Evasión

¿Puede una banana pegada con cinta americana a una pared ser arte y costar seis millones de dólares?

La respuesta breve: sí, y además con certificado de autenticidad. La respuesta larga: prepárate, porque entramos en el mundo del arte contemporáneo, donde cualquier cosa puede ser arte… si alguien está dispuesto a pagar por ello. Esta semana, la obra Comedian del italiano Maurizio Cattelan, una banana pegada a una pared con cinta americana, fue subastada en Sotheby's por la modesta suma de 6,2 millones de dólares. Sí, has leído bien: casi seis millones de euros por un plátano y un trozo de cinta adhesiva.

El comprador, un entusiasta de las criptomonedas llamado Justin Sun, no sólo se llevó la fruta y el esparadrapo, sino también un certificado de autenticidad y unas instrucciones: la banana debe ser reemplazada cada siete días. Porque, claro, hasta el arte tiene fecha de caducidad.

Un plátano con más títulos que un marqués

Lo interesante (y desconcertante) de Comedian es que no es sólo una obra, sino un fenómeno cultural. Cuando se presentó por primera vez en 2019 en la feria Art Basel de Miami, desató un circo mediático. ¿Arte? ¿Tomadura de pelo? ¿Memes en estado puro? El público no sabía si hacerse selfies o llorar por el estado de la creatividad contemporánea. Incluso un artista llamado David Datuna se comió el plátano en una performance que él mismo tituló Hambre de arte.

Ahora, Justin Sun, el flamante comprador, ha prometido devorar la banana él mismo, asegurando que es parte de su "experiencia artística única". Porque nada dice "inversión millonaria" como comerte tu propio trofeo de cinta americana.

¿Un meme de seis millones o una crítica genial?

El precio estratosférico de Comedian ha reabierto un viejo debate: ¿qué es arte y qué no? Para algunos, la banana es una genialidad transgresora que se burla del sistema del arte y de los coleccionistas que están dispuestos a pagar fortunas por lo absurdo. Para otros, es un insulto a cualquier forma de creatividad sincera.

Cattelan, siempre provocador, asegura que su obra no era una broma, sino "un comentario sincero" sobre lo que valoramos en el arte y la sociedad. Y tiene sentido: si en las ferias de arte el dinero se mueve como en un mercado de valores, ¿por qué no vender un plátano? El mensaje parece claro: puedes ser rico, pero no te salva de pagar 6 millones por una fruta que se pudrirá en una semana. Es un chiste, sí, pero uno con filo.

La banana más cara del mundo, pero no la última

La obra ha inspirado una ola de imitaciones: desde un consolador pegado con cinta americana por 12.000 dólares hasta gorras y camisetas estampadas con la icónica banana. Incluso llegó al Guggenheim de Nueva York, consagrando su lugar en la historia del arte… y de las polémicas. Pero la pregunta persiste: ¿vale más por su mensaje, su contexto o simplemente porque alguien estuvo dispuesto a pagar?

Como señala el escritor Miguel Ángel Cajigal Vera (El Barroquista), Comedian no sólo es arte, sino un acto performativo: el comprador paga por algo efímero, un recordatorio de que el dinero, como un plátano en una pared, también se pudre.

Conclusión: el arte no tiene reglas, pero sí precio

La banana de Cattelan no es solo una pieza de fruta, es un espejo de lo absurdo y efímero en el mundo del arte y el capitalismo. Si cuesta seis millones de dólares es porque vivimos en un mundo donde lo efímero puede valer más que lo eterno. Y porque, al final, lo que separa un plátano de seis millones de uno del supermercado no es la calidad… sino la cantidad de gente que se rió primero y pagó después.

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