Evasión

Parece el paraíso pero es la joya oculta de la Costa Brava: una cala con naturaleza virgen a una hora de Barcelona

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Apenas necesita descripción y quienes han ido, lo saben. La Costa Brava se trata de uno de los enclaves más únicos y mágicos de España. Repleto de pueblecitos con encanto y calas paradisíacas que descubrir, este lugar no tiene nada que envidiarle a otros más sonados como el Caribe, la Costa Amalfitana o Albania.

Podría decirse que durante los meses de verano es cuando realmente se puede apreciar todo su esplendor, gracias a sus postales de barcas en las aguas azules del Mediterráneo, puestecitos y tiendas repletas de souvenirs y ambiente en cada una de sus localidades.

Ahora bien, si tuviéramos que destacar una cala de entre todas las que se encuentran a lo largo de los 214 kilómetros de la costa gerundense, lo tenemos claro, sobre todo si se busca un lugar donde desconectar y disfrutar en familia.

En un bello entorno natural

Situada en un antiguo puerto natural, esta preciosa cala es una de esas que se quedan en la retina de todo aquel que la visita. Es más, podría decirse que es uno de esos escenarios que parecen sacados de un fotograma de alguna película. Rodeada de pinos y abrazada por los acantilados típicos de la zona, Aiguablava lo tiene todo para ser una de las favoritas.

A pesar de encontrarse en una zona natural, sí que es posible encontrar aquí todo tipo de comodidades, como zona de duchas, aparcamiento y un chiringuito donde comer o tomarse algo. Además, sus características la hacen perfecta para disfrutar del día en familia, gracias a una entrada muy suave y un oleaje tranquilo.

Cala Aiguablava
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En un pueblo medieval repleto de historia

Con un sabor muy marinero, además de disfrutar de la preciosa cala de Aiguablava, otro plan ideal es conocer el precioso pueblecito medieval donde se encuentra. De entre todas las localidades de la Costa Brava, Begur es, sin duda, la que mejor ha sabido conservar su esencia. Pasear por sus callejuelas empedradas es como viajar al pasado.

Por supuesto, explorar las ruinas del castillo de Begur es uno de esos planes casi obligatorios. Declarado Bien Cultural de Interés Nacional, empezó a construirse en el siglo XI y a día de hoy, esta fortificación medieval nos regala una de las panorámicas más bonitas de la Costa Brava.

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