Evasión

Crítica de 'Muertos S.L.': larga vida a los hermanos Caballero y al humor en capítulos de 30 minutos

Paolo Vasile insistía a los hermanos Alberto y Laura Caballero en que una productora que quisiera tener futuro no podía depender de un único proyecto, aunque ese fuera uno de tanta envergadura y popularidad como La que se avecina, el buque insignia de Contubernio. Esa comedia, que nació como 'evolución' de Aquí no hay quien viva, va camino de las 16 temporadas -la número 15 ya está en Prime Video y sigue mereciendo mucho la pena-, pero Alberto y Laura se están esmerando en dar pasos más allá de Mediaset.

Comenzaron diversificando negocio cuando pusieron en marcha El Pueblo, todavía dentro de Telecinco, pero han dado un paso de gigante con los proyectos que han vendido a Netflix y Movistar Plus+. En la primera han asentado Machos alfa, cuya tercera temporada acaba de estrenarse, y en la segunda han instalado Muertos S.L. Los dos primeros capítulos de su nueva remesa están disponibles desde este jueves.

Nada podía salir mal si los creadores de La que se avecina decidían ubicar su nueva comedia en una funeraria. Y mucho menos si contaban con Carlos Areces como protagonista. El actor, un valor seguro -está mejor que nunca en la última temporada de La que se avecina-, saca lo mejor de su sentido de la comedia a través de Dámaso, un personaje gris que se mueve entre difuntos como si hubiera nacido para ello. Y no es para menos si tenemos en cuenta que en la segunda temporada de Muertos S.L. lucha por demostrar que él es el verdadero heredero de la funeraria Torregrosa.

La serie sigue sin ser una comedia de risas desbocadas, tiene un humor más comedido, pero en el fondo mantiene ese surrealismo 'marca de la casa'. Además, el tono que los actores -hay que reivindicar a Ascen López, Adriana Torrebejano, Diego Martín o Salva Reina- consiguen dar a unos personajes de aparente vida aburrida es extraordinario. El resultado es un ecosistema único con un lenguaje propio, como ocurre con los Machos alfa o los vecinos de Contubernio 49 (antes Montepinar). Lo mejor, que los capítulos (seis entregas) son dosis de 30 minutos con situaciones cómicas en un entorno tan cotidiano como extraordinario.

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