
Nunca alza la voz y jamás se guarda una pregunta. El periodismo de Silvia Intxaurrondo (Baracaldo, 1979) se cimenta en el compromiso, la rigurosidad y los datos. Muchos datos. Ya sea en la tertulia diaria o en sus cara a cara con los grandes nombres de la política nacional. Así lo hizo en Telemadrid con la presidenta Isabel Díaz Ayuso, cuestionando la gestión del Hospital Zendal, y ya en RTVE —donde presenta y codirige La Hora de La 1— al enfrentar a Feijóo con el IPC o a Pedro Sánchez con su hemeroteca sobre la amnistía catalana. Tiene un Premio Ondas.
En este escenario, la periodista vasca, madre de dos hijos, ha sacrificado horas de sueño para escribir su primera novela de ficción: Solas en el silencio (ed. HarperCollins). Un libro de prosa sencilla y poderosa que pretende agitar conciencias sobre la violencia contra las mujeres y provocar una reflexión sobre nuestra complicidad ante las injusticias. Una historia que llevaba más de 30 años esperando ser contada. Todo comenzó cuando Mónica, su profesora de Literatura, le pidió reescribir el final de La colmena y quedó impactada con el resultado. "Nunca dejes de escribir", le aconsejó entonces. Un consejo que Silvia recordó hace unos días, cuando ambas se reencontraron en la presentación de la novela en Bilbao, ante la incredulidad y emoción de los asistentes. Ahora ya piensa en su próximo libro: "Será muy diferente y os voy a sorprender".
Silvia, hasta en la ficción haces crítica social…
Pues sí. Mi novela es un retrato del silencio cómplice. Creo que tenemos que hablar de nosotros mismos, y llevamos mucho tiempo sin hacerlo. Ese silencio se vuelve muy incómodo, y me gusta que los lectores lo sientan así. Siempre hay que llevarlos al límite, para desmontarlos en tiempo récord. Por eso, sin hacer spoiler, quiero adelantar que quien llega al final siente esperanza. Y que ganan los buenos.
'Solas en el silencio' habla del abuso de poder, del silencio cómplice y de la opresión en pueblos pequeños. El manido refrán "pueblo pequeño, infierno grande". ¿Qué parte has vivido de cerca y en qué mujeres te inspiraste?
Nada de lo que cuento es real, pero todas las historias y personajes están inspirados en características de mujeres que sentía que debía dejar reflejadas en un libro. Cada lector imaginará a su Miren, a su Soledad o a su Basilia. Por eso los personajes están poco definidos físicamente; prefiero describir su comportamiento, porque todos conocemos a alguien con esas características.
"Callad. Que nada cambie". Es la frase desgarradora con la que arranca la novela. ¿Alguna vez intentaron silenciarte?
En algunas ocasiones he oído: "Es mejor no hablar de eso" o "Vamos a pasar página". Pero lo que no se nombra no existe. Por eso hay que denunciar siempre la injusticia y la mentira; hay que ponerle nombre a lo que pasa y no callar nunca.
Toda la historia ocurre en Sopuerta, el pueblo de tu padre, y se centra en mujeres que luchan por sobrevivir al silencio. ¿Por qué nadie se atreve a romper ese pacto terrible de no contar la verdad?
Porque es más cómodo no hacerlo. Ese silencio da seguridad al pueblo, aunque esconda una tremenda crueldad. Pronunciar una palabra puede cambiar su mundo para siempre. Para muchos vecinos, es más fácil callar.

Tu novela está protagonizada por mujeres abusadas, maltratadas, humilladas… ¿En qué medida, siendo ficción, buscas agitar conciencias?
Totalmente, Cris. Mi novela es una llamada a romper ese silencio que todos sabemos que existe, o intuimos. Quiero que quien termine el libro ya no sea la misma persona. Que se rompan muchos silencios.
"La dicha y la desgracia viven frente a frente". Te refieres a Miren y a Soledad, la madre del "tonto del pueblo", despreciada y humillada. ¿Nos falta humanidad y nos sobra individualismo?
Sí. Es un grito contra el individualismo, la crueldad y la deshumanización. Quiero que abramos los ojos y miremos al de al lado sin dejarnos llevar por la primera impresión. El lector se equivoca a veces por un prejuicio, y luego se da cuenta. En la vida pasa igual: nadie sabe lo que ocurre puertas adentro de una casa.
Basilia, la mujer del alcalde, es la gran protagonista. Una mujer soberbia e implacable que guarda un drama terrible: es víctima de violencia de género. ¿Esta es la historia que realmente querías contar?
Exactamente. La historia de Basilia es el eje, las demás sirven para reflexionar sobre ella. Es quien aporta la crudeza, quien nos sacude, quien nos da esperanza. Al final la veo feliz. Con todo lo vivido, ha merecido la pena. El lector terminará con una sonrisa.
Callar genera menos problemas, pero es irresponsable
La novela se ambienta en 1975-76… Cincuenta años después, la situación de muchas mujeres sigue siendo alarmante. ¿Hasta qué punto somos cómplices por incomparecencia?
Cada vez que conocemos una agresión y la callamos o intentamos matizarla, somos cómplices. Decir "no fue para tanto" es quitarle gravedad. Callar genera menos problemas, pero es irresponsable.
Hoy mismo hablaste en 'La Hora de La 1' sobre el genocidio en Gaza, un conflicto en el que eres muy crítica.
Lo veo con mucha indignación. No podemos decir que no sabemos quién es el agresor y el agredido. Está pasando en la frontera de la UE. Aunque sepamos que asesinan niños, que es un genocidio en directo, miramos hacia otro lado. Gaza nos muestra un reflejo de nosotros mismos. Yo quiero estar en el lado correcto de la historia. No es un ataque quirúrgico cuando bombardean una tienda de periodistas, como esta semana. ¡Los quemaron vivos! La gente que no usa la palabra "genocidio" prefiere no mirar. Lo mismo pasa en el libro: el argumento de Solas en el silencio sirve también para hablar de violencia, de redes sociales… El lector lo ve claro en los años 70, pero también en la actualidad.

Tus comentarios en TVE suelen hacerse virales. ¿Tiene un precio esta trascendencia?
Sí. El PP me tiene vetada y lo dice claramente, igual que Vox, que me menciona en preguntas parlamentarias. Pero no soy yo quien debe revisarse, son ellos. Muchos partidos deberían acudir a todos los medios, porque dar entrevistas no es un favor, es parte de su trabajo. Nuestra audiencia no ha cambiado. A mí me parece muy infantil que digan en redes lo que no se atreven a decirme a la cara.
Vicente Vallés dijo que es más crítico con el Gobierno porque es quien ostenta el poder. ¿Estás de acuerdo?
Creo que hay que fiscalizar a todos. En mi programa hemos recordado a Pedro Sánchez sus declaraciones sobre la amnistía y le hemos preguntado qué ha cambiado. Fiscalizo a todos, porque todos, de una manera u otra, tocan poder.
Me encanta que Ana Rosa vea nuestro programa.
¿Se exige más a los medios públicos que a los privados?
Yo soy la misma periodista en un medio público que en uno privado. Ambos deberían regirse por un código ético. En TVE puedo mostrar a qué normas estamos sometidos; en los medios privados, no sé qué tipo de controles tienen.
Hace unos días, Ana Rosa Quintana se quejaba de que tú haces lo mismo que ella, pero a ella le pasa más factura. ¿Qué opinas?
Me encanta que Ana Rosa vea nuestro programa.
RTVE ha fichado recientemente a David Broncano, Javier Ruiz, Marc Giró, Jesús Cintora y ahora a los compañeros de Sálvame. ¿Te gusta esta nueva etapa?
Sí. Me gusta. Creo que somos una televisión que informa y entretiene, que es la clave de una cadena generalista: rigor, honestidad y diversión.
¿Te ves muchos años en la televisión pública?
¿Por qué no?
Denuncias constantemente el daño de los pseudomedios. ¿Cuál es la mentira que más te ha indignado? ¿La transparencia financiera podría erradicar esta lacra?
Todas las mentiras me indignan, porque se propagan muy rápido y generan ideas peligrosas. La clave es ganar en credibilidad, castigar la mentira y saber quién financia a esos medios.
Julia Otero dice que vota contra sus intereses pero a favor de sus principios. ¿Te pasa igual?
Yo voto a quien quiero que me represente mejor.
Para terminar: si solo pudieras hacerle una pregunta a Donald Trump y otra a Vladimir Putin, ¿cuál sería?
¿Van a quedarse mucho tiempo más?