Evasión

Andrés Arconada recomienda 'Desmontando a Lucía', un puzle en el que nada es lo que parece

Parece que esta semana los distribuidores dejan espacio a que Gladiator II y Wicked continúen triunfando en la taquilla arrasando con cifras millonarias. De esta forma, la cartelera se llena de estrenos llamados pequeños. No significan que sean malas películas, sino que no vienen acompañadas de una gran campaña publicitaria. Excluimos, claro está, a Vaiana 2, lo último de Disney para estas Navidades, que a mí, personalmente, me interesa entre poco y nada las aventuras de esta joven hawaiana, sus congéneres y dioses.

Entre las cintas estrenadas esta semana he elegido Desmontando a Lucía por una razón fundamental, sus actores. Me gusta comprobar cómo algunos productores arriesgan y deciden apostar por caras conocidas dándoles unos protagonistas alejados de los roles que normalmente les tocan en suerte. Es un gusto ver a Hugo Silva dando vida a un hombre, en apariencia corriente, que se encuentra envuelto en un lío monumental del que le será difícil salir. O a Susana Abaitua como protagonista ambigua de esta historia rocambolesca confirmando sin duda que es una de las mejores actrices jóvenes que tenemos en el panorama artístico español. A Hugo y Susana les acompaña un extraordinario Julián Villagrán en un papel alejado de las comedias que habitualmente interpreta. En esta ocasión encarna a un abogado sin escrúpulos.

¿De qué va la historia? Sólo os voy a situar, sin spoilers, en el planteamiento de esta película con un argumento lleno de giros y sorpresas. Todo comienza cuando la protagonista, Lucía (Susana Abaitua), es detenida conduciendo el coche de su novio a 200 km por hora. Está aturdida y ensangrentada. Así descubriremos que compartía un fin de semana con él y su mejor amiga y que ambos están desaparecidos, mientras ella sólo recuerda que hubo una pequeña discusión que acabó con una botella rota en la cabeza de su novio. Pronto entrará en escena Simón (Hugo Silva), que se empeña en decir que no es un investigador privado, sino un perito judicial y que sueña con ser un personaje en blanco y negro al más puro estilo de las películas de detectives de los 40.

Un puzle de muchas piezas

Para complicar el argumento, nos presentan al socio de Simón, Oliver (Julián Villagrán), un abogado sospechoso con problemas económicos a causa del juego que se encarga de la investigación de Lucía y las desapariciones. ¿Qué es lo que está pasando y por qué? Así empieza el juego, un puzle con muchas piezas que no se lo va a poner fácil al espectador.

Alberto Utrera, director de Desmontando a Lucía, demuestra oficio y buen hacer en la puesta en escena de este thriller cargado de humor negro que va dando pistas al espectador para que intente averiguar qué es lo que está pasando realmente. Juega con él hasta desembocar en un final en el que los enigmas aparentemente se resuelven, o no. Eso lo dejo a juicio de quienes se sienten a contemplar Desmontando a Lucía.

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