
Han pasado 64 años desde que un joven madrileño y aficionado al alpinismo llamado Pedro Gómez usara sus dotes confeccionando camisas para realizar prendas de alta montaña con el único fin de que sobrevivieran sus compañeros en las noches de frío. Se hizo famoso por sus sacos de plumas, pero cuando realmente lo reventó fue en los 80 y 90, años en los que los plumíferos saltaron de las pistas de ski a la ciudad, en los que los pijos de Madrid los vistieron tanto para hacer deporte como para ir a Pachá. Las Koplowitz, Isabel Preysler y el propio Príncipe de Asturias, hoy Rey de España… Toda la alta élite pasó por El IGLOO, su famosa tienda en el Canal, que fue un referente de la ciudad y también, por qué no decirlo, a nivel nacional.
Hoy, el sastre del frío tiene 97 años, vive retirado en las Rozas, pero con la ilusión intacta, ya que después de años echado el cierre por motivos personales y como resultado apabullante éxito, en 2019 puso su empresa en manos de José Luis Serrano, más conocido como Zape -unos de los artífices del éxito de la marca Vans en España-, que ha obrado el milagro, recuperando esta mítica marca y conservando su esencia de calidad y lujo.

La firma Pedro Gómez vende actualmente una media de 1.000 plumíferos al año, que se confeccionan artesanalmente en su fábrica de Priego de Córdoba, con la mejor pluma de Europa -la misma que utiliza Prada y que tienen un certificado de trazabilidad, con las propiedades térmicas más altas del mundo-, así como los mejores proveedores de tejidos, que sirven a marcas como Moncler, Louis Vuitton o Barbour. "Cuando Pedro decide venderme la marca -explica Zape- lo hace con el compromiso de seguir a nuestro lado, de seguir implicado. Así que me presentó a sus antiguos proveedores. Además, me gusta hacerle partícipe, que forme parte del equipo, de tal manera que cada año da el visto bueno a la colección, ha viajado a conocer la nueva fábrica, y se emociona al ver que su sueño sigue vivo", recalca poniendo en relevancia que han querido mantener y cuidar, con el máximo cariño y respeto, la figura de este sastre alpinista que tantas pasiones levantó.

"Tenemos a seis costureras cosiendo a mano en Córdoba, lo que es impensable, de hecho, es casi un milagro que podamos seguir haciendo esto hoy en día. Se puede hacer porque solo fabricamos a demanda, vendemos nosotros directamente y en ocho o diez puntos de ventas estratégicos", explica para poner en valor más aún su exclusividad. ¿El mejor consejo de Pedro Gómez? "Cuidar los detalles de la calidad y la confección. Que los estándares de calidad no se bajen, ni salir al mercado a competir con marcas económicas. Y por supuesto, seguir haciéndolo en España, aunque esto incremente los costes", señala.
Actualmente, tras su resurrección en el 19 -un año antes de pandemia-, la marca Pedro Gómez ha creado modelos nuevos basándose en los patrones de su creador, que han recuperado juntos, ya que se habían perdido, algo que cuenta inflados de orgullo. Una vuelta a la calle con la que han conquistado ya de primeras a los románticos y enamorados de los 90, que tuvieron o "siempre quisieron tener" un Pedro Gómez. Después, una vez que el público se ha enterado de que estamos aquí, el cliente que se acerca es de clase media y alta, que acuden al reclamo del lujo y la calidad. El reto, las nuevas generaciones.

Este deportista venido a sastre creó su primer abrigo en 1959, para una expedición personal con amigos, con Peñalara de fondo. Aquella era ropa puramente técnica… ahora, en la tienda museo de la calle Molino del Viento (Madrid), se pueden encontrar, además de reliquias enmarcadas utilizadas por grandes alpinistas, como modernos abrigos tres cuartos, bombers inspiradas en los 80 y plumas con la mitad de plumón, que sigue más la tendencia actual para la ciudad. Todos, elaborados artesanalmente bajo los principales valores de marca: la historia y autenticidad, la recuperación de tejidos heritage de hace más de 40 años y la sostenibilidad, marcada por la pluma Pyrenex, de pato del Pirineo exclusivamente criado para ser esquilados como las ovejas, evitando el maltrato animal. La única, como decíamos antes, con certificado de trazabilidad total.

Por curiosidad, Zape ¿Cuánta pluma lleva un plumífero de los vuestros? "Un clásico, de los 80, como 400 gramos de plumón. En cambio, los finitos, 180 gramos. El kilogramo de plumas de Duvet está entre 80 y 100 euros, aproximadamente. Caro…".
El objetivo de la empresa que regenta José Luis y que comercializa ahora mismo en España, es dar el salto al extranjero -un reto que el sastre se dejó por hacer al retirarse en el 97- y tener en el mundo máximo 15 tiendas en ciudades tan emblemáticas como Tokio, Berlín, Múnich o San Francisco, y en 5 años estar vendiendo 5.000 unidades. No hacen publicidad, porque tiene un imán especial con los creadores de contenidos de las redes sociales, figuras de la música y del mundo del arte, pertenecientes a una generación que les hace llegar de manera instantánea a un nuevo cliente. De manera orgánica se enamoran del producto, su historia y su exclusiva capacidad de personalización. Nil Ojeda, Caravaca, BNomio (por nombrar algunos) son algunos nombres con los que hacen colaboraciones estrellas. Sin ir más lejos, estos meses presentan una edición limitada para Chupa Chups, de divertidos colores, y con la reputada marca de caballero de Madrid Yusty 1914, demostrando así el poder de su identidad.
