Evasión

Dónde comer antes o después de patearse la Feria del Libro: fichamos las paradas obligadas cerca del Retiro

Florida Retiro, Arzábal, La Catapa, Taberna y Media y La Castela son esas paradas obligadas que debe hacer todo comensal antes de dirigirse al Retiro.

Somos de patearnos la Feria del Libro, que este año alcanza su 84 edición, y lo cierto es que no hay mejor planazo que acomodarse en una barra, de tantas que destacan en el barrio, o en una buena mesa, ya sea en el interior o en una terraza, que ya apetece.

Tomen nota, porque Florida Park emerge como un enclave que encapsula el espíritu literario propio de estas fechas gracias a su estratégica ubicación, en el corazón del Retiro. Por eso, El Pabellón presenta, desde el viernes hasta el 15 de junio, un menú en el que las historias se traducen en sabores. Los entrantes lo abren como prólogos y el primero son los "Versos de Córdoba", que se traduce en un salmorejo, que homenajea a Platero y yo y al universo poético de Lorca. Le sigue La metamorfosis vegetal, una creación de corazones de alcachofa con yema trufada, inspirada en la obra de Kafka. Como principales, "El pez y la revolución", un bacalao en salsa verde con callos al pil pil, "Don Quijote a la parrilla", rinde tributo al caballero andante con una pluma ibérica al chimichurri, donde Castilla y La Pampa se encuentran al calor del fuego, mientras que Memorias de infancia reinterpreta el clásico arroz con leche con helado de canela, evocando la ternura y nostalgia de Cien años de soledad. Por último, le sigue "El tiempo entre migas", una torrija helada inspirada en El tiempo entre costuras.

Seguimos nuestra ruta en Taberna y Media, el templo del producto de José Luis Martínez, en el que nos gusta pedir esos clásicos que nunca fallan, como son los torreznos crujientes de Fuentidueña y las bravas cremosas de Alejandro, pero también las elaboraciones en las que el atún rojo de almadraba de Gadira (Barbate) son protagonistas. Es decir, éste con yuzu y ajo blanco de piñones y el tartar de éste con sriracha, soja y jengibre, por poner un par de ejemplos. Son varios días de feria, así que otra dirección a tener en cuenta es Arzábal, el espacio de Álvaro Castellanos e Iván Morales, responsables de una taberna reinventada en la que la barra es la principal protagonista. Sus patatas a la importancia es uno de los platos que provoca que el espacio tenga su clientela fija.

Arzábal, el espacio de Álvaro Castellanos e Iván Morales

La Catapa, el proyecto personal de Miguel Ángel Jiménez, es un referente no sólo del barrio de Retiro, sino un destino gastronómico capitalino. Da igual donde hacerse un hueco, ya sea en la barra, en alguna de las mesas altas o en el pequeño comedor, porque en cualquier rincón va a comer y beber fenomenal. Los mejillones de roca al curry rojo son para nosotros un imprescindible, lo mismo que la oreja a la plancha con puré de pochas y salsa picante, una suculencia y el arroz meloso de setas y rabo de toro. No nos dejamos La Castela, en cuya barra las almejas a la manzanilla, las clóchinas, los chipirones encebollados y la gamba roja toman asiento y vuelan. Aquí, el buen rollo está asegurado, lo mismo que en Castelados, su hermano pequeño. En Marcano incluso, a veces es posible improvisar e ir sin reservar para comer la ensalada de tomate Golden Raf con mousse de aguacate, el mixto de merluza de pincho con chipirón en su tinta, receta de Juan Mari Arzak y el steak tartar. Barrio Húmedo, en el 37 de Menéndez Pelayo, es una taberna española con alma leonesa. Con un Solete Repsol, se trata de un local que rinde tributo a la popular zona de vinos de León a través de una carta divertida en la que destacan la cecina de vaca, la ensaladilla de congrio, el estofado de potro con verduras y de postre, la compota de manzana reineta de El Bierzo con helado de violeta y miel.


Bistronómika. Esparrago blanco en verde

Javier Aparicio adopta su versión más mediterránea en Salino, donde no perderse la pipirrana de atún o cualquiera de sus arroces, como el de salmorreta y carabinero. El local está situado a pocos metros de La Raquetista, donde pedir el pastrami de parpatana de atún. Por su parte, Carlos del Portillo propone en Bistronómika una no karta, compuesta por marisco, pescado a la brasa y guisos marineros. La denomina así, porque juega con la temporalidad y, además de lo que anuncia en una corta lista de platos, hay mucho más. Sólo tiene que preguntar y dejarse sorprender. Lo hará con su gilda, la sopa donostiarra y con el rodaballo a la brasa. Por último, a Hermanos Vinagre hay que ir sí o sí antes o después de patearse la feria. Carlos y Enrique Valentí han dado en el clavo al tener claro que la clave está poner en valor la hora un aperitivo en el que mandan las raciones de siempre actualizadas. Si echa un vistazo a la carta del local de Narváez, apetece todo. ¿Qué pedir? Los mejillones en escabeche ahumado, los salazones, como las huevas de mújol de media curación, la oreja, de las mejores de Madrid, porque gusta hasta a quien no le entusiasma la oreja, servida frita y en virutas muy finas, la ya famosa rusa, ofrecida en la matrioshka, y el pollo al ajillo.

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