Evasión

Enbable, el asturiano de la madrileña Plaza del Perú que te castiga sin postre por culpa de los turnos

Cuidado con los turnos: Enbable presiona a sus clientes al minuto

El empresario Manuel Fernández es el alma detrás de los establecimientos del grupo hostelero Asgaya, que incluyen el mismo Asgaya, El Hórreo Asturiano, La Charca, Viga Mar's y Enbable. No hace mucho ha abierto Cervecería Asgaya (Ferraz, número 8, justo frente al Museo Cerralbo), que mantiene en su carta la fabada, los cachopos y las croquetas de queso de Vidiago, y ha añadido el bikini de carrillera con salsa de pepinillos o los torreznos con kimchi.

Enbable, en la madrileña Plaza del Perú, ocupa hace años el lugar de la antigua Alpujarra, ofrece ingredientes típicos de Asturias que complementa con otros de la gastronomía española, platos típicos del Pirncipado y sobre todo un entorno agradable, ideal para celebraciones familiares sin sobrepasar estridencias en el precio. Bueno, antes era agradable: ahora no tanto. Porque comer a toda velocidad y sin poder hacer sobremesa no es precisamente agradable.

El problema es que, de un tiempo a esta parte, no sabemos si por avaricia empresarial o porque no ha sabido elegir al personal encargado de gestionar el local, se han puesto un poco desagradables con el tema del doble turno: en un día complicado como un fin de semana, el cliente se ve obligado a elegir entre el primer turno (a las 13.30), y eso implica que a las 15 horas exactas, sin concesiones, la carroza se convierte en calabaza: sales perdiendo el zapato; no hay postre, ni café, ni sobremesa. Solo pagar y marcharse apresuradamente.

Es cierto que avisan a la hora de hacer la reserva, debemos decir en su favor. Pero nuestro consejo, dado que llevan esto del turno a rajatabla, es que no escoja ese turno, el primero, y, si no hay otro, elija otro lugar.

Al cliente que cogió mesa a las 13.30 (casi nadie llega a las 13.30) le están pidiendo con una insistencia que raya la mala educación que abandone la mesa a las tres en punto. Las escenas son lamentables. Ves a familias enteras, con mesas de seis u ocho personas, con niños pequeños, levantarse sin poder pedir postre o sin acabarlos, ni tomar café, perdiendo por ello el encanto de la sobremesa. Y no hablamos de alargar horas... Es cierto que se avisa con antelación de este asunto. Pero no guardan ninguna paciencia ni tienen holgura alguna. Y muchas veces el cliente está a expensas de la velocidad de la cocina, o de si devuelve un plato por ejemplo para que se lo pasen un poco más. Eso lleva tiempo. Y no es una carrera de velocidad. Una comida de domingo, de celebración, es otra cosa. Es un problema de filosofía, no solo de gastronomía.

La encargada de turno apenas da margen: con cinco minutos por encima de las tres, ya están pidiendo al cliente que abandone la mesa con el postre en la boca (o sin postre)

La encargada de turno apenas da margen: con cinco minutos por encima de las tres, ya están pidiendo al cliente que abandone la mesa. Por no hablar de la velocidad a la que se llevan los primeros platos, apenas terminados, para acelerar la llegada de los segundos.

El resultado es lamentable: el dueño de Asgaya podrá presumir de hacer más caja duplicando los turnos, y de ganar dinero para ampliar negocio y abrir más establecimientos, pero hay clientes que no volverán: porque hay muchos comensales, y más en este tipo de días y celebraciones, y en estos locales, que no pagan por la comida, sino por ese rato familiar, de reencuentro con hijos y nietos, que requiere saborear no solo un buen pixín o unes fabes, sino una conversación pausada. Y desde luego no sentirse presionado, incómodo, y con la prisa. Para comer así, sinceramente, no vaya: no escoja el primer turno.

En favor de Enbable hay que decir que el género mantiene un adecuado nivel de calidad. Platos de cuchara como los callos o las fabes, están realmente muy buenos. Y las verdinas, sin ser las mejores de Madrid, saben como hacerlas. El cachopo lo bordan y tienen varios primeros de calidad (no siempre están buenos los berberechos). De los postres se puede hablar también en positivo, con un nivel de calidad reseñable, empezando por una tarta de queso exquisita o una torrija realmente muy apetecible.

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