
Este 13 de julio, el chef José Andrés cumple 56 años, y lo ha querido celebrar de una manera muy especial: compartiendo con el mundo su receta favorita para preparar el huevo frito perfecto. Nada de platos de vanguardia ni técnicas de alta cocina. En su día, el chef asturiano ha preferido volver a los orígenes, a la cocina sencilla, al sabor de los recuerdos de infancia.
Nacido en Mieres y afincado en Estados Unidos desde los años noventa, José Andrés es uno de los cocineros españoles más influyentes del mundo y una figura clave en la ayuda humanitaria. Fundador de la ONG World Central Kitchen, su labor solidaria ha llegado a más de 50 países, donde ha repartido millones de comidas en contextos de guerra, catástrofes y crisis sociales. Pero, como él mismo reconoce, también es un hombre de emociones profundas, conectado con la cocina tradicional que aprendió de su madre.
Y si hay un plato que le transporta a esos días de verano en España, ese es el huevo frito con tomate y pan. "Los cumpleaños son la excusa perfecta para comer lo que quieras", ha dicho en su newsletter "Longer Tables" y en su cuenta de Instagram, donde ha mostrado el desayuno que eligió para celebrar su día: tomates maduros con sal marina y aceite de oliva virgen extra, huevos fritos con puntilla y una buena rebanada de pan crujiente para mojar.
"Freír bien un huevo es todo un arte"
Aunque parezca simple, José Andrés recuerda que freír bien un huevo es todo un arte. "No hay técnica sin emoción, ni tradición sin precisión", ha dicho en más de una ocasión. En el vídeo que ha compartido en redes, el chef explica su método paso a paso: primero, cascar el huevo en un plato para evitar romper la yema o encontrarse con sorpresas; luego, calentar abundante aceite de oliva y, una vez esté bien caliente, inclinar la sartén para formar una pequeña piscina. Allí deja caer con cuidado el huevo, que empieza a chisporrotear de inmediato. La clave está en dejar que la clara se vuelva crujiente sin que la yema se cocine del todo. "Lo que buscas es una nube dorada con corazón líquido", explica mientras muestra el resultado final. El borde del huevo se vuelve crujiente, casi caramelizado, mientras que la yema se mantiene intacta, perfecta para mojar con pan. Un plato humilde, sí, pero con una técnica que requiere mimo, oído y amor. La elección no es casual. En palabras del chef, este plato representa todo lo que ama de la cocina: sencillez, emoción y memoria. "Si un huevo frito te hace feliz, no necesitas nada más", ha escrito.
A tener en cuenta
Más allá de los fogones, este gesto conecta con su manera de entender la gastronomía: como un lenguaje universal, capaz de emocionar, de nutrir y de unir. José Andrés alimenta cuerpos, pero también esperanza. Y este 13 de julio ha querido compartir un regalo que va mucho más allá de una receta. Nos ha recordado que, a veces, la verdadera felicidad está en un plato de huevos fritos con tomate y pan. Nada más. Y nada menos.