
Nos vamos al París de los años 40 y entramos en el fabuloso lobby el Gran Hotel Ritz, en Place Vendôme. Allí, Frank Meier, con su chaquetilla blanca de mixer, servía sus perfectísimos cócteles a Hemingway y a Coco Chanel. También, a Francis Scott Fitzgerald. Una barra con historia del siglo XX donde apoyaron sus Dry Martini los oficiales nazis de las SS en el París de la ocupación. Es la fotografía social de una Europa desgarrada, con episodios de glamour y episodios de guerra, que encontramos en las páginas de El barman del Ritz, del historiador Philippe Collin (Galaxia Gutenberg), con traducción para la edición española de Adolfo García Ortega.
Arranca el autor su visita al lujoso establecimiento parisino con una cita de Ernest Hemingway: "Cuando pienso en el más allá, en el paraíso, siempre me veo trasladado al Ritz de París". Et voilà! ahí estamos, justo frente a la barra de Meier, la barra del mundo. Esa que acompañó las veladas del Premio Nobel de Literatura autor de París era una fiesta. Esa, también, que resistió en pie la ocupación de las tropas de Hitler.

Entraron los alemanes en París el 14 de junio de 1940 y se rindieron el 25 de agosto. Fueron 1.553 noches, nos cuenta Collin de un hotel que permaneció abierto a ese mundo de guerra, de hambre y de penurias. Un París ajeno, tomado por las tropas alemanas, cuyos oficiales apuraban sus copas de champán. Göring y Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer Reich descorchaban botellas.
Philippe Collin nos sitúa en un contexto previo a ese terrible junio de 1940. Winston Churchill había pasado por el Ritz y Gabrielle Coco Chanel partió hacia Biarritz. La diseñadora, visionaria y futurista, creadora del mantra "la moda es efímera, pero el estilo permanece", creaba el estilo flapper, vestido mini, recortaba bajos de faldas, flequillos y melenas y lanzaba el look masculino. Con una visión de gran angular, Coco se lanzó a los perfumes con su Chanel nª5 y vistió a Marlene Dietrich y a Greta Garbo. Vivió durante 30 años en una suite de este Ritz histórico, donde falleció en 1971 por un paro cardíaco. Una vida de glamour, de refugio en Biarritz, paraíso de luz frente al mar que descubrió tras abrir una tienda en Normandía. Coco, la más ilustre y estilosa de los huéspedes del Ritz, compartió los cócteles de Meier.

Los rumores de la entrada de los alemanes por los Campos Elíseos cobran fuerza. Bares y establecimientos echan el cierre. Permanece abierta la coctelería de Meier: junto a su mostrador lustroso, las boiseries de caoba, el terciopelo de los sillones de Luis XVI, "con las botellas de alcohol puesta en fila como los libros ordenados de una biblioteca", describe el historiador. "Es la fortaleza de Meier, el barman de Ritz". Austriaco de nacimiento, el camarero ocultó en lo más profundo sus raíces judías.