
Ahora que ya ha empezado la temporada de escaparse a las islas y con las ganas de verano que tenemos todos, una escapada gastronómica a Mallorca siempre está en nuestro radar. Sí, cuenta con numerosísimos establecimientos, pero siempre debemos recordar a aquellos que se han mantenido inalterables durante generaciones pese a las crisis y tendencias. Si ha sido así, es porque el trabajo diario del equipo es sublime y es lo que ocurre en Flanigan.
Es un espacio emblemático de la isla y casi cuarenta años después de su apertura, continúa siendo un destino imprescindible en el tan dinámico panorama gastronómico mallorquín. De hecho, todos sabemos que ha sido uno de los restaurantes favoritos del Rey emérito y que sus visitas han sido habituales a lo largo de sus veranos en Marivent. Lo ha sido porque resulta ser un restaurante en el que se come realmente bien, de ahí que se haya mantenido durante cuatro décadas y haya sabido esquivar las crisis y las tendencias. Porque, no hay nada mejor que un plato bien ejecutado, sin artificios y alimentado con los ingredientes de temporada en todo su esplendor a disfrutar en un restaurante que también se caracteriza por un ambiente distendido y familiar. Flanigan tiene algo que muchos restaurantes desean, pero pocos consiguen: la discreción. De ahí que numerosos conocidos, no sólo el monarca, lo escojan por la tranquilidad y la confianza que Flanigan les inspira. De ahí que cada cliente se sienta como en casa.

Asimismo, el nombre de Flanigan tiene un toque personal y lleno de historia. Su fundador lo registró por primera vez en su primer negocio, una discoteca en Cercedilla y que era un punto de encuentro de rostros conocidos durante los años 60. Pero hay algo más detrás de esta palabra. Un guiño inconfundible a las películas de "Los Intocables" y su famosa frase "Te crees listo, Flanigan", que ha bautizado a lo que hoy es mucho más que un restaurante, un lugar emblemático con historia y una cocina reconocible.


En su apertura, Miguel Arias siempre tuvo claro que era primordial ofrecer recetas sencillas sin salsas excesivas. Por eso, el establecimiento ha vivido llenos absolutos gracias a su cocina honesta como parte de su identidad gastronómica. Porque sus mesas las han llenado tanto comensales locales como internacionales. Padres, hijos y hasta nietos han pasado por sus mesas a lo largo de los años, mostrando con orgullo las imágenes de sus visitas pasadas, cuando las primeras camisetas de Flanigan aún eran la gran novedad.
Con una carta de sabores mediterráneos, en esta gran casa lo suyo es pedir varios entrantes para compartir. Por favor, no dejéis de probar las croquetas de sobrasada de cerdo negro, una ración que no querrás que se termine. Dejad hueco en la mesa para la tortilla de gamba roja y para el imprescindible tumbet mallorquín con huevo, una elaboración local que tenéis que conocer. Las carrilleras de cerdo ibérico es una de las carnes más apetecibles y entre los pescados, decantaros por el lenguado y por la lubina a la sal, que puedes acompañar con una acertada guarnición, ya sea una ensalada, unas espinacas o unas patatas panadera. Un consejo, quienes tengáis previsto terminar el festín con la tarta de manzana con helado artesano de vainilla, será un acierto, pero advertirlo al decidiros por los platos salados porque la elaboración lleva su tiempo.

