
Probamos los mejores bocados de la gastronomía manchega, conocida en el mundo gracias a su embajador Don Quijote. Esta es la Ruta del Vino de La Mancha con maridajes que hablan de patrimonio, de Imperio Romano, de influencia musulmana y de campo. Recetas rurales que hoy conquistan los paladares.
En la Ruta del Vino de La Mancha son varios los restaurantes y muchas las bodegas que ofrecen maridajes exclusivos y experiencias enoturísticas con las que acercarse a su tradición a través de los bocados más auténticos. Seleccionamos cuatro recetas de siempre para acompañar los vinos de la ruta, con romerías y fiestas tradicionales.
Morteruelo: carne de caza. Plato con fuerza y personalidad. Una especie de paté a base de hígado de cerdo cocido, que se espesaba con pan, para luego jugar con las proporciones de carne de caza, según el gusto. Desde perdiz a codorniz, gallina, liebre o conejo; todos sabores que se equilibran con especias como el clavo, el tomillo o la pimienta. Un plato especial, que sorprende a los amantes de los sabores que se alejan de lo cotidiano. Una receta con personalidad, que requiere de mimo y tiempo, pues su cocción es lenta y sosegada.
Pisto: el protagonista de la tierra del mayor viñedo del mundo. El rey del huerto manchego por excelencia. Este sofrito de verduras en el que predominan los tomates y los pimientos está abierto a cualquier variante, desde cebolla o calabacín, a huevo, calabaza y hasta berenjenas. Hay quien le añade algo de jamón o incluso de chorizo. Marida con blancos y tintos de la llanura manchega. Un bocado exquisito.
Gachas: un clásico. Alimento de pastores, agricultores y ganaderos desde tiempos remotos. Hoy, este plato de raíces humildes y sabor intenso elaborado a base de harina de almortas, ajo, pimentón dulce, panceta y chorizo (versiones domésticas aparte), no falta en ninguna fiesta popular a lo largo y ancho de la ruta acompañada por un tinto de la tierra. En los restaurantes de la Ruta del Vino de La Mancha se preparan desde sus versiones más clásicas a las más modernas, donde a su base hay quien le añade alguna verdura tierna para dar alternativa a los amantes de lo veggie.
Migas de pastor: una receta en evolución desde el Imperio Romano. Otro clásico de la cocina manchega tiene sus orígenes en la época del Imperio Romano, cuando se utilizaban migas de pan empapado frito como base de muchas recetas. Más adelante, durante la ocupación musulmana, que dejó en la llanura nuevas técnicas culinarias, se cree que se empezó a preparar el famoso 'tharid' (pan migado con estofado de carne, verduras o legumbres), que vendría a ser el precursor de los galianos y las tradicionales migas manchegas, cuyo consumo se popularizó durante la Reconquista. No fue hasta bien entrado el siglo XIX, que al pan duro se le empezaron a añadir delicias como el huevo, las papas, el chorizo o la panceta, haciendo de este manjar típico de las zonas más rurales, un plato que no falta en todo buen festejo de la Ruta del Vino de La Mancha. En tiempos de vendimia, suelen añadirle unas uvas de la tierra para aportarles ese toque de frescura y dulzor que tan bien equilibra la receta. Más información en rutavinomancha.com