están, como tantos hombres, intentando justificar sus ideas en lugar de adaptarlas, cambiándolas, para que estén acorde con la realidad la mayor parte posible del tiempo. Esto es algo que por supuesto no le sorprenderá a alguien auténticamente convencido de su falibilidad, pero que sin duda es pasado por alto por gran parte de los analistas e inversores -y de ello no escapan los técnicos-; que haciendo mejores o peores reflexiones sobre la cuestión que se discute, pasan completamente por alto esta esencial parte que debe acompañar a cualquier hipótesis: ¿cómo saber que estoy equivocado?
Yo aún no tengo claro que lo esté, entiendo que incluso en un proceso de vuelta globalmente bajista debería haber más rebote, pero si pienso que no hay fe en el lado alcista y en esas condiciones quizá estoy arriesgando demasiado. Así que opto por reducir mi exposición según cada mercado.