
Pobre, de Katriona O'Sullivan, nos lleva a caminar por un barrio de Coventry, Hillfields, en Inglaterra. Por unos años 80 oscuros de adicciones, hambre y frío. De puertas cerradas y de silencios. Y una travesía, la de su autora, hacia la esperanza, hacia la luz y los libros. Una novela convertida en fenómeno editorial en Irlanda y que nos reconecta con las memorias de Frank McCourt y Las cenizas de Angela (Premio Pulitzer y National Book Critics Circle Award, en 1996).
La autora novela en Pobre (Planeta) su infancia y juventud sumergidas en la pobreza, el abandono y las drogas que arrasaron su casa. Desafía Katriona O'Sullivan ese destino marcado por unas cartas malas, las cartas de los vulnerables, de los desposeídos y de los que pasan hambre. De ese camino recorrido de supervivencia, aprendizaje y autodescubrimiento, Katriona logra, a través de la lectura, acceder a la universidad hasta llegar al doctorado en psicología. La investigadora de la Universidad de Maynooth y activista por la inclusión educativa en Europa, lanza este mensaje: "No quiero ser un ejemplo de éxito. Quiero que entendamos cuántos talentos se pierden cada día por culpa de la desigualdad".
Las cucharas negruzcas
"Recordé las marcas que tenía mi padre en las piernas, las manchas azules y moradas en su piel pálida. Los círculos negros y grises. Sabía que le salían por las agujas". Era Tony, su padre heroinómano y alcohólico. Un hombre culto y elocuente y yonqui. "En nuestra casa, la mayor parte del tiempo, todas las cucharas estaban negruzcas porque se usaban para preparar heroína", recuerda. Junto a él, su madre, una mujer menuda y guapa de ojos grandes. "Cuando yo era pequeña ella siempre estaba borracha o drogada, yo pensaba que era guay y diferente (...) Le encantaban las fiestas, bailar y siempre ponía música a todo volumen. Y era adicta a todo lo que es malo para las mujeres: las drogas, la bebida y un hombre, mi padre". Un durísimo retrato sobre su casa, su hogar de niña en Hillfields. "Siempre amé a mi madre. Solo que ella no sabía cómo amarme a mí".
Rechazada por el mundo y por sí misma, encontró apoyo en su maestra de la escuela la señora Arkinson y en los libros. Madre a los quince años, Katriona desafió su destino, el que le vino dado por la infancia de desamparo y las adicciones de sus padres. "La adicción se pone en marcha a partir de un deseo: no el de consumir una sustancia, sino el de escapar del dolor de los traumas y de las consecuencias de la pobreza", asegura.
"A veces, aún hoy, me siento una intrusa"
Activista por la equidad de oportunidades en el sistema educativo, la escritora defiende que "si alguien no puede orientarse porque se está desmoronando el mundo a su alrededor, debemos elevarlo por encima de esas nubes que lo ofuscan". Y recuerda a las personas que la ayudaron como Irena, de las oficinas del programa de acceso. "No es casualidad que las personas de mi comunidad sean barrenderos, personal de limpieza y trabajadores del sector servicios, mientras que las personas de clase media sean médicos y abogados. Eso no se debe a una diferencia en la inteligencia. Se debe a las oportunidades, el dinero y el apoyo. Las clases medias nacen con estos tres elementos bajo el brazo; los pobres no tienen ni una pizca de ninguno de los tres. Nos estamos perdiendo mentes brillantes que se quedan atrapadas en el pozo de la pobreza".
"A veces, aún hoy, me siento una intrusa. Necesito que me confirmen que soy aceptable. Que merezco lo que tengo. Que tengo valor. Esa es la herencia de mi infancia, que el sistema no se apresura por cambiar". Son las palabras de la escritora, tercera de cinco hermanos. Pobre, biografía del año en los Irish Book Awards, con más de 52 semanas entre los más vendidos y traducido a múltiples idiomas, llega ahora a nuestro país editado por Planeta. Katriona es doctora en Psicología en Trinity y se incorporó a su plantilla. Trabaja como profesora titular de Habilidades Digitales en el departamento de psicología de la Universidad de Maynooth (Irlanda).

Pobre
- Katriona O'Sullivan
- Planeta
- 312 páginas
- 18,90 euros