Testigo de innumerables momentos de la historia, por sus salones han pasado desde Pérez Galdós a Alberti, Hemingway, Sinatra o Ava Gardner. En la fiesta del Dos de Mayo, la presidenta Isabel Díaz Ayuso ha premiado al restaurante Botín de la capital con la Real Cruz de la Comunidad de Madrid.
Visitar Botín no es solo ir a comer, es hacer un viaje al pasado. Las paredes de piedra, los salones con vigas de madera y el horno centenario crean un ambiente que mezcla historia, tradición y gastronomía. El restaurante más antiguo del mundo (según el Guinness World Records) fue fundado en 1725. El pasado mes de marzo cumplió 300 años.
Situado en el centro histórico de Madrid, en la Calle Cuchilleros, muy cerca de la Plaza Mayor madrileña, se dice que Francisco de Goya trabajó allí brevemente en sus tiempos de estudiante y antes de convertirse en pintor, entre 1760 y 1770. El escritor Ernest Hemingway, cliente habitual, mencionó el restaurante en su novela "Fiesta (The Sun Also Rises)". Por sus diferentes estancias han paseado y degustado sus platos Pérez Galdos, Alberti, Frank Sinatra y Ava Gardner. También, Ian Gibson y Ramoncín.
En estos 300 años, Botín se ha convertido en un testigo de innumerables momentos de la historia, ya que por sus salones han pasado ilustres personajes desde Carlos Arniches pasando por Indalecio Prieto y Mariano de Cavia hasta los más recientes Antonio de Obregón, Nieves Herrero y María Dueñas. Además, muchos de estos autores han encontrado en las mesas del restaurante el lugar perfecto para que los personajes y sus tramas evolucionasen, mencionando al restaurante en sus obras literarias.
La propuesta gastronómica de Botín destaca por sus platos elaborados en su horno de leña de encina, que ni siquiera se apagó durante la pandemia en un esfuerzo por mantenerlo encendido pese al cierre temporal del establecimiento, donde se cocinan algunos de los asados más emblemáticos de nuestra gastronomía tradicional.
Platos icónicos de Botín son el cochinillo y el cordero, los callos a la madrileña o la sopa castellana, que conviven en la carta con otros platos más actuales, que deleitan a los numerosos turistas que se acercan a sus mesas como al público local, que disfruta de un aperitivo en su terraza. Los platos más icónicos son: cochinillo asado (lechón), tiernísimo, con piel crujiente. Cocido lentamente en su famoso horno de leña. Cordero lechal asado. Sopa castellana tradicional, sopa de ajo con pan, jamón, huevo y pimentón. Callos a la madrileña. Guiso de tripas de res con chorizo y morcilla. Tarta de Santiago y una buena carta de vinos, sobre todo de Ribera del Duero y Rioja para acompañar los asados.