Con el mes de enero a punto de terminar muchos son los que se animan a disfrutar de unos días de desconexión para estar en contacto con la naturaleza. Muy cerca de Madrid hay lugares espectaculares en los que poder perderse y disfrutar de la tranquilidad. Todo ello alejado del bullicio propio de la gran ciudad.
En concreto estamos hablando de Fresnedillas de la Oliva, un encantador pueblo situado a tan solo 50 kilómetros de la capital que vive principalmente de la ganadería. Ubicar esta localidad en el mapa era una tarea complicada ya que, con menos de 2.000 habitantes y varias casas abandonadas, este lugar estaba cada vez más despoblado. Todo esto cambió cuando el ayuntamiento adquirió las viviendas abandonadas y convirtió sus fachadas en auténticos murales para atraer el turismo.
En 2014 se convocó un concurso para que diversos artistas presentaran sus proyectos. La ganadora fue Elena Parlange, quien expuso su idea como 'Casas con vida' y en la que se incluía hasta 86 pinturas.
El trabajo de la artista buscaba fomentar los productos locales para promocionar el pueblo. De esta manera, Elena comenzó a interesarse por las historias de los residentes de este pueblo madrileño y plasmó en los muros todos estos relatos para representar a todos sus habitantes.
Los habitantes le explicaron las actividades que se llevaban acabo en cada casa y ella devolvía la vida de antaño. Una fue una carnicería,otra una panadería, un salón de baile o una barbería. Además, muchos de los rincones están adornados con animales como perros, gatos, gallos o burros.
Sin embargo, hay un lugar que impresiona y despierta las dudas a todos los viajeros: ¿Por qué hay un astronauta pintado en una de las puertas? La respuesta es simple y, aunque pueda parecer extraño, es este el lugar que recibió la primera llamada de Neil Armstrong aquel 20 de julio de 1969: "Houston, Base Tranquilidad aquí. El águila ha aterrizado".
Entre 1967 y 1985 Fresnedillas de la Oliva fue uno de los puntos clave para la carrera espacial. Fue aquí donde se asentó la sede de la Estación Apolo de la NASA en Europa, instalando así una de las tres antenas para mantener el contacto con la nave.
Junto con las estaciones del Complejo de Comunicaciones del Espacio Profundo Goldstone, en California, y el Complejo de Comunicaciones del Espacio Profundo de Canberra, en Australia, esta tercera ubicación completaba un triángulo equidistante perfecto para recibir las comunicaciones del Apolo 11.
De esta historia se conserva el Museo Lunar, con objetos empleados para esta misión. Fue inaugurado tras los actos de conmemoración del 40 Aniversario de la misión Apolo. Actualmente se puede visitar de 11.00 a 14.00 horas por un precio general de 4 euros y 2 euros para los niños entre 4 y 14 años.