La Mina, un estreno gourmet que reaviva el compromiso de Madrid con la cordialidad del bar y la cocina que nada esconde.
La hostelería es un trajín que va por barrios y querencias. El glamur escénico, la guía Michelin, los menús largos, estrechos y obligatorios, la fusión sin tasa o la prosperidad del barrio Salamanca motivan aperturas continuas de restaurantes, mientras el bar donde se alterna caña, vino y tapa en cuadrilla o las tabernas castizas –que son sustanciales en Madrid–, se estancan, perecen o ya no brotan.
La Mina desdice esa corriente. Se ha instalado desde enero junto al NH de Padre Damián, a un paso del Bernabéu y es la expresión más actual de la taberna madrileña, con el esmero raudo y risueño en barra o mesa, emplazada en un recinto transparente y sin trampa, donde el producto manda.
Mariscos, ensaladillas, bravas
Lo gobierna Gonzalo Menéndez, cocinero de la escuela del Lago y bregado en Varra, La Candela o Fismuler, al frente de una brigada de treinta profesionales, ocho de ellos en cocina, que funciona incesante de las 12 de mediodía a las 00 h. No admite reservas –vas y te buscan sitio, como antes– y disponen de un centenar de plazas entre salón, terraza y un altillo panorámico sobre la larga y ancha barra donde también se come a gusto cerca de las cañas de Mahou, los vinos más selectos por copas y un repertorio de sugerencias inmediatas tan a mano: mariscos, ensaladillas, bravas, torreznos, morunos y escabeches, que cada día se agotan.
Fieles a sus proveedores, de la costa gallega llegan centollas, percebes, camarones, berberechos, cigalas o almejas; del Atlántico sur, los carabineros o la gamba blanca de Huelva y del Mediterráneo meridional, la gamba roja de Garrucha, la quisquilla de Motril o los pescados del mar de Alborán y el Estrecho. Las carnes rojas son de Discarlux, las chacinas y la presa ibérica de Joselito, las chuletillas y mollejas de lechazos castellanos y el tomate de las ensaladas –ahora el invernal Raf ibérico, inmejorable en invierno– lo trae Igor, de El Colmado del Tomate, de las huertas caseras de Granada. Además de conservas exquisitas, como los elegantes chipirones rellenos de Casa Cambados.
Hay platos de cocina –a la vista y comunicada con la barra– tan inesperados y solventes como los guisantes frescos en salsa americana de gamba roja, con un huevo frito encima para romperlo, que te dejan ganas de volver pronto. O bocartes albardados con anchoas "como los de la Riva", que entre taberneros no duelen prendas y se acredita el plagio, pues con la verdad por delante cuajó siempre la mejor cocina madrileña.
Taberna La Mina
- Padre Damián, 21. Madrid
- Solo reservas presenciales
- contacto@laminadechamartin.com
- De 12:00 h. a 01:30 h.
- Cierra lunes y domingos noche (menos días de partido)
- A partir de 40 €, sin bebidas