
Nos asomamos a Cala 'n Porter, en Menorca, desde el Hotel Osprey. Un paraíso azul y verde con vistas al Mediterráneo que nos invita a disfrutar de los grandes placeres de la vida. Y también, donde descubrir una gastronomía sencilla y honesta.

Abrimos las puertas de este hotel boutique a pie de Cala 'n Porter, con su arena blanca y fina y sus aguas turquesa. Un paisaje de acantilados el del hotel Osprey Menorca, de 59 habitaciones bañadas de luz natural desde donde contemplar el mar. La azotea, The Osprey's Nest, bautizada en honor al ave emblemática de la isla, alberga restaurante, bar, terraza y piscina en un mismo espacio de vistas espectaculares.
En este maravilloso balcón natural se sirve el buffet de desayuno. A mediodía y por la noche funciona una carta de sabores mediterráneos, con producto local y tradición pero con guiños internacionales. Incluye jamón ibérico de bellota cortado a cuchillo, una tabla menorquina –con embutidos artesanales y quesos con DO Mahón– y carnes a la parrilla –entrecot de vaca madurada y solomillo, presa y pluma de cerdo ibérico– y platos más elaborados como los chipirones a la plancha y ajillo con tinta de calamar; el arroz a banda con gambas y rape; la lubina al horno con sal de Menorca; el salmón a baja temperatura en miso japonés, teriyaki y verduras o el pollo con picada de Menorca. Y de postre, la tarta de queso. Un bocado de pura crema. La terraza cuenta además con zona de hamacas y camas balinesas para tomar el sol por la mañana alrededor de la piscina o disfrutar de un cóctel al caer la tarde.

El hotel está concebido para familias, para una escapada romántica y para grupos de amigos. El catálogo de actividades que ofrece a sus huéspedes es inmenso: kayak en aguas turquesa, yoga al amanecer sobre la arena, rutas a pie por el Camí de Cavalls, avistamiento de aves desde la terraza, excursiones a rincones como Alaior, Mahón o la Cova d'en Xoroi, una cueva-discoteca tallada en los acantilados que regala atardeceres inolvidables. Y para quienes prefieren fluir sin planes, en la planta baja del hotel dispone de dos food trucks con platos para llevar a un picnic en la playa o una excursión improvisada por la isla.