
En el Kympton Aysla de Mallorca no te alojas: vives. Permanecer en sus instalaciones va más allá de un retiro o de unas vacaciones puntuales: resulta una versión condensada de lo mejor de la vida, de un ideal de confort pleno y de elegancia discreta. Como cuando desatas tu imaginación o recuerdas muy bien un sueño al despertar.
Todo en el complejo hotelero parece estar diseñado, construido y decorado siguiendo las pautas de una melodía o de un poema. Cuando caminas por sus pasillos inmaculados y por los caminos que vertebran los jardines mediterráneos, cuando contemplas las vistas panorámicas hacia la isla desde tu terraza privada o descansas en una habitación de diseño que parece estar hecha solo para ti, sientes que nada está forzado, que todo es armónico en sus formas y en sus tonos. Estás en un espacio creado desde el respeto y el gusto por lo sencillo, un entorno de lujo de guante blanco repleto de sonrisas.
Quizá su único inconveniente es que el tiempo en sus instalaciones fluye demasiado rápido, como sucede cuando te reconoces feliz. Al final no te quieres ir, no quieres despertar.

Kympton Aysla de Mallorca celebró el pasado 3 de octubre su segundo aniversario como destino más singular de la isla balear. Ubicado en el corazón de Santa Ponsa, al suroeste de la isla y junto al monte Galatzò, cada rincón del complejo hotelero muestra un estilo a la vez clásico y moderno, en un particular juego de equilibrios con el que Guillermo Reynés, arquitecto local, captura las esenciales mallorquinas y mezcla arquitectura, diseño y naturaleza. El esfuerzo por cuidar el medioambiente se aprecia así en los dos edificios, acorde al compromiso de Kympton por preservar la comunidad local y el entorno natural.
De hecho, Kympton Aysla Mallorca entiende que una experiencia vacacional completa debe incluir a las mascotas, miembros de pleno derecho de las familias. Por eso los acoge con los brazos abiertos.

El alma isleña se percibe en las 79 habitaciones que conforman el complejo, distribuidas todas ellas alrededor de los patios centrales. Tonos neutros y materiales naturales se unen a toques aguamarinas en el mobiliario y en las telas de cada suite.

Espacio y tiempo para el cuidado
Kympton Aysla Mallorca ofrece un exclusivo spa de 900 m2, con piscina cubierta, baños de barro, sauna, cueva de sal y siete salas de tratamientos, y el primer centro de la Maison Codage en España. El cuidado y el mimo personal se completa con todas las facilidades para practicar yoga y una serie de tratamientos faciales y corporales de entre 60 y 210 minutos. Distintos especialistas completarán la experiencia con un diagnóstico completo de tu piel y un tratamiento personalizado.

Los tratamientos, masajes y cuidados que proporciona Kympton Aysla Mallorca nos evaden del estrés que jalona nuestra vida cotidiana, nos proporcionan un espacio de pausa y calma, de reconexión y de autocuidado.
Como en el día a día de cualquier persona, la actividad física es otro pilar básico de la vida en el hotel. Aysla Wellness Club es un gimnasio de casi 1.000 metros cuadrados abierto durante todo el año, equipado con máquinas de última generación y provisto de estudios de yoga y spinning.

El bienestar al aire libre también encuentra su espacio. Raquetas y palos de golf son bienvenidos: puedes pasar un rato de ocio activo en el Mallorca Country Club Tennis & Padel, profundizar tus conocimientos en clases oficiales o pulir el drive en el Golf Santa Ponsa, en las inmediaciones del resort.
Santa Ponsa se encuentra a apenas 10 minutos en bicicleta del complejo hotelero. El paseo es una golosina para quien busca la brisa marina en la cara y arena de playa en los pies, y sentirse acogido por un paisaje encantador, casi delicado, que calma todos los sentidos.
Colores, aromas y sabores en tu plato
La gastronomía es otra de las variables que Kympton Aysla Mallorca eleva a arte. Cada plato servido en su restaurante Saba despliega un cuidado artesanal en el fondo y en la forma. La carta se fundamenta en ingredientes locales frescos, y fusiona las tradiciones mallorquinas con herencias coreanas y japonesas bajo la guía del chef Juan Carlos González. De sushi rolls baleares a tapas asiáticas reinventadas, cada bocado es de una originalidad esmerada que respeta cualquier gusto: colores, aromas y sabores al servicio de la innovación culinaria. Completan la oferta los mejores vinos españoles e internacionales y cócteles de toda graduación.

Quien prefiera un rincón más distendido encontrará el Zayt Pool Kitchen & Garden Deli entre la piscina y el jardín. Se trata de un mercado–bar para degustar bocados de la isla a la parrilla o platos típicos de la cocina mediterránea, ligeros y deliciosos, inspirados en su significado en árabe: "aceite".
Mallorca en un solo hotel
Mallorca está considerada la perla del Mar Mediterráneo. Su paisaje sigue enamorando desde que era conocida como la "Isla de la Calma" hasta hoy, convertida en un referente nacional del turismo. Olivos centenarios, almendros en flor y bosques de pinos tapizan su relieve, y un clima siempre suave y amable recorre sus montañas y sus calas de arena dorada y aguas cristalinas, que parecen hechas para perderse.
Kympton Aysla Mallorca surge de esa esencia natural y lo condensa en sus pasillos, habitaciones y rincones. El exclusivo luxury lifestyle resort del grupo IHG captura el espíritu natural mallorquín en sus 23.000 metros cuadrados de espacios al aire libre llenos de vegetación. Jaume Alomar Bibiloni, paisajista encargado del proyecto, concibió el diseño del entorno natural del complejo como un oasis fiel a la belleza y a la riqueza del paisaje isleño, sin descuidar la funcionalidad y el carácter innovador.

Cerca de 12.000 especies de árboles, arbustos y flores consiguen evocar la belleza de toda Mallorca. El hotel ofrece una diversidad espectacular de tonalidades y formas arborescentes. Encinas, algarrobos, olivos o cipreses se combinan en sus jardines. Lentisco, laurel, olivilla, dodonaea, fotinia y romero forman la base vegetal del complejo. Y los arbustos parecen un ramo de flores gigante con sus siete variedades de salvia, el centrato, las gauras o los lirios africanos, elevados al borde de los caminos como guardianes silenciosos.
Esos pasillos naturales conectan el bar, la piscina o el restaurante con las suites, y los senderos verdes invitan al paseo sin rumbo y sin reloj, a cerrar los ojos, pequeños pasos que simulan las "sitges" de la Tramuntana. Los patios interiores presumen también de exuberancia. Naranjos, limoneros, granados o jazmines brindan un entorno acogedor, casi íntimo, perfecto para la reflexión.
Cada día en Kympton Aysla Mallorca es un encuentro con los cielos azules, las aguas claras y el trato amable de su personal, con la música de fondo, la iluminación precisa y la excelencia a flor de piel. No es un regalo ni un sueño: es una muestra de lo mejor de la vida.