
Que levante la mano quien se haya olvidado en alguna ocasión algo en el hotel. El cargador, el cepillo de dientes, alguna prenda de ropa, estos son algunos de los objetos que con más frecuencia se olvidan en las habitaciones. Hasta aquí todo normal, ahora, ¿te imaginas olvidarte un pollito, una arrocera o la llanta del coche? Por inexplicable que parezca estos son algunos de los objetos más raros olvidados en los hoteles durante el año 2024.
Que no sean objetos que habitualmente puedan encontrar los responsables de los hoteles cuando los huéspedes abandonan sus habitaciones, no significa que no pueda ocurrir. Según el revela el informe anual 'Curiosidades sobre las habitaciones de hotel' que publica anualmente Hoteles.com en colaboración con más de 400 socios hoteleros. A la lista de casi imposibles mencionada anteriormente también se añade un reloj de 6 millones de dólares, un bolso Hermès Birkin, dos yesos para las piernas y varias dentaduras postizas. Y sí, es casi inevitable pensar: ¿Cómo es posible?
Los nuevos servicios de habitaciones
Estas historias sorprendentes han inspirado los nuevos modelos del servicio de habitaciones. Ya ha quedado atrás ese en el que, por norma general se limitaban a llevar comida. Ahora, cada vez es más habitual encontrar variantes de lo más asombrosos. "Desde conserjes que tocan la guitarra hasta curanderos de mascotas, los hoteles están satisfaciendo las demandas únicas de los viajeros, que bien podrían convertirse en la norma", afirma Melanie Fish, vicepresidente de Relaciones Públicas de Hoteles.com.

Algunos hoteles también se están adaptando a sus huéspedes más olvidadizos. Este es el caso del Kimpton Vero Beach Hotel, el cual ofrece el programa "Forgot it? We´ve got it!", que permite poder pedir prestados que con más frecuencia se pueden olvidar como las gafas de sol o los bolsos.
Y sobre todo, como revela el estudio, en los hoteles encontramos auténticos héroes sin capa. Un trabajador conjunto 160 kilómetros para devolverle el pasaporte a un huésped que iba a coger un avión, otro compró un osito de peluche para un pequeño viajero que había perdido el suyo y otro corrió varias manzanas para devolver un artículo personal a un huésped que iba a coger un crucero. Sin, duda verdaderos ángeles de la guarda.
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