
Que Roger Waters y David Gilmour no se soportan no es noticia. Lo que sí sorprende, aunque quizás no tanto, es que ambos músicos —exmiembros clave de Pink Floyd— hayan decidido lanzar sendos discos en directo con apenas horas de diferencia. No hay reunión, ni rastro de reconciliación. Pero sí un duelo mediático, artístico y comercial que deja claro que su enemistad no solo está lejos de enfriarse, sino que sigue marcando el ritmo de sus carreras por separado.
Este 1 de agosto, el mercado musical amanecía con un movimiento doble que muchos han interpretado como una especie de showdown a distancia entre los dos veteranos de la legendaria banda.
Roger Waters (cumple 82 en septiembre) publica This Is Not A Drill – Live from Prague, un álbum en directo acompañado de película, grabado durante su concierto en el O2 Arena de la capital checa el pasado año. El proyecto, anunciado como parte de su "primera gira de despedida", incluye clásicos inmortales de Pink Floyd como Us & Them, Wish You Were Here y, por supuesto, Comfortably Numb. Todo, con ese aire solemne, teatral y combativo que caracteriza los montajes de Waters.
Apenas unas horas después, David Gilmour (79) anuncia su propio lanzamiento en vivo: Luck and Strange Live, previsto para el 26 de septiembre, con reservas ya disponibles. Se trata de una cuidada edición que incluye caja de 4 vinilos, doble CD y formatos digitales, recogiendo momentos de su gira más reciente por escenarios emblemáticos como el Madison Square Garden o el Circus Maximus romano. Su repertorio no se queda atrás: además de temas nuevos, su setlist revive algunas de las joyas más reconocibles de Pink Floyd —Breathe, Sorrow, también Wish You Were Here y sí, Comfortably Numb (también aquí).
Aunque no se han cruzado ni una palabra públicamente, el movimiento es claro: Waters y Gilmour coinciden en lanzar productos similares, con repertorios que beben del mismo legado, y dirigidos a un público que, en gran parte, es compartido. ¿Competencia directa? Más bien una pugna silenciosa en la que los dos siguen reclamando ser la esencia más pura de lo que alguna vez fue Pink Floyd.
Ambos lo hacen, además, bajo el amparo de Sony, lo que muchos ven como un gesto curioso, si no provocador. El hecho de que una misma discográfica respalde lanzamientos tan paralelos y simbólicamente enfrentados añade una capa más al drama: la batalla por el legado del grupo británico sigue viva, y ahora también se libra en las estanterías de las tiendas y plataformas de streaming.
Cabe recordar que la última vez que Waters y Gilmour compartieron escenario fue en 2011, durante la gira The Wall Live Tour, cuando tocaron Comfortably Numb juntos en Londres. Desde entonces, todo han sido distancias, reproches velados y alguna que otra frase tajante, como el reciente "sigan soñando" con el que Gilmour cerraba cualquier posibilidad de reunión.
La ironía, claro, es evidente. Ambos interpretan los mismos himnos, evocan los mismos recuerdos, emocionan a los mismos fans… pero siguen caminos tan separados como sus visiones del mundo. Uno, más combativo, casi profético; el otro, más introspectivo, melódico y sereno. Y sin embargo, en pleno 2025, vuelven a encontrarse sin tocarse, sin hablarse, sin mirarse siquiera.